Capítulo 06 | Esposa para Navidad |

1493 Words
Giro mi cuerpo, fingiendo asombro por las dos personas que están congeladas. ─Oh, lo siento, ¿Dónde están mis modales? Es que es inevitable estar despegado de sus labios, es que es tan hermosa ¿Cierto? ─Digo, estirando mi mano para estrecharla con él  ─. Soy Christian Warlock, espero les haya hablado de mí  ─acoto, guiñándole el ojo al pasmado elfo. ─Un gusto… la verdad estamos sorprendidos, nos estaba comentando de ti ¿Su prometido, cierto? Enhorabuena, justo en esta época estamos celebrando aniversario  ─dice el sujeto. ─Que bueno… disculpa ¿Tu nombre? ─Digo, con alevosía, observando los ojos cafés de él y los azules de su esposa. ─Patrick Dowals, y ella es mi esposa, Adele  ─menciona y sujeto también la mano delgada de la chica. Que parece salida de una revista PlayBoy. ─Un gusto, ¿Se van a quedar en River? ─Cuestiono, pasando mi brazo por los hombros del elfo congelado. ─Sí, hasta Navidad  ─comenta, carraspeando. ─¡Qué bueno! Podrán ir a nuestra boda, están invitados, por supuesto. Todos los amigos de mi hermosa Noelle, son bienvenidos a celebrar nuestro amor… ¿Cierto, elfito precioso? ─Inquiero, bajando la mirada, para encontrarme con dos luceros grises, perdidos en la nebulosa. Pestañea, mirándole al estirado castaño. ─Sí… ¿Elfito? ─Responde finalmente. ─Así me gusta decirte de cariño, es que eres tan pequeñita y tierna  ─digo, pellizcando su mejilla. Suspiro, mirando a los salidos de una revista. ─Creo que nos veremos por ahí, iremos a fornicar como locos  ─manifiesto de repente. Ondeando mi mano. Para arrastrar a Noelle conmigo, lejos de esos dos que se han quedado pasmados. ─¿Qué rayos? ─Murmura ella en un gruñido. ─Creo que tú y yo nos llevaremos muy bien, luego de todo  ─digo, llevándola lejos del lugar. Ella se aparta de mí, mirándome con odio. ─No sé qué demonios has hecho, pero la has cagado ¿Cómo crees que me sentiré cuando llegue navidad y otra vez me abandonen antes de la boda? ─Cuestiona, preocupada. ─Oye, mírame  ─pido, posando mis manos en sus hombros, obligándole a mirarme con sus luceros grises e intensos. ─Se dice “gracias, guapo” ─murmuro. Ella rueda los ojos, y una carcajada sale de mí. ─De verdad me gustó verle la cara de “qué está pasando aquí”, fue muy chistoso ahora que lo pienso. Parecían dos estreñidos, tratando de pujar  ─suelta, riéndose. Sonrío, asintiendo. ─Pero no vuelvas a besarme sin mi consentimiento, te arrancaré las bolas de un solo tajo  ─amenaza, dándome miedo de solo imaginármelo, y dolor. De repente, sus ojos se entornan en mí, sonriendo. ─Se me acaba de ocurrir algo  ─declara, asustándome ahora sí. > pienso, cubriéndome la entrepierna con mis manos. Me aparto de ella, ante su semblante emocionado. ─¿Tú necesitas una esposa, cierto, para cobrar la herencia y salvar tu miserable vida? ─Pregunta, moviendo sus manos al mismo ritmo de sus palabras. ─Sin lo de “miserable” pero sí  ─respondo. ─Yo necesito dinero, para mi pastelería. También me gustaría demostrarle a ellos que de verdad me casaré… así que ¿Qué tal si te ayudo y tú me ayudas? ─Propone, coloco mi semblante pensativo, notando que tiene mucho sentido lo que dice la loca que quería dejarme morir en el frío. ─Me parece… justo, ¿Cuáles son tus condiciones? ─Inquiero, tomando atención. ─No me beses si no es necesario, nada de intentar propasarte porque te cortaré alguna extremidad, por favor, nada de ser meloso excesivo, no soy así.  Y dudo que tú también lo seas… vas a respetar mi amor por la navidad, con eso ni te metas y  me darás el dinero que necesito para mi pastelería ¿Trato? ─Dice, estirando su mano. La observo con atención, pensativo. ─¿Eres muy intensa con la navidad? ─Cuestiono, dudando si podré aguantar así sea por un bien común. La chica se ve un poco loca, o está muy feliz o muy molesta. ─Me llamo “Noelle” ¿Acaso no es la hija de Santa? ─Responde directamente a mi pregunta, indicándome que es una desquiciada. Resoplo, ante una gran sonrisa de su parte. ─¿Dejarás de acosarme? ─No te he acosado, todo me ha llevado a ti, solo cumplo mi trabajo  ─menciona, desviando su mirada. Ruedo los ojos. ─¿Y tus condiciones? ─Inquiere, tomando mi mano. ─Las veremos en el camino  de todo esto, la verdad ya estoy muy asustado  ─digo, estrechando mi mano. Ella da un salto