Pura penumbra arropaba el bosque cuando llegamos a la manada, todas la luces de las cabañas estaban encendidas y más de la mitad de los miembros fuera, estos no disimularon su curiosidad cuando me vieron llegar con semejante adorno en los brazos, no me importo ver sus ojos clavados en nosotros, era el jefe, si eran sabios no preguntarían.... Si valoraban sus vidas no preguntarían.
Entrando a la casa, sentí el peso de la mirada de Sharon en mi espalda, olfateando su nueva competencia, no vacilé en ignorarla, seguí avanzando, subí y llegué a mi recamara, la deposite con delicadeza en mí cama, parecía un ángel, ¿cuál sería su nombre? ¿Cómo reaccionara cuándo me entierre en ella?, debía dejar de perturbarme con preguntas que su cuerpo me respondería pronto. Me gire y entre al baño, después de una larga ducha mi cuerpo estaba más relajado, pero la tensión sensual seguía latente, debía descargarme, pensé en ella, he inmediato deseche la idea, era considerado un desalmado pero nunca; tomaría a la fuerza una mujer, me gusta ser deseado, cogerla, verlas buscarme para que las sacie de placer.
Salí de baño, me dispuse a vestirme, con unos jeans azul, un polo claro, tenis a juego....a toda prisa me marche, no quería cometer una locura.
En la cocina estaba mi tía Claudec, cenando mientras cotilleaba con doña Sofía, que afán de las mujeres de saberlo todo, algunas parecían más complacidas con el chisme que con el sexo....ambas me miraron al unisono cuando entre, no murmuraron nada, sabían a la la perfección que podía escucharlas, solo me siguieron con la mirada hasta sentarme en el comedor, Sofía se apresuró, me sirvió unas raciones generosas de filete de mero, con salsa agridulce, y de guarnición ensalada, era única en la cocina....mi lobo y yo nos saboreamos satisfecho con el sabor de la comida.
Me levanté, fui acercándome a ellas, debía encargarles mi nueva adquisición. Aunque eran chismosas, no dejaban de ser buenas personas y mi única familia a parte de mi beta.
—¿Mueren por saber sobre la mujer que traje? uhhh...—Les pregunte mientra las miraba con sarcasmo.
Doña Sofía fue la primera en contestar...
—Nos gustaría saber como debemos atenderla, es solo eso.—Resoplo, girando luego para aparentar como sí no le importará.
—Sera otra de las chicas del harén, mañana la llevaré, por hoy dormirá en mi, habitación, estén al pendiente de ella, ¿Alguna otra pregunta?
—¡Una monja a tú haren!...fue lo primero que notamos cuando la vimos, perdóname, era inevitable no hacerlo. —Exclamo mi tía, anonada, viroleando los ojos con desconcierto.
—¡Si!.perfecta para mí, saben que me encanta la variedad, encárguense de ella hasta mi regreso. —Respondí para enseguida salir, necesitaba un buen polvo y sabía quién podía dármelo.
Media hora más tarde llegue al paraíso, Sharon fue la primera en acercarse a mi, la bese, es una delicia eso no estaba en duda, pero ya me estaba cansando.
—¿Quién es la nueva? , no es suficiente compartirte con 15 rameras lobas; ahora tendré que soportar una insignificante puta humana.—Sharon escupió esas palabras con amargura, sus ojos centellaban de furia.Le había soportado bastante impertinencia, pero esta no se la dejaría pasar, reclamarme en publico sabiendo que yo era la ley, acaso olvida que me debe respeto.
La tomé del pelo con fuerza, acercándola a mi rostro para que entendiera todo lo que le podía pasar si me desafiaba o trataba de controlarme.
—¿Quién eres tú para cuestionarme? no olvides tú lugar.—Le grite para luego lanzarla al piso y ordenarle a unos de los guerreros que la encierren en el calabozo.
Después de mi demostración de autoridad con Sharon, las demás no esperaron mucho para correr sumisas acariciarme, como abejas hacia la miel, esperando ser la afortunadas de pasar la noche con el Rey.
Fue la cogida más extraña, miraba a Betsi una de mis lobas más veteranas lamer y chupar mi pene hasta hacerlo desaparecer dentro de su garganta, por un momento pensé ver el rostro de la monja; estaba volviéndome loco pensé; más cuando la embestí ferozmente, inclinándome en momentos para morder sus pezones, la volví a imaginar, juro haberla visto a ella jadeando y diciendo, ¡te amo mi diablo!...
Angélica....
Un ligero toque sintió en sus labios, de forma voraz se deslizaban hasta su pecho, lamiendo cada uno con maestría, gimió de placer excitada, sus manos se deslizaban por el cruce de una zona prohibida, comenzó a retorcerse, quiso ver su rostro, cuando un hormigueo acalambrado se adueñó de su femineidad, producido por el juguete o de su lengua. Los besos siguieron avanzando en la ruta de su piel desnuda, diviso al instante una sombra oscura, se acercaba a su garganta para clavar sus enormes colmillos en ella.
Desperté con un brusco sobresalto.
—¿Dónde estoy? —mire hacia todos lados..
Lo primero en notar fue la inmensa habitación en la que estaba, la inspecciones, era siete veces más grande que la habitación del convento, con enormes ventanas enmarcadas en caoba, era tan lujoso, quien ¿me habrá traído aquí? Pensé mientras se levantaba de la cama para abrir una puerta que resultó tener detrás el baño, igual de grande y pomposo que la habitación ...seguía aturdida, lo último que recordaba era cuando esa inmensa bestia entro al convento y llegó dónde estaban ellas y sus amigas... debía salir de aquí, volver, para saber cómo estaban las demás.
