Cadmia tenía los brazos cruzados y su pie golpeaba el suelo – si no salgo ahora llegaré tarde.
– Su alteza real…
– Está ocupado, ya lo sé, pero esta fue una invitación de la reina – resopló – él no llegará, ¿cierto?, entonces vámonos – caminó y subió al carruaje. Cadmia Le Mar estaba preparada para ser plantada, no era la primera vez ni tampoco la segunda, sí había algo que sabía del príncipe Andrés eso era su nulo interés en sus prometidas.
Bufó.
Sus primeros días en el castillo fueron soñados, la reina era tan enigmática, elegante y misteriosa, un modelo de su vida futura, los detalles del castillo eran abrumadores y el príncipe Andrés fue su esposo soñado.
Pero pasadas las primeras semanas, la magia se esfumó, si es que alguna vez existió.
Las reuniones con la reina se volvieron t
