Con dificultad me moví para tratar de levantarme pero en uno de esos movimientos me percaté de que no me encontraba en el suelo, sino que en mi habitación y justamente en mi propia cama. Mi cuerpo aún se sentía pesado a lo que solo opté por quedarme acostado hasta que la sensación desapareciera.
Todo mi alrededor se sentía tan irreal, bueno, eso fue hasta que mis padres entraron junto a mi tía y prima quienes estaban vestidas con una túnica negra con bordes dorados.
Mi madre al verme despierto corrió hacia mi para abrazarme, mientras que mi padre solo tomaba asiento en el borde de mi cama para luego mirarme con cierta preocupación.
— Nath, creí que te había perdido.— me dijo a la vez que tomaba mi mano.— me alegra ver que estas bien y que no necesitamos la ayuda de mi hermana y mi sobrina Dannét.
— Jhon.— le llamó mi tía.— ¿no crees que es demasiado pronto para cantar victoria?. Debemos trazar la protección sobre su piel para evitar accidentes a futuro.— le propuso para luego tomar a mi prima de los hombros.
— Hannah, es muy amable de tu parte pero... creo que Nathaniel debe arreglárselas por si mismo para no ser atacado otra vez.— le dijo mi madre que no se veía nada contenta con la presencia de mi tía.
— Rossalín, es muy estúpido de tu parte meterte en lo que no te importa. Mi sobrino es más Castelia que Fray, así que mantente callada cuando hablemos de estos asuntos.— con esa respuesta dejó a mi madre en silencio, mientras que mi padre solo fulminó a mi tía quien sonreía con arrogancia.
— Ahg, bien. Tú ganas Hannah, puedes hacer los símbolos pero... solo porque yo no siempre puedo protegerlo de los ataques que cada vez se están volviendo más constantes.— mi padre no parecía estar muy contento con su propia decisión pero aún quiso que así fuera.
La aceptación de aquella propuesta le dio paso a mi bruja tía, que parecía estar muy contenta por lo que estaba a punto de hacer, pero al llegar a la orilla de mi cama su sonrisa se borró y llamó a Dannét para que le pasara el maletín n***o ya que al parecer llevaba dentro de él todas sus herramientas para trabajar sobre mi pecho.
Tenerla cerca me hacia sentir molesto, ¿la razón? pues ni siquiera yo lo sabía exactamente pero algo era seguro, ella sacaba a flote la negatividad que había dentro de mi cuerpo, pero lo peor es que esta aumentó al verla con una daga de plata que peligrosamente se acercaba a mi camisa.
—¡Deténgase!.— le grité para detenerla, cosa que funcionó, pero ella no se veía contenta y a Dannét se le veía confundida.— Hannah o tal vez tu Dannét, no quiero que me toquen.
— Nathy, por favor, permitele trazar a mi madre la protección con la cual los espíritus y demonios no te lastimarán ni perseguirán.— me pidió Dannét con una clara expresión que demostraba su preocupación.
— No me llames así, me llamo Nathaniel Castelia Fray para ustedes... señorita Dannét Trevort Castelia. Debe respetar mi decisión, así que... de la manera más amable, les pido que se retiren.— me dirigí a ellas de la manera más seria y serena que pude para evitar conflictos.
En todo momento traté de mantener la compostura después de haberles gritado, pero al parecer mi respuesta les había dado más razones por las cuales acercarse, ya que con una leve sonrisa mi tía se acercó a mi para romper mi camisa con la daga.
— Jhon, te dije... él está poseído, necesita mis símbolos.— le volvió a mencionar esos malditos símbolos.
— Hazlo, solo no quiero que lo lastimes en el proceso de trazarlos.— le respondió mi padre.
— Bien, solo necesito que le quiten lo que queda de su camisa.— les pidió mi tía.
Mis padres parecían cansados de la actitud arrogante de mi tía, pero aun así obedecieron su petición para despojarme de lo que quedaba de mi camisa, pero en el proceso se encontraron en mi brazo con lo que parecían ser las mordidas que las serpientes me habían hecho dentro de lo que creía ser solo una ilusión. Nunca esperé que gritaran de la sorpresa.
— Nath, ¡¿qué te sucedió?!.— me preguntó mi madre quien estaba tratando de contener el llanto.
— ¡Esto es el colmo!, con más razón puedes darle tu protección.— dijo mi padre a Hannah.— yo no puedo protegerlo todo el tiempo porque esas cosas siempre tratan de atacarlo cuando está vulnerable. Siempre esperan el momento más oportuno.
Realmente parecía estar molesto por lo que se había encontrado bajo las mangas de mi camisa, pero no pudo evitar pasar sus manos por las mordidas, las cuales liberaron un tenue brillo para después desaparecer y en su lugar dejar los símbolos dorados que Jun había trazado con la sangre de su herida. Todos los presentes se sorprendieron, y aún más al ver que yo empujé a mi padre con el puño cerrado, provocando que este tomara mi mano para luego abrirla.
— Sabía que ese ligero olor a flores y miel no era por nada.— mencionó para luego tomar entre sus manos la pluma verde que antes sostenía yo.— al parecer alguien te ayudó y es muy bueno con su trabajo de guía espiritual y sanador.
— Oh, ¿te refieres a la dueña de la pluma?. Era una chica llamada Jun, ella me ayudó a salir de aquel lugar extraño.
— ¿Jun?.— habló mi madre.— veo que todo tiene sentido.
— ¿En qué?.— le pregunté.
— Nath, Jun significa colibrí. El colibrí es un guía espiritual y sanador, es el protector de los sueños y mensajero de este mundo y de el otro. Es conocido por su belleza y elegancia, se dice que los humanos se aprovechaban de su nobleza y lo cazaban para usar sus plumas en adornos y por eso los humanos fueron castigados. Después de eso se dice que los humanos valoraron a los colibríes hasta los protegían ya que rara vez se hacían presente frente a uno con el fin de darle un mensaje o guiarlos.— me respondió mi madre quien me veía con alegría.— tienes mucha suerte, ahora estarás protegido y no necesitarás de esos tontos símbolos porque tu guía te ha marcado.
Escuchar todo aquello dicho por mi madre me hizo sentir afortunado, pero ese sentimiento de alivio desapareció al ver el rostro molesto de mi tía Hannah, quien no se veía del todo contenta por la noticia.
Quise no prestarle atención, así que solo me centré en mis padres para seguir con la charla sobre Jun.
— Entonces... ¿es un ave que me rescató?.— les pregunté.
— Puede que su animal de nacimiento sea un colibrí y por eso sus padres la llamaron así a la chica.— me respondió mi padre, que le buscaba algun sentido sobre la existencia de Jun.
— Puede ser... si la vuelvo a ver le preguntaré. Además... no puedo creer que no me di cuenta de eso si su vestimenta y colores decían todo.— les dije con una sonrisa provocada por la vergüenza que sentía en ese momento, realmente me sentía como un tonto ignorante.
— Es una pequeña ave, ¿qué tan fuerte puede ser?.— mi tía nos interrumpió.
— No subestimes a la chica, puede que la represente un ave pequeña pero... puede que sea más fuerte que tu hija o incluso que tú.— le respondió mi madre.— Y ahora que mi hijo no está en problemas... puedes retirarte.
Mi tía y Dannét rápidamente salieron de mi casa para dirigirse a la hacienda de los Castelia, donde ellas tenían su casa donde vivir ya que mis abuelos las respetaban. Por otra parte, me quedé con mis padres para seguir hablando sobre Jun y todo lo que había sucedido en aquel lugar al que no desearía volver otra vez.