II. Castillo de Windsor

3158 Words
Diana El castillo Windsor es un palacio ubicado en el condado de Berkshire, un lugar que encarna casi un milenio historia arquitectónica, este lugar originalmente se construyó en el siglo XI, en la conquista normada de Inglaterra por Guillermo primero, el lugar ha sido habitado por todos los monarcas británicos, un hecho que lo convierten en la segunda residencia real europea más antigua. Está compuesto por estancias lujosas, con un estilo del periodo georgiano tardío, este lugar incluye la capilla de San Jorge, un lugar con un diseño gótico perpendicular inglés, el lugar fue diseñada originalmente sobre una mota y con tres murallas en torno un montículo central, fue Enrique III quien construyó un lujoso palacio real dentro del recinto. El lugar ocupa más de cinco hectáreas y combina elementos de fortificación de palacio y de pueblo pequeño, hoy en día se lo puedo apreciar como un conjunto de esas reconstrucciones, lo que le da un diseño estilo georgiano y Victoriano, sobre una estructura medieval con toques góticos, que ha sido reinventado a un estilo moderno. En síntesis, era bellísimo. La puerta del auto se abrió y un hombre vestido de rojo ayudó a mí hermana a bajar y luego a mí. Mi padre había descendido y ayudó a mi madre a bajar, ambos se tomaron del brazo, con nosotras detrás de ellos. Atravesamos un camino de piedra en completo silencio, mi familia observando a las personas y yo mirando el jardín. El pasto se encontraba perfectamente cortado, algunos arbustos estaban ubicados rodeando el castillo y parte del pasillo que llevaba al gran jardín donde se estaba llevando a cabo el evento. Personas de alcurnia se encontraban charlando entre ellos con sonrisas falsas en el rostro, sujetos con ropa blanca pasaban entre medio de estos llevando bandejas de comida y copas, más allá una gran mesa se encontraba en el ala oeste con un chef en ella y distintos platillos. El vocero dijo nuestro apellido anunciando la llegada y bajamos unos pequeños escalones, mis padres comenzaron a saludar algunas personas e hice lo mismo mientras que me mantuvieron ahí. Mi hermana se inclinaba con gracia y sonreía de una manera radiante mientras que observaba a las personas. Mire hacia un costado y me encontré con lord Williams, el hijo del conde que se había acostado con mi hermana años atrás. — Ava, mira, lord Williams – mi hermana perdió dos colores mientras que miraba hacia un costado – ¿Recuerdas? Lo conocimos hace dos veranos, era un muchacho bastante agradable. — Lo recuerdo – sonrió con falsedad – Deberías saludarlo, sé que se llevaron bien cuando se conocieron. – Oh no, eso no lo iba a hacer conmigo. — ¿Yo? Para nada, era contigo con quien había tenido una relación muy estrecha, recuerdas que estuvieron bailando muchas horas aquella vez – en todos los sentidos. — Cortesía hermana, cortesía – sonrío molesta. — Claro, que despistada – sonrió – Bueno, si me disculpa, iré por un poco de agua, señores – me incline un poco y comencé a alejarme de mi familia. Papá no se sentía muy a gusto con que hiciera eso, pero mi madre sí, y siendo sincera yo también, no me gustaba estar mucho tiempo rodeada de mi familia, así que prefería alejarme de todos ellos y esconderme en algún rincón a leer un libro hasta que todo esto terminará. Yo no era la mujer que estaba buscando para ser esposa del príncipe, por lo tanto, no era requerida mi presencia en este lugar. Pase entre las personas y saludé a algunos con leves inclinaciones y sonrisas instaladas en mi rostro, un mozo se acercó y tome una copa de agua para luego alejarme un poco más hasta una fuente que había en el centro. Mis ojos se quedaron fijos en el diseño, la fuente de mármol tenía pequeños ángeles tallados en cada una de sus bases, el centro tenía un diseño hecho de mosaicos con pequeñas veniecitas en distintas gamas de azul, cada una cantidad de espacios algo brillaba y daba espacio a la columna principal que estaba justo en el medio, dos ángeles aparecían en ella sosteniendo unos platos con una mano y con la otra unas conchas marinas por donde caía el agua directo al plato, para luego caer en la fuente. — Una maravillosa vista ¿no lo crees? – desvíe mi mirada hacia un lado para encontrarme con un hombre. Era un poco más alto que yo, cabello