Ella esboza una sonrisa.
─Bob me pidió un favor y lo estoy cumpliendo ─anuncia, alejándose para dejar el vaso de agua en la mesa.
─¿Me despertaste con agua? ─Inquiero ante la obviedad.
─Colócate ropa, tenemos que ir al mercado del pueblo ─dice, mirándose las uñas.
─¿Vas a responder cómo entraste a mi casa? ─Insisto, aseverando mi mirada en ella, y cubriéndome con las sábanas.
Sus ojos grises se posan en mí, llamativos y grandes.
─Por la puerta ─dice sin más. Miro la puerta con desconcierto.
─La dejaste abierta ¿Sabías que un oso pudo entrar y comerte vivo mientras duermes? ─Inquiere, caminando hacia la cocina.
─Tremendo banquete se hubiera comido ─murmuro, molesto.
─Pues sí, nada mal ─dice, con gracia, mirando mi torso desnudo. Corro hacia el baño ante la perversión de la chica loca de River Hollow. Refunfuñando, tomo una rápida ducha helada, para salir vestido de camisa y jean.
─Deberías de abrigarte ─menciona, y bajo la mirada a mi chaqueta, que tiene puesta.
─Pues alguien me arrebató mi chaqueta… quédate con la tuya ni me queda ─digo, tomándola para lanzarla hacia ella.
La ataja, mirándola.
─Tenías una foto extraña en el bolsillo ¿Era vudú de la generación Z o algo así? ─Cuestiono, colocándome un suéter que traía en el bolso.
Sus ojos se abren sorprendidos y su semblante se coloca nervioso.
─No me digas que tienes menos de veinte, me sentiré extraño si es así ─digo, obviando su cara.
Noelle coloca sus ojos enojados en mí.
─No debiste de tocar lo que no es tuyo ─amenaza.
─Pero si tú me diste la chaqueta ¿Estás loca? ─Cuestiono, harto.
─Cállate y camina… colócate esto, tengo que llevarte a conseguir abrigos de verdad ─dice, desviando el tema, entregándome un gorro de lana azul. Lo tomo, colocándomelo, junto a unos guantes.
─Puedes devolverme mi chaqueta ─acoto, con una sonrisa.
Ella me observa enojada. Saliendo de la cabaña. Tomo mi celular, cerrando la puerta con la llave.
Elevo mis ojos, encontrándome con el cielo claro.
─Pues poco me apetece devolvértela, me sienta… bien ─murmura, entrando a su remolcadora.
─¿Es tuya? ─Cuestiono, hacia el auto.
─Sí, tengo una empresa de remolque. Bueno, soy la única auxiliadora de River Hollow, tampoco es que hay mucho movimiento por aquí ─declara, hurgando en su chaqueta, la de colores.
Al entrar al auto, y cerrar la puerta, visualizo cómo Noelle saca la fotografía, la mira con desprecio y la coloca en el visor de sol, sacando de repente una navaja de mango rojo para clavárselo en el poco rostro que le queda al sujeto de la foto. Abro los ojos, mirándole ¿Qué rayos? Me cuestiono, viendo su sonrisa.
─Así se ve mejor ─murmura, lanzando la chaqueta a un lado, para encender el auto, colocándonos en el camino. Me propongo visualizar el pueblo, que se pintó de blanco de un día a otro, totalmente lleno de nieve, y con las personas quitan la nieve de sus porches. Suspiro, pensando que me quedaré en este lugar más de lo pensado.
─¿Hay mujeres bonitas aquí? ─Cuestiono sin tapujos.
Ella me mira, irguiendo una ceja.
─A parte de ti, claro ─reitero, con sarcasmo.
─Ja, ja… aquí sí hay mujeres, pero creo que les doblas la edad ─comenta, esbozando una sonrisa.
─No puede ser ─murmuro, acariciándome la sien.
─¿Por qué? ¿Acaso piensas ser el próximo Mason y su secta? ─Pregunta, sin quitar la vista del camino.
─Nada, dudo que te interese saber ─digo, mirando un señor que tropieza en la nieve.
