Capítulo 32
¡lo estaba violando!
Al ver su sonrisa juguetona Sebastián quedó perplejo, ¡ahora le gustaba más esta morena!, algo que parecía imposible, soltó una de las manos que sostenían su cintura, tomó su nuca y la besó… era un beso dulce, lleno de sentimientos que ninguno de los dos sabía que existían.
Pero, aunque ciertamente ya no estaban bajo los efectos de la droga, Lucrecia no quería que el la soltara, ser besada por él se sentía muy bien y quería mucho más, necesitaba fundirse de nuevo con su piel.
Con esto en mente, aprovechó la enorme mano faltante alrededor de su cintura, levantó una de las piernas que tenía cruzadas sobre las piernas del hombre y dándose media vuelta con agilidad encima de su cuerpo, asegurándose de no romper ese beso que se había convertido rápidamente e
