Narra victoria Cassano. —Arturo, no puedo, entiende que esto está mal— digo en un susurro mientras mete su mano por debajo de la sábana para alcanzar mis muslos. —Dime que no quieres y me iré Vicky, te deseo ¿no me digas que tú no me deseas?— yo veo sus ojos fijos en los míos, y en ese momento olvidé todo por un instante, me dejé llevar recordando esos tiempos en los que disfrutábamos estar juntos sin importar nada más. Beso sus labios colocando mis brazos alrededor de su cuello, ambos nos fundimos en ese beso dándole tiempo solo a respirar, yo gimo ante el deseo de sentir su cuerpo sobre el mío y al sentir el contacto de sus manos contra mi piel, siento que arde en deseo absoluto. Sus manos quitan la sábana que es lo único que nos separa de estar piel a piel, me quita la pequeña bata