Diana
Mis manos dolían, mi rostro ardida, cada parte de mi cuerpo parecía sufrir de alguna forma distinta, podía sentir el ardor de las varas en mis costillas y espalda, y ahora a todo eso se le sumaba los cortes en mis manos, cara, brazo y parte del cuerpo, no podía creer que me hubiera pasado esto, que ellas hubieran hecho esto.
Me podrían haber sacado un ojo de no haber puesto las manos para evitar caer completamente encima de las espinas, podría haberme he hecho un daño permanente.
Mi labio tembló con fuerza mientras que las manos de mi nana me tomaban con cuidado y me levantaba del suelo, el jardinero ayudaba en todo el proceso, cada uno de ellos tocándome con cuidado.
Me quejé de nuevo por el dolor, Madeleine estaba sacando las espinas incrustadas en mi piel, no podía moverme bie
