CAPÍTULO V Devona y el Conde se retiraron temprano, tal y como él lo había sugerido. Ella estaba tan cansada, que se quedó dormida casi de inmediato. Se despertó al perturbarla algo. No estaba segura de qué era. Observó que la luz del sol entraba por detrás de las cortinas, anunciando que ya era de día. Pero todavía estaba segura de que algo la había despertado, y no, precisamente, aquella luz. Se bajó de la cama. Entonces vio que por debajo de la puerta habían deslizado una nota. Devona la levantó y, por la escritura, se dio cuenta de que era del Conde. Éste le había escrito: “Quédese en su habitación hasta que yo la envíe a buscar, que será, más o menos, a la hora de la comida. Tan pronto como lea esto, ponga al otro lado de su puerta un vestido que le quede bien…” La nota n