oscuro como la noche, sus ojos era una mezcla entre marrón y verde, llevaba su rostro completamente libre de bello y un traje de sastre hecho a medida en tono azul noche, unas insignias ocupaban la solapa izquierda de su traje, había sido soldado o lo era, de eso no había dudas. — Sí, una verdadera obra de arte – volví a mirar hacia la fuente – Han hecho a la perfección cada uno de los rasgos de los ángeles. – una pequeña risa se escuchó a mi lado y volví a mirarlo. — Sí, los ángeles también son una maravillosa vista – abrí mi boca y la cerré automáticamente al darme cuenta de que no era apropiado – Quizás esa podría ser una buena forma de llamarte, porque creo que acabo de ver un ángel mirando a otro. Este hombre estaba coqueteando conmigo, estaba hablándome y aprovechando un momento donde nos encontramos solos para coquetear conmigo. Nunca me había pasado que una persona quisiera tener ese tipo de acercamiento hacia mí, ningún hombre había halagado ni mi cuerpo ni mi belleza. — Vaya, está coqueteando conmigo señor… – gire para verlo. — Felipe Barton – se inclinó – Príncipe de York – me incline. — Su alteza – no lo podía creer – Diana Loughty – mire el suelo – Duquesa de Gales – tomó mi mano y la beso. — Es un placer mi lady. Alejé mi mano y lo miré un poco nerviosa, no por el saludo, no estábamos haciendo nada fuera de lugar, pero tenerlo cerca resultaba un poco intimidante, sobre todo porque él estaba interesado en mí o al menos es lo que había dado a entender unos minutos atrás. Sus dientes blancos se asomaron con una gran sonrisa, para luego mirar hacia adelante y volver a ver la fuente. — Entonces Diana ¿Estás aquí para ser la mujer de mi primo? – negué levemente conteniendo mi gesto. — No, no estoy interesado en casarme con nadie por ahora – me observó divertido y me golpeé mentalmente a darme cuenta que había hablado de más – Digo, soy muy joven y todavía no me corresponde el matrimonio, estoy acompañando a mi familia, mi hermana es la que está interesada en unirse con el príncipe – hable más tranquila y él movió la cabeza a un lado al otro. — Me gusta la primera parte, la sinceridad es un lujo muy poco común dentro de estos ambientes – se giró hacia atrás para señalar con la cabeza a todas las personas. — Tengo curiosidad – me coloqué frente a él – Es la primera vez que lo veo en una de estas reuniones, suelo venir seguido con mi familia y nunca antes lo había visto – sus dientes volvieron a aparecer en otra sonrisa radiante. — Bueno mi lady, voy a saciar su curiosidad, si me promete una pieza más tarde cuando todo el mundo baile - mire la pista y volví a llevar mis ojos hacia él – Un baile será, pero primero tiene que responder, de lo contrario, temo que voy a tener que rechazar su oferta en el momento que ocurra – su lengua apareció relamiendo sus labios antes de llevar sus brazos hacia atrás. — Pasé varias reuniones fuera, mis estudios no me lo permitían, pero vine hace un tiempo, para el aniversario de mi tía – o esa fecha donde yo me fui al jardín a evitar contacto con todo ser viviente, excepto el perro – La fiesta estaba muy aburrida, ya sabes, gente alta alcurnia, sonrisa falsas, bailes aburridos, por lo que decidí salir al patio a tomar un poco de aire y fumar un cigarrillo – llevó la mano su boca como tapándose – Pero no le digas a mi madre, detesta saber que nosotros fumamos. — Será nuestro secreto – dije divertida y él me guiñó un ojo. — Como le decía mi lady, cuando salí mis ojos se toparon con unas doncella que acariciaba el perro de la familia, la misma doncella que luego se sentó en una banca y comenzó a leer un libro, que supongo que es otro distinto al que tienes ahí – señaló el libro con su cabeza. — Sí era otro, ahora estoy leyendo uno de Shakespeare, en aquel entonces estaba leyendo Jane Austen. – pensó un momento. — Déjame adivinar, Orgullo y prejuicio – afirme despacio y medito un momento. – La realidad de la mayoría de las mujeres que se encuentra dentro de la burguesía. – afirmé. — No le parece irónico que todavía haya mujeres que se preocupan por no casarse la edad suficiente. - meditó un momento mis palabras para luego volver a verme. — Creo que eso es poco comparado como su madre ambiciosa, la señora intenta casar a sus cinco hijas en cuanto le sea posible – me reí