¿acaso, me envió a otra mujer?

1107 Words
Capítulo 3 ¿acaso, me envió a otra mujer? Sebastián ya tenía una hora tomando una ducha, en este punto era imposible no darse cuenta de que era ese aroma lo que lo volvía loco, no se atrevía a abandonar el agua fría porque sentía que perdería los estribos en cualquier momento y podía sucumbir ante los deseos de quienes le tendieron esta trampa y llamar a su “prometida” para que lo ayudara a lidiar con “el problema”, pero eso para él era imposible, aunque lo obligaran a comprometerse esta noche y tuviera que casarse mañana con ella, el jamás se acostaría con esa mujer que fue capaz de manipular a su madre para obligarlo a casarse... Cuando notó la anomalía de su cuerpo inmediatamente supo que ese aroma era otro de los trucos de esa mujer perversa para obligarlo a tener relaciones con ella y así no pudiera escapar de sus garras, pero, jamás volvería a caer en ninguna de sus trampas, sería realmente estúpido si lo hiciera, prefería llamar un servicio de prostitutas, antes de pensar en esa mujer... Aunque Sebastián es uno de los dueños de la cadena de hoteles Hilton sus padres nunca habían estado interesados en dormir en ninguno de sus hoteles dentro de la ciudad, por lo que jamás sintió la necesidad de preparar nada para ellos, por alguna razón que el antes desconocía, pero ahora comprende a la perfección la razón que los impulsó repentinamente a quedarse esta noche, por lo que les cedió su suite en la terraza del décimo quinto piso que tiene todas las comodidades, y él prefirió hospedarse en una de las suites de negocios del séptimo piso, que, aunque no tienen tantos lujos, solo planeaba dormir así que no está mal para él… ahora lo piensa con detenimiento y se siente cada vez más estúpido... Como había transcurrido una hora entera debajo del agua fría, aunque su cuerpo continuaba caliente Sebastián tuvo que salir de la ducha a regañadientes, se secó parcialmente el cuerpo, dejando deliberadamente algunas gotas de humedad, no le importaba resfriarse, de hecho, prefería la sensación de estar resfriado a sentir esta maldita excitación y tener que contenerse escondido como un adolescente, si no tuviera un serio problema con la limpieza y le pareciera que las prostitutas están sucias, definitivamente ya hubiera llamado a tres para sacarse este malestar, pero nadie sabía mejor que él lo ridículamente inútil que sería intentarlo. Solo se cubrió con una toalla, si usaba otra prenda sobre su cuerpo Sebastián pensaba que definitivamente moriría de asfixia. Al salir del sanitario para llamar a su asistente con intención de que le trajera un médico con urgencia, por un instante tuvo que detenerse en su sitio, no había alcanzado el teléfono cuando, su agudo oído escuchó un sonido proveniente del balcón, tuvo que prestarle mucha atención para saber que sus oídos no lo estaban engañando… Pensando en que, definitivamente la persona del balcón podría ser esa mujer del demonio tramando una manera para terminar de cumplir su plan, un arco malicioso se dibujó en las comisuras de sus labios… Ya que está demostrando ser tan valiente que se atrevió a venir, él sería capaz de usar cualquier táctica sin importar lo despreciable que sea para obligarla a confesar dónde se encuentra escondido el difusor de ese maldito aroma del demonio que lo está volviendo loco, necesita destruirlo antes de echarla de su suite sin piedad, y es que, por más que buscó como un desesperado no logró encontrarlo, sabía que sus pensamientos en este momento eran tan simples que podían meterlo en un problema más grande en el futuro, pero eso no podía importarle menos en este momento, solo quería acabar con esa terrible sensación para poder pensar con claridad. Con esta intención comenzó a caminar cuidadosamente siguiendo el sonido, pero a mitad de su camino se detuvo un segundo, un brillo perverso iluminó su mirada por un instante, se dirigió al lugar donde se encontraba su ropa y sacó el cinturón de su pantalón, lo enrolló en su mano mientras decía con malicia “¿necesitas tenerme a cualquier costo? ¿Quieres tener una noche apasionada conmigo sin importarte nada más? Pues, hoy me siento complaciente, ja, ja, ja… ¡la tendrás!” En ese momento ya se encontraba loco de la ira y frustración porque con el efecto de ese maldito aroma, si la mujer infernal se niega a decirle donde se encuentra el difusor durante sus primeros cinco minutos, lo más probable es que no sea capaz de controlarse ante sus feromonas, al fin y al cabo, sigue siendo un hombre. Con este pensamiento, sus ojos fieros y su cinturón en la mano dispuesto a darle una lección, se dio un golpe en el estómago para que el dolor lo ayude a mantener la compostura, y continúo su camino, un caballero jamás golpearía a una dama ni con el pétalo de una rosa, pero ya esta mujer logró sacar a Sebastián de sus cabales y hoy, le daría una muestra de lo que es capaz de hacer un hombre al que han provocado lo suficiente para perder los estribos. Al abrir la puerta del palco quedó atónito, mirando una menuda figura femenina trepando con extrema dificultad la pared externa intentando entrar a su balcón, pero, era imposible que esta fuera la mujer que esperaba ver aquí. Frunció el ceño, porque, aunque parecía una cosita sucia y desordenada colgando de la pared, de hecho, era una mujer muy atlética y seguramente tiene algún tipo de entrenamiento para poder escalar de esa manera, si bien no había terminado de subir, podía comprender por su simple osadía de trepar a un balcón ubicado en un séptimo piso, que tiene una excelente condición física, desde su ángulo, solo podía ver su piel morena y su vestido que alguna vez fue rojo, lleno de polvo y desgarrado… estaba tan impresionado que por un instante no supo que hacer, ni que pensar, únicamente, dejó caer el cinturón de su mano. Quedó con la boca abierta de la estupefacción cuando la chica sin importarle que su vestido estaba tan desgarrado que casi no le cubría nada por debajo, haciéndolo quedar como una minifalda, o su presencia en el lugar intentó subir una pierna por el barandal para lograr su cometido, pero seguía estando muy abajo y su pierna no alcanzó llegar, era obvio que no le interesaba en lo más mínimo su presencia como tampoco le importó cometer el delito de entrar a su habitación de esa manera tan particular aunque por el momento ¡no lo logró!
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD