—Bianca, recuerda que puedes tomar algo de mi armario si sientes mucho frío, se que a Leo no le gustan los calefacción —habló de forma atenta el pelinegro antes de dejar el departamento, Bianca se sonrojó con violencia. Liam era como un verdadero príncipe. Y le asustaba. Había cuidado de ella de una manera que no consideraba posible, cada vez que sus miradas se cruzaban, el pelinegro le sonreía de forma sencilla mientras ella apartaba su mirada. De un momento a otro se había vuelto muy servicial, ofreciendo su ayuda incluso en las cosas más tontas. Los ojitos de Leo brillaron de forma imperceptible. Los niños siempre tendrán esa capacidad de notar cosas mucho antes que los adultos y él no podía dejar de notar que Bianca y su papá se comportan como lo harían una mamá y un papá. Y eso