Capítulo 2: Dentro de la oscuridad

1158 Words
Durante mi entrenamiento, pequeños fragmentos de lo que parecían ser visiones me hacían perder la concentración. Esa mujer de espaldas me hacia sentir cosas que ni yo mismo podía explicar, era tanta mi molestia que le pedí a mi padre dejar el entrenamiento de lado para descansar un poco ya que me sentía sofocado por aquello que parecía querer hacerme caer en la locura. Todo a mi alrededor comenzó a dar vueltas después de 2 horas de la meditación, esa silueta me estaba partiendo la mente y sumergiendome en un bucle de voces que me gritaban palabras que no lograba entender. La oscuridad poco a poco nubló mi vista y todo se volvió una pesadilla, esos colores que consideraba hermosos se volvieron de un color n***o, el ambiente de mi alrededor solo me dio mucho temor por el simple hecho de que me encontraba solo en ese lugar en el que no lograba visualizar algo más que ese maldito y único color. Dentro de esa burbuja comencé a caminar para buscar una salida de ahí pero al no encontrar una luz complicaba mi objetivo. Nunca creí que algo de lo que podía salir rápidamente me estaba costando mucho, a lo que deduje que no era parte de mi entrenamiento ya que yo era un poco más fuerte de mente que mi padre quien creaba las ilusiones más reales pero para mi ya no eran novedad. — Si esto es real... según lo que escuché de mi padre...— mi garganta se volvió nudo de tan solo sentir un aire frío que pasó por mi nuca, provocando que por todo el cuerpo me diera escalofríos. Y eso no era todo, algo comenzó a subir por mis pies hasta llegar a mi torso. Era algo viscoso y que se arrastraba por mi cuerpo con claras intenciones de cubrirme y lo peor de la situación es que esa cosa no estaba sola ya que después de esta comenzaron a trepar por mis piernas, no iba a quedarme quieto en esa situación así que traté de quitarmelas de encima pero para mi mala suerte no tomé precaución y estas me mordieron los brazos. De las mordeduras comencé a sentir como algo ingresaba a mi cuerpo a través de estas, y gracias a que lo que parecía haber sido el veneno de las supuestas serpientes... quedé paralizado y lo único que podía hacer era sentir como se enredaron en mi cuello. — Al quedar dos semanas para cumplir 22... los demonios y espectros tratarán de venir por mi. Según eso es lo que mi padre había dicho y que por eso debía estar alerta.— pensó. Sin mentir, toda esa situación me estaba provocando una gran frustración al no poder ver lo que había a mi alrededor y la falta de aire no me estaba ayudando en nada. Traté de tomar bocanadas de aire para aferrarme a mi vida pero poco a poco las serpientes estaban comprimiendo mi cuello, dificultando mi respiración. Inmóvil y ya sin fuerzas, cerré mis ojos para esperar lo peor. Tic... toc.... tic... toc... Escuché el sonido de un reloj que cortaba aquel silencio del lugar, y seguido de ese sonido se comenzaron a escuchar el sonido de algo que golpeaba el suelo. El ruido poco a poco se acercaba y las serpientes se alejaban, y junto a aquello una luz tenue se hizo presente. Tac... tac... tac.. tac... Específicamente cuatro golpes se escucharon frente a mi, y gracias a la luz tenue abrí los para percatarme de que se trataba de una chica que llevaba puesto un vestido verde largo sin tirantes y en su cabello liso color n***o que era atado en media coleta llevaba un adorno de plumas rojas, negras y una que otra del mismo color de su prenda. Al no poder hablar y ni siquiera moverme, solo me dediqué a ver su rostro para tratar de reconocerla pero no tenía ningún parecido a nadie que yo conocía. En su rostro llenaba marcas de pintura color blanco y sobre sus parpados y labios un tenue color rojizo, pero lo extraño de ella era que llevaba una vela en su mano izquierda y en su mano derecha una lanza de la que colgaban plumas verdes, rojas, blancas y negras. Todo era silencio hasta que ella colocó una de sus manos en mi pecho, y con eso una mirada de sorpresa apareció en su rostro para dejar de lado la seriedad con la que había llegado al lugar. Quise preguntarle el porqué de su expresión pero recordé que no podía hablar, pero ella parecía haberse dado cuenta de que eso así que soltó un suspiro para luego hablar. — No te preocupes, te ayudaré.— me dijo con una voz que transmitía amabilidad, mientras dejaba a mis pies la vela. Inesperadamente esa chica se hizo un corte en su brazo derecho con la lanza para tomar aquel líquido carmesí que poco a poco salía de su herida para con el dedo índice y medio de su mano izquierda comenzó a trazar sobre las mordeduras de ambos brazos unos símbolos que se iluminaron al ser terminados. Cuando estos brillaron, ella solo tomó su vela y retrocedió unos cuantos pasos. — Puedes moverte, ya estás libre del mal. Uff, tuviste suerte que yo llegué a tiempo si no... esas viles arrastradas te hubiesen dejado aquí en este mundo.— me sonrió levemente por unos segundos para después darse la vuelta con la finalidad de regresar por donde había llegado.— Bueno, tengo que regresar antes de que eso que te persigue regrese. Y no nada más yo debo de salir, tú también debes hacerlo, niño. Ya libre del veneno, comencé a caminar hacia ella hasta llegar a su lado, donde la tomé del brazo para pedirle su muñeca, aunque mi petición le hizo reír. — ¿De qué te estás riendo?.— le pregunté. — Pues, de que aún viniendo de una familia poderosa... no sé habían dado cuenta de que algo los está persiguiendo por un contrato que se hizo antes de tú nacimiento.— me respondió.— ah, bueno, y si te preocupaba mi herida.— me mostró su muñeca ya sin rastro de herida.— no eres el único proveniente de una familia de brujos. — Eh, pero... ¡¿tú?!..— sorprendido por su revelación, lo único que pude articular fue una pregunta y la única que se me cruzó por la mente.— ¿Cómo te llamas? — Jaja, yo soy Jun.— me sonrió al ver mi rostro.— te dije mi nombre para no dejarte con dudas... dicen que mi nombre tiene un secreto oculto, no te lo diré por qué quiero que lo investigues tú. Me dijo mientras arrancaba una de las plumas que llevaba en su lanza para darme una de color verde, luego de entregarmela comenzó a caminar para después perderse en la espesura de la oscuridad, dejándome solo.
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