CAPÍTULO IV Devona se encontraba arreglando unas flores en el salón cuando oyó al Conde regresar. Había tardado más de lo que ella imaginara en un principio. Dejó a un lado las bonitas flores que estaba acomodando en un florero y se dirigió al vestíbulo. El Conde se bajó del vehículo y se acercó hacia En su rostro había una expresión muy seria. Devona había pensado bajar corriendo los escalones para recibirlo, pero se quedó inmóvil. Esperó una vez más con aquella sensación de terror en el corazón. El Conde subió lentamente los escalones. Como no dijo nada, Devona le preguntó: —¿Todo está... bien? ¿Averiguó usted lo que quería saber? —Ahora mismo se lo voy a decir— respondió el Conde pero creo que debemos pasar al salón o al estudio, donde usted prefiera. Devona respiró hondo. A