Christine agitó frenéticamente su mano al ver a su mejor amigo. Había pasado un mes desde la última vez que hablaron, tiempo donde ella estuvo compartiendo más con Xander y él se había comportado como todo un caballero. No había vuelto a tocarla, ni siquiera se le había insinuado. —¡Preciosa! ¿Qué tal estás? —Giorgio la abrazó con fuerza—. ¿Qué es de tu vida? ¿Qué has hecho? “Me casé con mi jefe, ¿puedes creerlo?" —Mucho trabajo, papá está mejorando —se encogió de hombros, incómoda por ocultarle cosas—. ¿Y tú? ¿Qué tal va todo con Jamie? —Uff, de maravilla —le sonrió, animado—. Creo que me saqué la lotería con ese espécimen. Mientras Giorgio le contaba todos los pormenores de su relación, la mente de Christine comenzó a divagar, recordando la forma en que Xander la trataba. En ver