─Te acabo de preguntar, no creo que lo haya dicho con tanto sarcasmo ─acota, provocándome un resoplo.
─¿Prometes no reírte? ─Inquiero, encarando mi mirada en su perfil, noto cómo aprieta una sonrisa.
─Lo prometo por santa ─dice, ruedo los ojos.
─Tengo que encontrar una esposa antes de navidad ─digo rápidamente. Ella detiene el auto de repente, moviéndonos, y sus pupilas se fijan en mí fijamente.
─¿Qué demonios? ¿Acaso se compran en una tienda? ─Cuestiona con sarcasmo, para carcajearse. Chasqueo mi lengua, observándola.
─No que por santa ─murmuro, cruzándome de brazos.
─Estaba cruzando los dedos del pie ─menciona, limpiándose las lágrimas de la risa.
Ruedo los ojos, dejando mis ojos al frente.
─Ya, en serio ¿Por qué razón? ─Insiste, con más serenidad.
─Mi tío me dejó una herencia pero solo me la darán si consigo una esposa y acepto la navidad en mi achicado corazón ─explico, vencido.
─Entiendo… todo es por dinero ─murmura, dejando la vista al frente para colocar el auto en movimiento.
─Sino, perderemos la casa ─acoto, tratando de explicar mi razón principal.
Ella suspira.
─Suerte con eso, porque aquí dudo que puedas conseguir una esposa ─declara, arruinando la poca esperanza que tenía.
─No me conoces, tengo mis encantos ─digo, guiñándole el ojo de manera jocosa.
Noelle, suelta un bufido.
De repente, detiene el auto, estacionándose. Abro la puerta, posando mis pies en la nieve, para sentir la ventisca de la misma. Noelle desaparece cuando se baja de la remolcadora, llego hasta su puerta, encontrándola. Arruga el cejo, por mi mirada… es que es tan pequeña que no se veía. Aguanto a una carcajada.
Ella pasa de mí, dándome un golpe en el estómago.
─Idiota ─murmura, pasando de mí. Termino riéndome luego de inclinarme por el golpe. Para seguirle a donde se dirige. Mis ojos ven el lugar, lo que parece ser un mercado, con adornos de navidad por doquier, puestos de comida, y artículos. A parte, del bullicio de personas caminando en diferente direcciones. Sigo el camino que Noelle traza con determinación, entrando a una tienda de ropa de segunda mano.
Al cruzar la puerta, siento el cambio de temperatura y el olor a madera tostada.
─Hola, Noelle. Que gusto verte por aquí ─menciona una señora, abrazándole, para mirarme con desconcierto y una sonrisa.
─¿Es el guapo sobrino de Warlock? ¡Buenos genes! ─Exclama mirándome de arriba abajo.
─Pasen, pasen… tomen lo que deseen ─anuncia, mostrándonos los anaqueles de ropa. Noelle se quita los guantes sacudiéndolos y tomando en sus manos varias chaquetas para el frío. Para lanzármelas en mí pecho.
─Nos llevaremos esto y unas botas para la nieve, en talla… ─gira a verme, bajando la mirada a mis pies, carraspeo ante su sonrisa ─…creo que es una talla pequeña ─agrega, ofendiéndome.
─Soy talla cuarenta y cinco ─acoto, levanto mi mentón. Noelle suelta una carcajada en complicidad con la señora.
Me quedo con la cara pasmada, ya es costumbre que se burlen de mí.
─Pruébate estos pantalones ─suelta de repente, lanzándome un par. Los miro, levantando la una ceja.
─Bob dijo que lo necesario para el frío y el trabajo ─declara, sacando una fajo de dinero, contándolo.
Niego con la cabeza, caminando hacia el probador, luchando en él, para colocarme uno de los pantalones. Deslizo la cortina, saliendo, encontrándome a Noelle con un sombrero muy grande y sentada de piernas cruzadas. Sus pupilas las siento intensas en mí y noto que no me coloqué la camisa. Esbozo una sonrisa, al saber que mi abdomen le ha llamado la atención.
