Nicholas
Ni siquiera tengo que explicar que mis planes por frenar mis encuentros con ella se fueron a la basura en cuanto puse un pie en su apartamento aquella vez en que aparecí de repente.
Luego de pasar la noche juntos, estuvimos dos meses viéndonos en los ratos que podíamos, era la primera vez en mi vida que toda mi atención no giraban en torno a mi trabajo y eso de golpe me asusto, porque nunca me había pasado algo así.
Casi siempre era en su departamento o en algún hotel y nuestros encuentros eran cada vez más intensos, pero quería más que un par de horas, en realidad, me vi a mi mismo, necesitándola y no me había dado cuenta en que momento había sucedido aquello.
No fui consciente en que momento había pasado, pero no podía estar sin verla, sin besarla sin sentirla en mí.
La última semana no nos habíamos visto, de alguna manera pusimos sin proponérnoslo, un freno los dos, pero yo ya sentía que ardía por dentro, quería verla, asique sin medirme, la llame.
Al principio dudo, sentí como si ella estuviera luchando con los mismos demonios que yo, pero al final, para mi suerte y mi alivio, acepto la invitación a un viaje de fin de semana.
La excusa para que mi esposa no sospechara era que debía asistir a un congreso en Paris.
Nos íbamos a ir a la mañana del viernes y volveríamos el lunes por la noche, quedamos en que ella me buscaría en mi consultorio porque debía firmar unos papeles ese día y de ahí nos iríamos al aeropuerto.
Esa noche había estado nervioso y me había costado mucho dormir, parecía un tonto. Cuando me desperté solo había conseguido dormir un par de horas, asique como me había levantado mucho antes de lo que debía, me cambie, tome la maleta y me fui directo a mi consultorio.
Me sentía ansioso y eufórico y no veía la hora de poder estar con ella sin horarios y teniéndola para mí solo.
Eran casi las diez de la mañana, cuando estaba terminando de guardar carpetas e historias clínicas antes de irme, justo cuando mi asistente me llamo por el teléfono interno.
—Doctor, su esposa está entrando a su consultorio— mi mente se quedó en blanco sin reaccionar, ¿qué hacia ella acá? Cuando entro me quede paralizado al verla con una maleta de viaje.
Claramente esto no iba a resultar bien.
—¡Mi amor! ¡Sorpresa! —dijo, después de cerrar la puerta y dejar la maleta en el piso, se acercó a mí y me abrazo.
—¿Qué haces acá? ¿Y con tu equipaje? — no sabía si estaba molesto o desconcertado, la aparte delicadamente para verla, incrédulo todavía de tenerla aquí y con una maleta.
—Me voy con vos— respondió, simplemente—. Hace mucho tiempo que no estamos solos, y pensé, en aprovechar tu viaje para que lo hagamos juntos— sonríe y me besa—. Estoy segura que, este viaje, nos va a ayudar a conectarnos de nuevo, mi amor— no puedo creer lo que estoy viendo, hace cinco años fue la última vez que me quiso acompañar a un congreso.
—Blake, yo no me voy de vacaciones, te dije que iba a un congreso.
—Amor ya lo sé, pero podemos salir a la noche, estar juntos— me besa de nuevo—. Además, como dije lo necesitamos, hace mucho las cosas están raras entre nosotros, por dios Nicholas, hace meses que no tenemos intimidad y esto nos va a hacer bien a los dos.
—Yo no creo que sea buena idea, lo mejor es que hablemos de esto cuando vuelva— vuelve a besarme y escucho la puerta abrirse, abro los ojos cuando la veo parada en la puerta con la cara desencajada sin entender, claramente la escena que estaba viendo.
—Doctor, que pena no sabía que estaba ocupado—Dijo mirándome fijamente a los ojos, en donde podía notar el claro disgusto que estaba sintiendo.
—No favor, yo le pido unas disculpas, pase por favor— le hago señas de que se siente y le pido a mi esposa que salga y me espere afuera, ella sonríe y se va. Una vez que sale cierro la puerta y trato de abrazarla, pero me frena en seco.
