CAPÍTULO III Para sorpresa suya, Devona durmió bastante bien Y se despertó temprano. Le llevó algún tiempo concienciarse de lo que había sucedido. Entonces recordó que estaba sola en la casa con un muerto, y se estremeció. «Tengo que ser sensata», se dijo. «Tengo que comportarme como lo hubiera hecho mamá bajo estas circunstancias». Se levantó y se puso el vestido oscuro que le habían hecho para el funeral de su madre. Pensó que era lo que el nuevo Conde esperaría de ella. Además, sus otros vestidos eran ya casi unos harapos. Bajó lentamente al piso inferior, a buscar algo para desayunar. Y entró en la cocina, dirigiéndose desde ella a la despensa. Sorprendentemente, encontró algo de conejo y un poco de café. No había reparado en ello la noche anterior, quizá por la escasez de l