Casada con mi Jefe

Propuesta conveniente

Christine parpadeó varias veces, estupefacta por lo que acababa de oír, pero de pronto comenzó a reír sin control.

—Señor Stone, ¿se encuentra bien? —sacudió la cabeza, incrédula—. Creo que la noche le está afectando demasiado…

—Necesito que seas mi esposa, Christine —repitió él, ignorando sus palabras de manera tajante—. Por supuesto que será un acuerdo que va a beneficiar a ambas partes, te conozco bien y sé que podrás…

—Espere, espere —ella lo detuvo de manera acelerada, alzando una mano—. ¿Esto es en serio? ¡Pensé que era una broma que me gastaba!

El rostro de Xander se endureció.

—¿Tengo cara de comediante, Christine?

—Señor Stone…

—Llámame Xander —le corrigió él, suspirando.

Ella lo miró con ojos muy abiertos. ¿Qué no le había pedido que lo llamara señor Stone horas atrás? ¡El muy bipolar!

—No estoy entendiendo nada —murmuró, sintiendo que las manos le temblaban un poco—. ¿Cómo va a pedirme matrimonio de esa manera, acaso espera que me lance contenta a sus brazos?

—Eso me encantaría y lo sabes —sonrió él de medio lado, seductor.

Christine sintió que el corazón se le aceleraba por sus palabras, además de la mirada que le dirigió su jefe de arriba a abajo, como si se tratara de una valiosa pieza de arte.

“Sólo quiere follar contigo, no te dejes engañar,” dijo una vocecita en su cabeza.

La sacudió una y otra vez, tomando de manera inconsciente la manija del auto para salir de ese asfixiante espacio, pero una firme mano se lo impidió, haciendo que se sobresaltara.

—Christine…

—Ya deje de llamar de esa manera —le espetó, soltándose de su agarre—. Llevo casi un año trabajando para usted y sé de sus intenciones nada inocentes, ¿por qué de pronto me habla de un disparatado acuerdo?

Xander se echó hacia atrás en su asiento, soltando un hondo suspiro. ¿Por qué se lo tenía que poner tan difícil? En verdad era una mujer obstinada.

—Ya te lo dije, es un acuerdo que nos beneficia a ambos —se volvió hacia ella, mirándola a los ojos—. Por ejemplo, te serviría para pagar el tratamiento de tu padre.

Christine se quedó paralizada, mirándolo con incredulidad. ¿Cómo se había enterado de eso? ¿Acaso era un acosador?

—¡¿C-cómo demonios lo supo?! —exclamó algo asustada.

Xander tuvo que reprimir una sonrisa al ver su expresión. ¿Por qué tenía que poner esa cara, como si fuese un vil delincuente?

—La investigué, no fue difícil luego de verla en el hospital con su padre y cargando esa expresión de preocupación —dijo el hombre de manera sincera, ganándose una mirada incómoda de parte de la shockeada chica—. Sé de las deudas que tienes y lo que te cuesta pagar las cuentas todos los meses, Christine.

Esta sintió un nudo en la garganta, no esperaba que su jefe se enterara de sus problemas de esa forma y que encima, le propusiera un acuerdo de ese calibre.

—¿Por qué yo? —no pudo evitar preguntar a media voz.

—Creí que ya lo sabías, Christine —dijo él de manera tranquila, mirándola con deseo.

La chica sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal cuando su jefe se acercó a ella y acarició su mejilla de manera suave, dejándola atontada y sin habla.

—P-pero…

—Necesitas dinero y yo una esposa por contrato —se encogió de hombros, sin quitar la vista de sus labios—. Por supuesto que firmaremos unos papeles y que esto tiene un tiempo de caducidad. Tendrás todo el dinero que necesites y más, podemos discutir los pormenores mañana en mi oficina, si es que prefieres continuar trabajando allí.

Aquello la asustó. ¿En verdad estaba pasando?

Había rogado por un milagro, pero no sabía que este vendría vestido de traje y que además, tendría el rostro de su arrogante y cínico jefe.

—Yo… yo… —la lengua parecía habérsele pegado del paladar.

—¿Te doy tiempo para pensarlo? —intuyó él que no estaba lista aún, aunque rogaba porque eso cambiara—. Tómate un par de días si quieres, pero en verdad necesito una esposa con urgencia.

“Como si se tratara de un simple objeto,” pensó ella con incomodidad, al ver los brillantes ojos verdes de su jefe.

—D-de acuerdo —alzó la barbilla, para dejar de verse como un conejillo asustado—. Le daré mi respuesta en dos días. Solo quiero saber si va a despedirme en caso de ser una respuesta negativa.

Eso era lo que más temía. No podía quedarse sin empleo y la propuesta era demasiado tentadora, pero no podía ignorar que ese hombre era como el mismísimo demonio y que ella podría salir quemada con su fuego.

Xander la miró alzando una ceja. ¿Acaso tenía un concepto de que era una bestia? Le ofendía un poco, pero se dijo rápidamente que no podía culparla luego de lo que había pasado.

—En caso de no aceptar el acuerdo, seguirá cumpliendo sus funciones en la empresa, pero como asistente del vicepresidente financiero —dijo él con una tos discreta, pensando que la nueva colocación sería más conveniente para ella que para él.

Christine suspiró largamente, sintiendo un ligero alivio de que no sería despedida si decidía no dejarse tentar por ese hombre peligroso de ojos verdes.

—Bien, entonces… —no sabía qué debía decir, todavía se encontraba algo desconcertada por lo que estaba pasando—. Entonces nos vemos mañana en la oficina.

Xander reprimió las ganas que tenía de besarla hasta sacar un gemido de su apetecible boca, diciéndose que el asunto no había salido tan mal después de todo, y que no quería que la chica saliera corriendo despavorida por su desfachatez.

Ya se había contenido por bastante tiempo de meterse en sus bragas, iría poco a poco, y si ella aceptaba el acuerdo de matrimonio, estaba seguro de que podría lograr sus objetivos hasta sentirse saciado.

Luego, simplemente se desharía de ella.

—Hasta mañana, señorita Reynolds —volvió a su papel de frío jefe, dejando a la chica de una pieza.

La miró con una ceja alzada y ella se apresuró a salir del auto, ya que llevaban mucho tiempo delante de su casa y podía despertar sospechas.

Xander la miró caminar hasta su casa, soltando un hondo suspiro, porque la mera presencia de la chica le había dejado una dura erección que estaba seguro, no iba a lograr bajar fácilmente.