—Eso mismo me pareció a mí el día de mi llegada— señaló el Coronel—, y también consideré extraño que el Conde sólo tuviera a esas dos personas para ocuparse de una casa tan grande. —¿De verdad que anda tan mal económicamente?— preguntó la señora Campbell. Su esposo hizo un gesto de impotencia con las manos. —Yo ya he tenido problemas para poder conseguir el suficiente pienso para los caballos— dijo—, y estos no son nada como lo que yo había esperado descubrir en las caballerizas. —¿Quieres decir que cuando viniste aquí por primera vez no viste las caballerizas, Euan? —Su Señoría sólo me mostró un establo— respondió el Coronel—, y me dijo que los caballos estaban pastando. Ahora que estoy aquí es cuando me he dado cuenta de que son muy pocos y de lo difícil que es convencerlo de que co