y él hizo lo mismo. — Parece que ha leído el libro. — Lo he leído, de hecho, leo mucho, todos en la familia lo hacen – miró hacia atrás y luego volvió a mirarme a mí – Parece que mi tía no está conforme con tu hermana. Volví mi vista hacia atrás y mire a la reina hablando con mis padres y hermana, tenía razón, su cara era de completo fastidio, a pesar de llevar esa postura perfecta y esa sonrisa intachable, no se la veía a gusto en la conversación, al punto tal que ya había tomado su bolso para cambiarlo de lado y dar por terminada la charla con ayuda de uno de sus hombres. Su rostro se levantó un poco y se inclinó hacia donde nos encontrábamos, me miró un rato en silencio mientras que mi madre no paraba de hablar y mover las manos con delicadeza, no sé por qué pensaba que eso era sinónimo de elegancia, parecía que estaba tratando de manejar un títere, en vez de hablar con clase. Pero quién era yo para decirle aquello. Cambio su bolso de lugar, se disculpó y se alejó de ellos para venir directamente hacia donde nos encontrábamos nosotros, mire al príncipe Barton y busqué todas las rutas de escapas que podría haber, no me interesaba estar en la charla familiar, mucho menos participar en aquella conversación donde yo no podía aportar nada más que solo risas y quizás arcadas disimuladas. — Buenos días. Tomé aire y planté una gran sonrisa a mi rostro al darme cuenta que había divagado tanto en ver cómo escapar del lugar que no moví ni un solo centímetro mis pies para poder hacerlo. Ahora ya se encontraba frente a nosotros, con su rostro serio y el bolso de nuevo debajo de su brazo derecho. Incliné mi cuerpo un poco hacia adelante y tomé levemente aire, para hablar. — Su Majestad - volví a colocarme erguida con las manos al frente y la cabeza un poco inclinada. — Lady Loughty- hablo tranquila mientras me observaba – Un placer verla de nuevo por aquí. – sonreí. — El placer es todo mío su majestad – repaso con su vista mi cuerpo. — Cuéntame niña, me dijeron que has estado yendo a la universidad – afirme despacio y apreté mi bolso con la mano. — Así es su Majestad, comencé a estudiar medicina hace unos meses, entré con honores, soy la mejor de mi clase – hable orgullosa y pude ver como Felipe sonreía. — Eso es increíble, un gran logro, lo que habla muy bien de tu inteligencia – la reina me estaba halagando. — Me gusta estudiar y leer, paso muchas horas del día haciendo ambas, siempre que no tenga algún otro compromiso. – observo mi bolso. — El mercader de Venecia, un poco controversial no lo creas. Estaba en una disyuntiva, no sabía cómo responder aquello, porque si lo hacía de la forma que quería, lo más probable es que ella pensara que le estaba faltando el respeto, y no estaba en mí faltarle respeto a la reina, sin embargo, existía la posibilidad de que ella pensara que yo no sabía de qué trataba el libro y lo tenía por el simple hecho de aparentar, algo que seguramente había hecho a mi hermana y que por supuesto no había salido bien, entonces ahora yo me encontraba en medio de un detector de mentiras sólo porque mi familia no sabía quedarse callada. — Puede serlo, depende del punto de cada uno, Shakespeare nos introduce en aspectos históricos, culturales y sociales que había en aquella época – cruzó las manos enfrente de su cuerpo y me miró. — ¿Cómo cuáles? — Bueno toca temas muy importantes, la discriminación racial hacia los judíos, la discriminación s****l de la mujer, la sospechosa legalidad de algunas acciones humanas, la venganza y el perdón, la represión religiosa, la diferencia entre las clases sociales – respondí sin más y ella me observó. — Si no existieran ciertas diferencias no podríamos ubicar a las personas en el lugar en el que pertenecen, ¿no lo crees? Estaba frente a una mujer que estaba a favor de eso, ella se creía más que otros y no tenía miedo de mostrarlo, era alarmante lo obvio que resultaba y como seguramente le molestaba mi falta interés a los protocolos ya marcados. — Creo que hay personas que nacen con más suerte que otras – Felipe me miró y bajó el rostro escondiendo una sonrisa. — Entonces debe ser afortunada por haber nacido entre aquellos que han sido privilegiados – se acercó – Te daré un consejo, lee algo un poco más productivo, no lo sé, botánica, decoración, cocina. – apreté