Diana.
Estaba en problemas, en grandes y serios problemas, ella acaba de descubrir que no me había acostado con el príncipe, acaba de deducir por gestos que no había consumado el matrimonio.
Eso quería decir que nuestro matrimonio no era legal, eso quería decir que yo no podía hablar de un embarazo inexistente, y que ella podía irle a decir ahora y mi castigo seria peor. Así que no solo no podía ayudar a la chica frente a mis ojos que ahora lloraba al darse cuenta de sus propias posibilidades de autoconservación, sino que también se hundiría conmigo.
Estábamos en problemas, grandes problemas.
Mi cabeza sería el premio mayor.
— Bien, nadie puede saber de eso señora – se acercó a mí bajando la voz – La reina no se puede enterar que usted no ha consumado el matrimonio, eso complicaría