Sus ojos se desvían con vergüenza, resacándose el cuero cabelludo.
─¡Oh, pero que cuerpo te tenías escondido! ─Exclama la señora, inflo mi pecho, mostrando mis músculos, haciendo poses tontas.
─Ya nos tenemos que ir ─declara Noelle, quitándose el sombrero y dejándolo en la banca. Parece fría y distante.
─Lo siento, ella es así. Muy dulce o muy malhumorada, luego de que el citadino jugó con su corazón ─murmura la señora, apilando las cosas, para llevarlas a las caja registradora. Me coloco una camisa y una de las chaquetas, subiendo el cierre.
─No estés hablando de mi vida como si no estuviera aquí ─menciona la chica de ojos grises. Colocando los billetes en la barra, se da la vuelta y sale de la tienda, dejándome con la señora mientras coloca todo en bolsas.
─Soy Vanessa, por cierto. Si necesitas ayuda con algo, puedes comentarme. Conocía muy bien a tu tío, una gran persona ─menciona, mirándome con ojos risueños y llenos de verdad.
─Gracias, un gusto, Christian ─digo, dándole una sonrisa.
Sus ojos azules viajan al ventanal, observando a Noelle, cabizbaja. Para suspirar.
─Pobre chica, ha pasado por tanto ─dice, llamando mi atención. Arrugo mi cejo, quizás sí sé más de ella, pueda usarlo en su contra, pienso con maldad.
─¿Ah, sí? ¿Y qué le pasó? ─Inquiero, apoyándome del mostrador para darle una sonrisa.
Vanessa le da una mirada y se inclina para susurrarme o hablarme bajito.
─Ella vino de Londres, a este pueblo para montar su propio negocio, vio en River Hollow mucho futuro. Todo iba bien hasta que… un chico guapo de la ciudad apareció hospedándose en el hotel donde ella trabajaba. Se enamoró perdidamente, eran la pareja del pueblo, muy linda pareja… hasta que, él la traicionó y llevándose todo, la engañó con otra chica que venía de paso por el pueblo… muy triste ¡Se iban a casar! Hasta el vestido había comprado… me da pena por ella ─menciona con emoción nostálgica en sus palabras.
Caigo en razón, recordando la foto donde aparece con un chico… ese era. Pienso, con razón tanto odio en su alma. Pienso, sopesándolo.
─Pero no le digas que te he comentado ─dice Vanessa, colgándome las bolsas.
─Que te vaya bien, espero verte en la feria del pueblo ─agrega, sonriendo con dulzura. Me inclino dándole un beso en la frente a la señora. La verdad me convenció su bondad. Salgo de la tienda, encontrándome con la mirada molesta de Noelle.
─¿Por qué tardaste tanto? ─Inquiere, acomodándose los guantes. Me coloco el gorro, para darle una sonrisa sarcástica.
─Me estaba contando un poco de tu vida ─digo sin más. Caminando hacia otro local, saludando sin saber quiénes son, mientras siento los pasos apresurados de ella detrás de mí.
─¿Qué te dijo? Esa Vanessa, es la chismosa del pueblo ¡Arg! ─Refunfuña tomándome del brazo para obligarme a girar.
Encara sus ojos en mí, arrugando su cejo.
─Que te rompieron el corazón un chico de ciudad, ya veo por qué tanto odio conmigo… créeme, no soy como todos ─declaro, Noelle abre los ojos, sorprendidos y separa sus labios.
─¡Maldita! ─Farfulla, molesta.
Desviando sus ojos, para caminar en círculos.
─Oye, no es tan malo, a mí también me han roto el corazón, muchas veces y no ando negándolo. Tienes que superarlo y seguir con tu vida ─digo con gracia.
Sus ojos se prenden en furia cuando digo mis palabras.
─Voy a hacer como que no dijiste esa estupidez ─murmura, caminando hacia algún lado. Sigo sus pasos bamboleando las bolsas en mis brazos.