—¿Que carajos fue eso? — me dice—. ¿Te estas burlando de mi o qué? Me invitas a un viaje, vengo y está tu mujer no solo besándote sino con su equipaje. Y no me malinterpretes, sé que estas casado y no tengo ningún derecho a reclamarte nada, pero lo que si me molesta es que no hayas tenido la delicadeza al menos de avisarme que ella estaba acá, para no sentirme como una completa idiota.
—Yo te puedo explicar, las cosas no son como las estás pensando, Lila— trato de calmarla y explicarle—. Estaba por cerrar todo y esperar a que llegaras, pero se apareció de la nada y no sabía que decirle. Si, estuve mal, debería haber reaccionado pero que querías que hiciera, es mi esposa, no puedo sacarla, así como así— veía como daba vueltas sin decirme nada, yo lo único que necesitaba era abrazarla, todo lo había hecho para estar con ella y se estaba yendo todo al demonio.
—Sabes que Nicholas, vete al demonio— me grito en la cara—. Vete de viaje con tu mujer y déjame en paz.
Salió del consultorio, no solo enojada, sino también dolida, lo podía ver en sus ojos y eso me mato. Por mucha excusa que intenté poner, el viaje lo tuve que hacer igual.
Fue el peor fin de semana desde que recuerdo. Intente llamarla y no me atendió ni una sola vez, lo mismo que los mensajes, que me los dejaba en visto, yo no veía la hora de volver para ir a buscarla.
Estaba desesperado por verla.
Todo se estaba desmoronando y no podía evitarlo, sabía que tenía que separarme, no solo porque Lila removió sensaciones que pensé que no tenía sino, porque, no quería seguir lastimando a Blake.
Ese lunes ni bien puse un pie en Londres fui a buscarla sin importarme la hora que era, ya la había llamado, pero me ignoraba. Cuando llegue a su apartamento, toque tres veces el timbre hasta que finalmente abrió.
—¿Qué haces aquí? estoy ocupada en este momento.
—Necesito que hablemos, llevo todo el fin de semana escribiéndote y llamando sin respuesta de tu parte— le digo tratado de parecer calmado, frente a la distancia y frialdad que me muestra.
—Te dije que ahora no puedo, además no hacía falta que me llamaras tanto
—No seas inmaduras quieres, Lila yo necesito que hablemos— cuando estoy diciendo esto veo a alguien acercarse a la puerta. El, siempre el, dándole vueltas, por más que ella me dijera que eran amigos, notaba como la miraba y no era una cuestión puramente de celos, soy hombre me doy cuenta cuando otro la desnuda con la mirada, ya lo había notado en el bar la noche que lo vi con ella.
—Lila, ¿pasa algo? — dijo acercándose a ella, a este punto, mi sangre hervía y no tenía un puto derecho a sentirme así, pero, no podía evitarlo.
—No Olivier, no pasa nada— dice mirándolo a los ojos, dios, siento tantas ganas de matarlo—. Creo que tengo un tema pendiente que resolver, nos vemos mañana ¿sí?, yo te llamo.
—¿Segura? —le susurra cerca del oído, ella asiente, él le da un beso y se va. Obviamente que toda esta escena tan tierna la estaba observando con el peor semblante que se podía tener, sabía a dónde quería llegar el muy imbécil. No quería verme en la obligación de tener que hacerle saber que ella, era mía.
Después de lo que se sintió una eternidad me hizo entrar y me dijo que me pusiera cómodo, no podía controlar las ganas que tenía de estar con ella, la tomo por la cintura y la beso, pero, ella me corre la cara y aun cuando sé que me lo merezco, no me gusta.
—No, Nicholas, así no son las cosas, querías hablar entonces hablemos.
—Nena, me estas matando, dime que quieres que haga, para enmendar lo que sucedió— trato de alguna manera, poner paños fríos a la situación—. Tú sabes que mi único deseo era ir con contigo, por eso arme todo ese viaje, no tenía idea de cómo iban a resultar las cosas.
—Solo, dime una cosa—me mira fijo a los ojos.
—Lo que tú quieras.
—¿Dormiste con ella? — sigue mirándome, esperando una respuesta que no puedo darle, o mejor dicho no va a gustarle. Mi silencio, es una respuesta clara para ella y son solo segundos en los que sus ojos se llenan de lágrimas contenidas—. Lo supuse, sabes que, ni siquiera sé porque te lo pregunto, no debería importarme en primer lugar. Al fin de cuentas, esto es solo sexo.
—Perdóname— sujetó sus manos con las mías—. Me equivoqué, ¿de acuerdo? no supe manejar nada, pero tienes que entender, que tampoco es fácil para mí, es mi esposa no puedo ignorarla, así como así. Y por favor, no digas que es solo sexo, ya no nos engañemos más, porque por lo menos a mí me pasan muchas cosas con vos.
Ya ni siquiera soy capaz, o tengo ganas de seguir ocultando todo lo que me pasa con ella.
—Yo sé que fue algo que no planeaste que pasara así— dice suspirando—. Racionalmente lo entiendo, pero, Nicholas, sentí que me moría cuando te vi besándola, yo también reaccione mal y te pido disculpas por ello— se para alejándose de mi—. Es que, no logro entender bien que es, pero siento muchas cosas por ti, ya no me sirve que sea solo sexo— en el momento que escuche esas palabras, salir de su boca, casi me muero—. Yo quiero algo más, Nicholas, te necesito conmigo, y no puedo explicarlo, pero te extraño cuando no te tengo conmigo, pienso en ti todo el maldito tiempo y siento que te metiste tan dentro de mí que ya ni puedo ni quiero sacarte— niega, cerrando los ojos un momento—. No tienes idea el miedo que me eso porque, no estaba preparada para algo así, pero, no puedo seguir ocultándolo, es lo que siento.
—Yo también te necesito conmigo, y no te das una idea cuanto— le digo mientras me acerco a abrazarla.
—Yo, ya no quiero ser una más.
—Nunca fuiste una más para mí— digo, mirándola—. Porque desde que te vi, ocupaste cada espacio de mis pensamientos. Eres la única mujer en la que pienso y con la que quiero estar— busco su boca para besarla, necesitaba hacerlo con cada fibra de mi ser.
Nuestro beso era lento pero apasionado, había deseado esto, todos estos días que había estado lejos de ella, porque, la había extrañado demasiado y por primera vez me estaba permitiendo no reprimir con ella, lo que me estaba pasando.
—Nicholas— dice, separándose de mi—. Yo quiero estar contigo, pero ya no quiero ser la otra.
—Yo también quiero eso, nena— no pienso lo que estoy a punto de decir, las palabras salen solas, pero no por eso con menos verdad. Creo que es la primera vez en mucho tiempo que me animo a decirlo, incluso, en voz alta—. Me voy a divorciar, es una decisión que debí tomar mucho antes y quiero que empecemos algo juntos, pero, necesito tiempo, porque no va a ser fácil, son muchos años de matrimonio.
—No te estoy presionando, yo te voy a esperar— dice más calmada—. Pero, si bien, como dije voy a esperar y no voy a presionarte, porque entiendo en la situación en la que estas, también tienes que saber no lo voy a hacer para siempre. Quiero estar contigo más que nada en el mundo, pero no quiero estar años en la misma situación.
—Yo lo sé y te prometo que no va a ser mucho— me acerco para abrazarla—. Tú y yo vamos a estar juntos.
Esa noche, por primera vez, no tuvimos sexo, hicimos el amor.
La había extrañado horrores, asique, pasamos horas dedicándonos a recorrer nuestros cuerpos, de forma intensa y perdiéndonos el uno en el otro. No había sensación más placentera ni otro lugar en el que quisiera estar que no sea en ella, todavía no podía dimensionar que entro a mi vida y la cambio por completo. Ya no tenía sentido alejarme o reprimir todos estos sentimientos que confluían dentro mío y que crecían sin parar.