Capítulo 2
El problema
La mujer, al verse desesperada comenzó a correr, pero ¿Cómo podría ser rival para tantos hombres bien entrenados?, de igual manera pensó ‘¡la esperanza es lo último que se pierde!’ mientras se quitaba los tacones de aguja de veinte centímetros y los lanzaba con fuerza contra los hombres que estaban cada vez más cerca de alcanzarla, logrando que algunos incluso cayeran torpemente al suelo, únicamente de esta manera pudo hacer tiempo para continuar con su desesperado escape.
Finalmente, salió del hotel Hilton, pero ya estaba tan agotada que jadeaba y apoyaba las palmas de las manos en sus rodillas para descansar mientras pensaba
“sí sigo corriendo me alcanzarán más rápido, si tomo un taxi desde aquí alcanzarían el vehículo y será imposible escapar de sus garras”
Negó con la cabeza mientras su cerebro trabajaba con rapidez, de pronto giró su vista para echar un vistazo a los hombres que venían persiguiéndola, notando que ya estaban muy cerca sintió que, si no hacía nada en pocos segundos la alcanzarían, y todo su cuerpo tembló cuando al darse la vuelta de nuevo miró que frente a ella había otro batallón de súbditos, pero, estos eran de su supuesto prometido que también tenían instrucción de atraparla.
Ese hombre no la dejaría escapar de ese horrible compromiso, ¡ella lo sabía!, lo supo desde el mismo instante en el que vio sus ojos lujuriosos mirando fijamente el escote del vestido que había sido cuidadosamente preparado y enviado por la esposa de su papá, para que ella usara esta noche.
Aunque la tenían rodeada ninguno de los dos bandos la había alcanzado, y es que, por su identidad nadie se atrevía a tocarla; pero, supo de un vistazo que no tenía donde esconderse y debía actuar rápido, aunque no se atrevían a tocarla, había maneras mucho más despiadadas de llevársela, ella las conocía todas y todo su cuerpo se estremecía de solo recordarlo, así que, sin atreverse a pensar demasiado para no demorarse más, tomó una decisión arriesgada, ya su vestido tenía una larga abertura en una pierna, giró su cabeza en dirección al jefe de los subordinados de su padre, sonrió ampliamente mientras rasgaba desde el ruedo la otra pierna de su vestido hasta el lugar que todos deseaban mirar, pero nadie se atrevía, todos conocían el carácter celoso y despiadado del hombre que le pagó a la corona para casarse con esta mujer, era totalmente capaz de sacarle los ojos a quien se atreviera a mirar demasiado sus pertenencias .
“dile a tu despreciable y despiadado Rey, que será mejor para él y su infame familia real que me destierren y que se olviden de mi existencia; porque, aunque algún día me encuentre, si tiene la intención de usarme tendrá que asesinarme primero, nunca me podrá convertir en otra de sus fuentes de ingresos, no soy su moneda de cambio, y nunca me doblegaré ante él y cumpliré su voluntad escúchame bien y transmite mi mensaje completo ¡Nunca!”
Después de prácticamente gritar esas palabras, envolvió el trozo de vestido que había recortado en ambas manos y con un gran salto, comenzó a escalar la pared, trepándose por el alero y usando los adornos de la pared como punto de apoyo, pensando que sería un suicidio si decidiera escalar por las ventanas e irrumpir en los balcones…
En el momento que decidió comenzar a escalar la pared, ella supo perfectamente que esos súbditos no tendrían el valor suficiente para perseguirla y mucho menos para atreverse a tocarla, era bien sabido que eso los llevaría directamente a una muerte violenta o, en el mejor de los casos, a la pérdida de sus empleos y de alguna de sus extremidades, porque, además de su padre, quien en el futuro se convierta en su esposo y el médico real en caso de emergencias, los únicos hombres que tienen permitido acercarse a ella son los eunucos.
Pero, ¿Cómo podrían estos guardias simplemente rendirse y no culminar su misión? Ellos eran los mejores de la corona, el ejército personal del Rey, definitivamente la buscarían por todas las habitaciones así tuvieran que sacar a todos los huéspedes para acorralarla y llevársela enjaulada.
Mientras escalaba esa pared plana con mucho esfuerzo, la mujercita estaba pensando en esto y se llenaba de vigor, definitivamente no podía perder demasiado tiempo… entró en la primera ventana que encontró y sin salir de la habitación que afortunadamente estaba vacía, fue a buscar la última ventana, está era la pequeña ventana del sanitario que, aunque fuera extremadamente diminuta, solo tendría sentido salir por allí ya que era la única que coincidía con una pared que daba al otro lado del edificio, salió con mucho esfuerzo, notando que sus cálculos fueron correctos, ninguno de los hombres que la seguían vigilaban desde abajo, suspiró aliviada, pero sin perder más tiempo continúo trepando, de esta forma, se le facilitó mucho más el escape, porque, aunque todos miraron que entró en una habitación, con la rapidez de sus movimientos y su agudeza mental logró perder a sus perseguidores por más tiempo.
Usando la misma táctica cambió muchas veces de habitación mientras subía algunos pisos por las ventanas y otros por las escaleras de emergencia evitando las cámaras de seguridad, a los curiosos, y a los camareros que eran los más fáciles de sobornar, ya estaba exhausta, pues tardó casi una hora en llegar al sexto piso, pero, cuando intentó entrar de nuevo a las escaleras escuchó la marcha de varios hombres subiendo, y corrió en dirección opuesta entrando a una de las habitaciones que acababan de ser aseadas y la puerta por suerte para ella se mantuvo abierta, pues, los huéspedes que abandonaron la habitación hace poco se habían quejado de un aroma extraño proveniente del ducto del aire acondicionado, eso, ella no tenía manera de saberlo, y de haberlo escuchado nunca le hubiera interesado pues, ¿Qué podía ser más importante que su vida en este instante?
Sin importarle nada más que mantenerse a salvo para recuperar su libertad, entró en la habitación y cerró la puerta, en esta suite había un balcón abierto, ya le dolían las manos, pero lo único importante en este momento era escapar, por lo que, ignorando el dolor en sus piernas, en sus muñecas y los raspones en las palmas de sus manos, se subió al barandal llegando de un salto al alero del balconcillo, miró hacia la planta baja, donde de este lado ninguno de los esbirros que la perseguían vigilaba, sonrío, un brillo de astucia cruzó fugazmente por sus ojos cuando comenzó a escalar al siguiente palco, contando con que solo le faltaban unos pocos pisos para llegar a la terraza y finalmente poder hacer una llamada telefónica a alguien que la ayude a salir con seguridad de este lugar…