Narra victoria Cassano.
Me acerco a la barra para pedir un buen trago, el mismo mesero tatuado me atiende y no puedo evitar coquetear con él, ya que me gustó desde que lo vi, él sonríe de forma juguetona y hace comentarios un poco subidos de tono, pero eso me gusta, no soy el tipo de mujer que se va con rodeos me gusta ser directa.
—Entonces ¿tienes mucho tiempo trabajando aquí?— pregunto antes de darle un sorbo a mi trago de tequila. Siento como el fuego pasa por mi garganta y algo se enciende en mi cuerpo, es extraño porque apenas es el primero y soy el tipo de personas que un solo trago no me pone así. Él me ofrece otro y yo acepto, al beber el siguiente me siento aún peor...
—¿Qué rayos tienen esos tragos? Me siento mareada— digo dejando el vaso de vidrio en la barra, la rodea la barra y me sujeta para evitar que me desplome en el suelo.
—Creo que debe ir a su habitación señorita, necesita descansar— yo asiento colocando una mano en mi cabeza, ya que todo me da vueltas…
—¿Cuál es tu nombre cariño?— pregunto al mesero que me lleva casi cargada para mi habitación.
—Soy Eduardo señorita— yo sonrío aparentando su mejilla.
—Eres adorable Eduardo.
«Ya ni sé que rayos digo»
Me lleva hasta el ascensor, oprime el botón, pero siento algo muy raro, en todo esto, cuando llegamos al piso correspondiente con mi habitación él pregunta dónde es, yo señalo la puerta número 6 y él avanza, pasamos por la habitación de Amelia y empiezo a gritar su nombre…
—¡Amiga, aquí estoy! Borrachita, bueno no es algo raro en mí, pero ¡Amelia!— grito su nombre y Eduardo coloca una mano en mi boca…
—¿Qué haces?— pregunto mirándolo confundida.
—No puede hacer ruido aquí señorita, vamos a su habitación— llegamos hasta la puerta, él me pide las llaves y yo se las doy, entra conmigo en brazos y cierra la puerta...
—¿Por qué cierras la puerta? Eduardo te estoy hablando— pregunto aún mareada e incapaz de defenderme, él me lleva a la cama y me recuesta. Yo veo borroso y no sé que rayos está sucediendo.
Eduardo se viene sobre mí y empieza a tocar mi cuerpo desde mis pechos hasta llegar a mi parte más sensible, yo siento incomodidad y trato de quitarmelo de encima.
—¡Basta, Eduardo! No quiero— él me sujeta por el cuello diciendo.
—¿Ahora no quieres? Después que estabas de regalada allá abajo— yo trato de usar mis manos para defenderme, pero las fuerzas se me van de a poco...
—¡No, ya déjame por favor!— abre mis piernas con sus rodillas y empieza a desabrochar su cinturón para bajar sus pantalones, yo sigo moviéndome para evitar que este idiota me viole, pero mis putas fuerzas me abandonaron.
—¡Auxilio!— exclamo aterrorizada, él me da una bofetada para callarme y me deja aturdida. Cierro mis ojos esperando lo peor y en ese momento creo que todo es un sueño, al ni sentir nada abro mis ojos nuevamente y veo a Arturo hablándome, pero no sé si es por el shock que no puedo escuchar nada, hasta un momento que todo se hace más claro y puedo escuchar nuevamente, yo lo abrazo fuerte sintiendo como las lágrimas recorren mis mejillas.
—¿Estás bien, te hizo algo ese bastardo?— yo niego con mi cabeza tratando de responder.
—Estoy bien— lo vuelvo a abrazar y él besa mi coronilla.
—¿Dónde está ese tipo?— pregunto mirando alrededor.
—Se lo llevó seguridad, hablaré con la encargada para que lo metan a la cárcel, ese idiota intento abusar de ti, Vicky si yo no hubiera llegado ese desgraciado te viola— escuchar esas palabras hace que mi corazón se acelera y mis manos tiemblen, realmente no necesito pasar por más traumas en mi vida.
—¿Te sientes mejor?— yo asiento, al parecer ese idiota echó algo en mi trago para mantenerme indefensa y poder hacerme cuánta cochinada se le ocurriera.
—Debes descansar, yo estaré pendiente de mi teléfono si necesitas algo— él se levanta para retirarse, pero siento tanto temor de quedarme sola y debo pedirle que se quede conmigo solo por esta noche.
—Arturo, espera un momento— digo en un tono bajo, él voltea y me mira preguntando.
—¿Qué sucede estás bien?— yo asiento y no sé cómo pedirle que se quede, pero tomo un poco de aire y abro mi boca para preguntar.
—¿Puedes quedarte conmigo? Es que… bueno, yo… no quiero quedarme sola— él me mira pensando unos segundos y se acerca.
— Está bien, puedo dormir en el piso ¿te parece bien?— yo asiento lentamente
—Ten.— digo extendiendo unas almohadas y sábanas para que pueda acomodarse en el piso. Él las toma y las arregla, y empieza a desvestirse...
—Espera ¿qué haces?— pregunto con una ceja levantada.
—Yo duermo en ropa interior— dice encogiendo sus hombros, abro mis ojos y asiento.
—Bien, yo me daré una ducha— me levanto de la cama y saco de mi equipaje ropa para cambiarme, desafortunadamente solo traje baby doll para dormir, suelto un resoplido, tendré que hacer de chica veloz al salir del baño, tomo mi ropa transparente y camino al baño.
—Si quieres te ayudo— dice con una sonrisa en sus labios, yo niego con mi cabeza.
—Gracias por ser tan atento, pero yo puedo bañarme sola— entro al baño rápidamente, me soy una ducha y me coloco mi pequeña bata transparente, antes de salir del baño asomo mi cabeza, veo a Arturo en el suelo con los ojos cerrados y eso me parece extraño, no pasó tanto tiempo para que se haya dormido tan rápido... Encogí mis hombros y salgo con mucho cuidado de no despertarlo.
Entro a mi cama, me coloco la sábana para cubrir mi cuerpo y en ese momento Arturo abre su boca...
— Todavía los usas para dormir, te ves tan sexy con esos pequeños y transparentes… carajo Vicky no soporto más esto— dice antes de levantarse del suelo y subirse a la cama...
—¿Qué haces? Bájate de mi cama— exclamo con los ojos muy abiertos. Pero él sigue avanzando haciendo que mi cuerpo tiemble y mi corazón quiera salirse de mi pecho.
—No soporto más tenerte tan cerca y no poder hacerte mía— usa ese tono de voz tan sexy sumergido en deseo que siempre me ha enloquecido.
—Por favor Arturo, no puedo— digo en tono de súplica y se sube encima de mí mirándome a los ojos.
—Solo déjate llevar por esta noche Vicky— yo cierro los ojos tratando de pensar, pero es casi imposible teniéndolo encima de mí y tocando mi cuerpo para despertar cada sensación de mi ser enloqueciendo todos mis sentidos.