los puños levemente. — No tiene que preocuparse por eso, se mucho de las tres cosas, mis padres me han educado muy bien para poder cumplir con mis roles el día de mañana. La mujer sonrió y se marchó sin más, dos segundos después mi padre estaba llegando hasta donde me encontraba para decirme que nos marchábamos, no sabía si nos habían echado o si ellos habían decidido que nos íbamos por lo mal que le había ido a mi hermana, pero en el viaje a casa, ninguno dijo nada, hasta que mi hermana me preguntó qué había pasado. — Nada muy interesante, me preguntó cómo me llamaba, sobre la universidad, si leía, si cocinaba y me dijo que leyera otra cosa – omití toda la parte donde yo le había contestado para evitar problemas. — Quédate tranquila hija, estoy segura de que le has encantado, las demás mujeres de la reunión no llegan ni siquiera tus talones, no te preocupes por eso, tendremos noticias a la reina muy pronto. Mi hermana embozó una gran sonrisa en su rostro y se acomodó mirando hacia adelante para luego observarme y sonreír, dudaba mucho que esa mujer apareciera por la casa y eso me alegraba, no quería volver a verla nunca más. Pobre de la mujer que tuviera esa señora como suegra, pobre la mujer que tuviera que vivir con ellos, no se lo deseaba a nadie, ni a mi peor enemigo, sin embargo, sabía que alguna desdichada caería en aquel lugar y esperaba que no fuera mi hermana, porque no pensaba ir a la boda, ni ver a esa señora de nuevo. Pasaron exactamente dos días cuando el timbre de la casa sonó, me encontraba sentado en el sillón con un libro de medicina en mis piernas, mi madre y hermana habían ido a un evento social y volvían más tarde, papá estaba viendo asuntos de negocios en su despacho y yo apreciaba la paz inmensa que me regalaba mi hogar el día de hoy. Una de las criadas camino hacia la puerta y la abrió para luego apartarse, el ruido de los tacones llenó el ambiente y dejé de ver mi libro para observar la puerta donde su figura apareció. Me levanté de golpe y sus ojos fueron directos a mi libro para luego repasar mi aspecto, no llevaba un vestido sofisticado, pero estaba bien vestida, mis zapatos se encontraban en un lado tirado en el suelo y no llevaba maquillaje. Me incliné torpemente y la saludé mientras que Julieta iban a buscar a mi padre. — Veo que me hiciste caso y encontraste algo más productivo que leer – otra vez su lengua venenosa salía a relucir. — Siempre leo cosas productivas, en este momento me encuentro estudiando – los guardias observaron y yo seguí – Su majestad – los pasos de mi padre se escucharon – Lamento informarle que mi madre y mi hermana no se encuentra en este momento en casa, por si quería hablar con ellas - negó mientras que observaba todo. — No, no vengo a hablar con ninguna de las dos, vengo a hablar con tu padre y contigo – junté mis cejas confusa. — Su majestad, buenos días – papá me miró y luego miró mis pies. — Señor Loughty, vengo a informarle que su hija se va a casar con mi hijo – papá sonrió emocionado. — Eso es una grata noticia, mi hija Ava estará fascinada con ello – la reina negó. — Discúlpame, pero no es su hija mayor la que se va a casar con mi hijo, sino la señorita aquí presente, la he elegido para que forme parte de la familia real y espero que en tres días sea la boda, en este momento me voy a un viaje, pero cuando vuelva quiero que estén en la casa real para hacer las presentaciones correspondientes, en cinco días será la ceremonia – sentí como el alma se me caía al piso mientras que la miraba horrorizada. Esto no podía ser verdad, no me podía estar pasando, ella acababa de decir que me casaría con su hijo, acababa de decirme que me casaría con el príncipe. No, no, no. — Su majestad, mi hija Diana es aún… – levantó la mano. — No le he preguntado, le informo lo que pasará, se casará con mi hijo, el príncipe – mire a papá con los ojos llenos de lágrimas. — Yo no… – me observó. — Tú no puedes opinar, señor Loughty, vamos a un lugar para hablar – la puerta se abrió mostrando a mí madre. Y todo empeoró, escuché como ella hablaba de lo mala mujer que sería, de cómo Ava era mejor, la reina comento lo del Lord en su aniversario, mamá se desmayó, papá solo miro a mi hermana llorar y mí calvario comenzó.
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