de felicidad, moviendo su cuerpo con pasos sin ritmo. La miro con extrañeza. Se coloca erguida, carraspeando. ─Es el baile de felicidad por ¡El triunfo! ─Exclama, caminando, le sigo. Para seguirle a su lado. ─¿Sabías que sí me dieron una mermelada por solo estar contigo? ─Pregunto, mirando las tiendas. ─Soy famosa, no soy cualquier loca  ─menciona, sonriendo con ensanches, como nunca la había visto sonreír. Arrugo mi cejo. ─¿Eres la mejor loca? ─Digo con gracia y ella me empuja. ─¡Corre! ─Exclama de repente, agachándose para tomar nieve y formarla en una bola. Abro los ojos, corriendo en su contra, pero siento la pelota estrellarse en mi nuca. Ella cubre su boca una sonrisa. ─¿Lo siento? ─Dice, y de repente, veo lo linda que es, como si brillara ¿O también estoy loco? Me cuestiono. Negando con la cabeza. Ella se queda mirándome como: “¿Qué?” pestañeando. ─Oh ─murmuro, desviando mi mirada, rascándome la nuca. Me dejé llevar por mis pensamientos de manera muy tonta. ─¿Quieres ir a la feria conmigo? ─Propone con una sonrisa ─¡No es una cita! Es que… allí estará Patrick, y de seguro querrá hablar mal de mí ─reitera rápidamente. Asiento, dejando salir un suspiro. ─No hay problema, ¿Vamos donde Bob? Me dijo que me llevaría a mi nuevo empleo ─pregunto, Noelle camina a mi lado. ─Puedes pedir tu alacena con este número, lo llevarán a tu casa ─menciona, dándome un papel con un número escrito y unos billetes. ─Si te dejo morir de hambre, Bob me matará ─dice con una sonrisa. ─Que alivio ─digo con sarcasmo. Nos introducimos en la vieja camioneta para dirigirnos a algún lugar que ella no me ha comentado aún. Noelle coloca música en el reproductor, esta vez de country, sin torturarme con los villancicos. Mis pupilas se colocan en la fotografía, atando cabos en mi mente luego de que a la señora Vanessa se le saliera toda la trama de la vida del elfo. ─¿Qué fue lo que sucedió? ─Le pregunto, esperando que me dé su versión. No es que me importe mucho, pero quiero evitar cometer los mismos errores que él, sino, terminaré peor que la foto. Sus ojos se posan en mí, sorprendidos ante mi pregunta. Puedo notar cómo ella traga con dificultad. ─Como sabes, ya me sé la versión de lo que piensan las personas del pueblo sobre ti, te quieren, pero también les das lastima ─murmuro, ella arruga su cejo. ─Lo sé muy bien, sé cómo me miran… por eso quiero demostrarles que ya no soy esa chica tonta e ilusionada ─comenta con nostalgia. ─¿Por eso manejas una remolcadora y tienes un carácter del demonio? ─Inquiero con gracia. ─No. Eso solo es un caparazón, la verdad tengo un lindo corazón, solo que no le supieron apreciar lo suficiente ─menciona, esbozando una sonrisa casta. Sí que es extraña esta chica, pienso, mirando el gris de sus ojos. ─No quiero hablar de eso… puede ser en algún momento ─agrega,  evitando el tema. De repente, cambia la emisora, colocando villancicos para cantarlos emocionada. ─¡Mátenme! ─Grito hacia la ventana, cuando pasamos por un grupo de personas. Noelle me golpea el hombro, provocándome una carcajada. ─Pensarán que te estoy torturando ─dice, mirándome con reproche. ─Es lo que has hecho desde un principio ─digo con gracia, pero ella no lo toma así. Carraspeando para desviar sus luceros pensativos. ─Llegamos ─anuncia, arrugo mi cejo, viendo el bar de anoche. ¿Es una parada para alimentarnos? Me cuestiono. Al bajarnos, nos adentramos en el bar, que de día se ve un poco vacío, pero funciona como un restaurante donde sirven café y bebidas esporádicas de desayuno. El señor Gianlucca nos saluda y en la barra está sentando Bob, quien se gira, sonriendo hacia nosotros. ─¡Ahí están! ¿Pudieron conseguir todo? ─Inquiere. ─Sí… ¿me vas a enseñar dónde trabajaré? ─Cuestiono sin tapujos. ─Así es que me gustan, hombres con deseo de trabajar. Ven para acá muchacho, te presento a tu jefe, Gian ─dice, sorprendiéndome ¿Trabajaré en un bar? No sé si es mejor que el supermercado, pero nunca de mis tantos trabajos lo hice en uno así.  ─Les dejo, tengo cosas que hacer, como adornar mi remolcadora. ¿Tienes todas tus cosas? ─Inquiere hacia mí, mirando mis bolsas. Las levanto, enseñándoselas. ─Sí, gracias… solo me faltó una cosa, ¡Mi chaqueta! ─Expreso y Noelle, sonríe, ignorándome. Para huir. 
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