—Y eso es todo, señores —dijo Xander, dando por terminada la reunión. Habían pasado varias semanas, donde el apetito sexua’l no había disminuido en ninguno de los dos. Lo hacían cada vez que podían y donde se les ocurriera. El peligro de ser descubiertos volvía todo más excitante. Él se levantó de su asiento y ella lo imitó, mientras se despedían de los socios y accionistas. Tomaron el ascensor para subir hasta la oficina, y en cuanto las puertas del ascensor se cerraron, él la atrajo a sus brazos y devoró sus labios con pasión. De pronto se detuvieron en un piso y él se separó, fastidiado. Cuatro hombres bien vestidos se unieron a ellos. Ella se arregló el pelo, disimulando, y lo miró un poco divertida, en cambio él miró a su alrededor con disgusto por la interrupción. —Señor Ston