─Lo siento ¿Sí? No sé cómo te sientes, pero sé que se siente del asco ─menciono, tratando de detenerla.
─Si sigues te voy a golpear la cara de niño bonito que tienes ─amenaza, abro los ojos. Sonriendo.
─¡Deja de sonreír! ─Manifiesta, sin verme.
─¿Con que “niño bonito”? ─Imito, para hacerle enfurecer más… debo de admitir que se ve linda.
Ella me empuja, refunfuñando para irse a algún lado. Paso por una tienda de mermeladas de duraznos.
─La mejor mermelada la tenemos nosotros, tome, pruebe. Es artesanal y hecho con amor ─menciona la anciana, dándome a probar, lo degusto, sintiendo su textura y dulzor.
─Está muy buena… un momento, quiero llevarme dos, pero le preguntaré a Noelle ─comento, la anciana abre los ojos.
─¿Estás saliendo con esa chica? ¡Por fin! ─Exclama, mostrándose triste o muy conmocionada, sus ojos se escuecen.
Niego con la cabeza.
─Eh… no, no ─digo rápidamente. Un señor aparece, abrazando a la anciana.
─¿Qué le dijo a mi abuela? ¿Y si se mete con alguien de su edad? ─Amenaza con molestia.
Abro los ojos, dando un paso hacia atrás.
─Él es el chico de la pequeña… Noelle ─murmura la anciana, resoplo, ante la manera inútil de poder llevarle la contraria.
El sujeto se asombra dándome una sonrisa y un apretón de mano.
─Tome, llévese una, cortesía de la casa ─dice rápidamente dándome una tarro de mermelada.
Asiento, sin poder decir nada. Bueno, tuve algo gratis. Pienso, agradeciéndoles. Aprieto mis dientes, devolviéndome por donde vine, para caminar a donde se encuentra Noelle. Puedo visualizarla, hablando con una pareja, la más elegante y joven que he visto en este lugar extraño. La rubia se muestra molesta, mientras que el sujeto trata de sonreírle a Noelle. Termino se acercarme un poco más, suficiente para poder escuchar lo que hablan.
─Llegamos ayer, pasaremos una temporada aquí, celebrando nuestro aniversario de bodas… justo donde nos conocimos ─menciona el sujeto, dándole un beso sonoro a la rubia.
Noto que Noelle tiene los puños cerrados y apretados.
─Que ironía… ¿Vienes a darme el dinero que me robaste? ─Inquiere tajante y con la voz nerviosa la… ¿Cómo le digo? ¿Ayudante de santa? Es muy largo… ¿Elfo? Como los de trajecitos asquerosos de navidad.
El chico suelta una carcajada que me provoca molestia, y eso que no tengo nada que ver en este asunto.
─Siempre has sido graciosa, Noelle y muy inocente ─acota, abro los ojos. Auch, si fuera yo, me dolería.
─¿Cierto que sí? Soy muy chistosa, tanto, que podría reírme en tu funeral ─farfulla el elfo con enojo.
─Limemos asperezas, Noelle, ha pasado mucho tiempo y la época de Navidad es para perdonar y dejar el rencor… tienes que celebrar el amor, que por cierto ¿Sigues sola? ─Inquiere la rubia, mirándola con odio.
─Yo…sí, tengo un prometido ─dice, ¿Estás mintiendo, Elfo? Me cuestiono, sonriendo.
Los ojos de ambos se abren con sorpresa.
─Eh… que bueno ¿Y dónde está? ─Cuestiona el hombre, con una sonrisa petulante.
─Pues él…
En un impulso por salvarle el trasero al elfo, corro hacia ellos. Tomándola del cuello, para… besarle. Sus labios al principio se quedan estáticos, quizás por el asombro, pero al final seden y ella cierra los ojos. Un cosquilleo recorre mi piel como estática y mi corazón de manera extraña late. Me separo de repente, al sentir todo eso. Sonrío, mirándole. Sus mejillas se encuentran rosadas, por el frío y por la vergüenza.
─Me dieron una mermelada gratis ─anuncio, ella parpadea sin poder decir nada.