Fue como una ligera eclosión, el asomo de sus párpados al abrirse, después de estar sumergida en un sueño plácido, entre nenúfares blancos, agua fresca que disiparon el infierno hirviente en sus entrañas. Ahora, su contemplación era estática, gris, tinieblas, versus la armadura que la aprensaba, una especie de telaraña gruesa. —¡Ahhh!.—Gritó, mientras se deshacía de esa cubierta pegajosa. Pronto sintió unos pasos venir en su auxilio, Bruna, fue la primera en entrar, después le siguieron Mara y Elsa.Ya tenía su rostro libre. Estás le ayudaron a despojarse de las que quedaban en sus piernas. —¿Estás bien princesa?.—Las palabras de Bruna sonaron con una inusual melancolía, eso la delataba, todo esto era el principio del caos. Las otras también, noto algo de perturbación en sus movimiento