Mi mala suerte.

1329 Words
Capítulo 2 Narra victoria Cassano. Hoy es el día mi reunión con la presidenta de la compañía que se encargará de una distribución de mis productos mucho más rápida, eficaz y segura me arreglé lo más elegante posible sin caer en lo exagerado tampoco estaba muy recatada perfecta para una reunión formal, con un vestido ajustado a mi cuerpo con mangas y de color n***o unos tacones altos que me daban más presencia un moño recogido y un maquillaje acordé con mi look, también llevaba una cartera tipo sobre y estaba lista para la cena ahora debía ir hasta el restaurante la mujer quiso que fuera en uno de los más costosos de nueva York quizás quería sorprender y demostrar que son profesionales De verdad eso para mí era lo menos importante, mientras cumplieran con sus cometidos lo demás era irrelevante, tomé un trago de vino y caminé para salir de casa y que el chófer me llevara hasta mi reunión, llegué al lujoso restaurante que tenía una perfecta apariencia, con luces tenues que te permitían disfrutar el ambiente, una barra larga para servirte tragos, unas lámparas de cristal muy lujosas, la fuente de agua decorada con piedras y algo de plantas verdes todo era muy llamativo y te hacía sentir muy agradable ese tipo de ambiente era el indicado para una reunión si la mujer quería sorprenderme lo logró. Me acerqué a una de las mesas y una y allí estaba esa mujer muy atractiva cabello corto piel blanca, ojos negros traía un vestido rojo con falda que tenía volumen, al levantarse era un poco más baja que yo una estatura de 1,65 más o menos yo caminé y tenía una sonrisa muy amable la saludé con la mano y ella igual a mí cuando estuvimos de frente ella me dio un beso en la mejilla realmente era muy agradable ambas nos sentamos en la mesa que estaba apartada para nosotras y su esposo que al parecer no había llegado, ambos eran dueños de la empresa más importante en el país en cuanto a exportación se hablaba… —Me alegra que al fin podamos reunirnos, tú sí que eres una mujer difícil de contactar.— exclamó con una sonrisa. —Bueno, la verdad es que el trabajo me exprime mucho, pero aquí estoy.– —Me parece estupendo, mi esposo no tarda en llegar, siéntete cómoda estás en tu casa este club es de mi esposo y mío así que estás en tu casa.— yo mire alrededor y de verdad que era muy sorprendente se veían personas serias y eso era lo que yo buscaba en un socio. —Y cuéntame victoria ¿qué tal te va en la empresa?— ella preguntó con una mirada curiosa. —Hasta ahora las ventas han subido, por esa razón te contacté estoy interesada que ustedes se encarguen en la exportación de mi producto.– —Me parece estupendo, pero no quiero hablar de eso sin mi esposo presente… Ah, mira ahí viene.— ella señaló con su dedo índice yo volteé y al ver quién se acercaba no lo podía creer, mi corazón comenzó a palpitar fuerte mis manos temblaban, mi respiración se agitó tuve que tomar un trago de mi copa para calmarme. «Hijo de puta era Arturo Benson» nada más y nada menos que mi ex el hombre que me dejó plantada el día de nuestra boda… «¿Cómo mierda te sucede algo así?» Digo encontrarte con tan mala suerte de que la mujer con quién haces negocios resulta ser la esposa de tu ex. Tenía años que no lo veía y por dios sí que se veía bien estaba más que bueno. Pero aún lo odiaba, cuando se acercó no me había reconocido saludó a su esposa ella me presentó y cuando me miró parecía que había visto un fantasma. —Cariño quiero presentarte a victoria cassano ella es de quién te hablé.— él me miró con los ojos muy grandes, pero fingió no conocerme extendió su mano y yo la estreche, en el tiempo que tengo sin verlo esta es la primera vez que lo vuelvo a tocar y me trajo recuerdos a mi mente que quisiera olvidar. Cuando nos sentamos los tres para hablar de negocios no podía concentrarme, yo siempre he sido profesional, pero esto no me dejaba era algo involuntario de repente sonó el celular de Alicia la esposa de Arturo… —Me disculpan, debo contestar es la niñera de nuestro bebé.— yo suspiré sonriendo a la mujer y ella se retiró para contestar su llamada, tomé otro trago para calmarme y no patearlo justo en la bolsa era lo que más deseaba en ese momento. —¿Cómo estás?— yo arrugue mi frente… Eso iba a preguntar cómo estaba de verdad era un completo idiota, lo peor de todo era que al verlo todavía sentía algo por él estos años traté de convencerme de que no sentía nada, pero al verlo yo sabía lo estúpida que era para seguir sintiendo algo por este hombre que me causó tanto sufrimiento. —Estoy bien.— él miró en dirección donde su esposa había caminado. —Me alegra verte de nuevo, y que ahora eres una empresaria exitosa.— yo asentí tratando de no demostrar que me interesaba sus palabras. —Gracias.— respondí Sin decirle nada más, de verdad jamás me había sentido tan incómoda en toda mi vida él me estaba tratando como si nada hubiera pasado. —Estás muy hermosa.— dice con esa sonrisa que yo conocía y él sabía que me derretía es que solo mirarlo me moría de ganas de besarlo sus ojos verdes intensos, con ese cabello rubio espectacularmente llamativo, la barba siempre bien cincelada, su porte de un hombre que va al gimnasio todo él dice ven a comerme todo… Dejé de pensar en eso y volví a dar otro sorbo a mi copa de vino está vez sin dejar nada. —¿Nerviosa?— pregunta él con esa mirada sexy y la sonrisa más perfecta que pueda existir en este planeta. «Diablos» por qué tiene que seguirme gustando, no entiendo después de lo que me hizo y espera un momento ¿tiene un hijo? —Ya deja de jueguitos, tú no tienes vergüenza eres un idiota de lo peor y si no fuera por qué tu esposa está allá te daría una buena patada en las bolas.— él soltó una carcajada. —Oh, ya apareció la sexy victoria que tanto me encanta y me excita.— yo tuve que tragar grueso estaba loco de verdad, ¿no le interesa que su esposa estaba detrás de nosotros y podía escuchar eso? —Eres un desvergonzado.— dije ignorando ese comentario. —Contigo Vicky puedo ser todo lo que tú quieras.— él sabía que me ponía nerviosa y estaba jugando a hacerlo quería ganar, pero no saben que dos pueden jugar el mismo juego y que yo cuando quería ser una zorra podía serlo. —Claro bebé yo sé que te doy unas ganas increíbles de querer poseerme de hacerme tuya en esta misma mesa…— dije con una voz lo más sexy que pude y con el corazón casi en la boca por los nervios. Él abrió sus ojos e hizo lo más inesperado levantó su pie debajo de la mesa y comenzó a rozar mi pierna desnuda, ya que mi vestido no llegaba hasta ahí. Quité mi pierna y me acomodé. —No tan rápido, cariño sé que es lo que planeas y sabes algo eres un asqueroso, tu esposa está allá y solo piensas en sexo con otra mujer—. «¿Si no quieres estar con ella entonces por qué mierda te casaste?» La vida me vuelve a jugar una mamá pasada y ahora estoy de nuevo en esta maldita situación, este idiota no ha cambiado nada, pero me temo que todavía me gusta este desgraciado.
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