Sintió pasos cerca, deteniéndose en la puerta, seguido una señora de unos 50 años, regordeta, de rostro amigable, apareció en el umbral, cargaba una bandeja con comida para alimentar cuatro personas.
—Hola jovencita, mi nombre es Sofía, traje comida, espero que hayas descansado bien.—Expreso en tono amigable, parecía una señora dulce.
—¡Si!, gracias...¿puedo preguntarle algo mi señora?
—¿Quién me trajo aquí? ayer estaba en mi convento, una bestia entro, destrozó todo, cuando trate de enfrentarme a ella me desmaye, no recuerdo más nada.—Dije tratando de encontrar respuestas, no vi asombro en su rostro, algo que me extraño, más bien sus labios se curvaron, formando una leve sonrisa. Parecía una señora cálida y buena como las monjitas.
—Fue el señor Lexter, cuando vuelva lo podrás conocer, ahora come algo. —Dicho esto se levantó señalando la bandeja.
Devore todo, estaba delicioso, luego la señora regreso y me entrego unas piezas de ropa y calzado, para mí asombro eran de la talla correcta. También me entrego artículos de higiene, dude en tomarlos no quería abusar de su generosidad, pero necesitaba ducharme, sentía la piel pegajosa.
Me desnude, no se porque sentí el peso de una mirada en mi cuerpo, calme mi mente, era normal estar paranoica luego de ver semejante bestia tan cerca de mis huesos....termine de ducharme, me seque el cabello que para mi asombro llegaba hasta mi trasero,luego lo cortaría, revise las piezas de ropa, no eran mi estilo, enseñaban demasiada piel, al final me decidí por un vertido azul turquesa, algo ajustado para mi, pero por lo menos llegaba hasta las rodillas, desee recogerme el pelo, pero al final decidí llevarlo suelto, me gusto ver mi aspecto en el espejo, lo admitiré, soy hermosa, aunque en el convento me enseñaron que todo es vanidad y no debemos rendirle culto al cuerpo, pero si respetarlo por ser la morada del espíritu.... Por último aplique un brillo en mis labios, "olía a fresa" salí, necesitaba encontrar alguien que me ayudara a regresar.
Escape rápidamente de la casa, tratando de no ser vista, era un lugar maravilloso, con muchos niños, saludaba a todos a mi paso, estos me devolvían el saludo pero sentía que me miraban de forma extraña, como si fuera invasora... varios minutos después seguía caminando en círculos, nadie se me acercaba, trate de acercarme alguno y huyeron ¿a qué le temen? ni que apestara...ya cansada decidí volver a la casa, cuando caminaba en su dirección, perdí la noción del tiempo, ni los ángeles eran tan hermoso como el hombre que venia hacia mi, alto, con unos pectorales bien esculpidos, esos ojos negros como el peor de los eclipse me hechizaron, sentí fuego entre mis piernas, me quemaba.
Entonces entendí, no podía ser monja, ni las descripciones eróticas de Ana me habían perturbado tanto con él, desde ese instante supe que estaba perdida...
Lexter
Esa mañana al despertar, me aparte de mi compañía, me molestaba que después del sexo se quedaran a dormir, soñé con ella toda la noche, era hora de volver y encararla, explicarle lo que significa para mí, desde ahora me pertenecía, me urgía poseerla, de lo contrario me volvería loco… me vestí rápidamente, tome mi móvil y me llego la idea de mirarla por cámara, posiblemente estaba durmiendo o pudo haber escapado; esa idea me enfureció, encendí el móvil, abrí la aplicación y busque la cámara de la habitación, no estaba hay, empecé a preocuparme, luego puse la del baño y valla sorpresa que encontré; estaba desnuda, ya las cantidades enormes de tela modesta no ocultaban su cuerpo, su pelo extremadamente largo de un n***o azabache llegaba justo a la curvatura de su trasero voluminoso, al girarse sus pechos quedaron expuestos a mí, eran grandes y firmes, con mis dedos acerque la cámara para enfocar sus hermosos pezones rosa, baje un más para ver la zona de su femineidad perfecta aunque cubierta de algunas incipientes vellosidades, me quede observándola hasta que entro a la ducha.
—¡Que delicia!. —Susurre, mi lobo gruño de deseo y sentí que mi erección crecía, tuve que sentarme al borde de la cama y despertar la loba durmiente que tenia mas próximo.
—Despierta Betsi, tienes trabajo. —Le dije mientras sacaba mi m*****o, muy gustosa se acerco, lo atrapo con su boca y comenzó a lamerlo como rica golosina, lo desaparecía entre su garganta con movimientos rítmicos hacia un vaivén con su lengua, 15 minutos después su boca estaba llena de mi semen y me agrado verla tragárselo como rico néctar y luego saborearse.
—Debo irme, estuviste fantástica mi lobita. —Le dije abrochándome nuevamente el cinturón al pantalón; le dí una nalgada y me fui, dejando a esta haciendo pucheros.
Llegar a casa y no encontrarla me enfureció bastante.
Ni doña Sofía y menos mi tía se percataron de su salida, sin pensar en nada solo nublado por la rabia que sentía ante el descuido de todos, Salí a buscarla, no paso mucho tiempo y empecé a percibir su aroma, mí lobo me alerto, está cerca, camine guiado por mi olfato hasta que pude verla, venia hacia mi y me miraba como una conejita excitada, eso me gusto, bajaba la vista y volvía subirla de una forma inocentemente perturbadora, ella misma no era consciente de su deseo.
Estando cerca uno del otro, tomé sus manos entre las mías:
—¿Cómo te llamas preciosa?. – Fue lo primero que se me ocurrió decirle para romper el hielo.
—Angélica. –Contesto esta con voz temblorosa, para luego soltar su mano. Le sentaba bien el nombre a su cara pero no a su cuerpo voluptuoso, a juzgar por las imágenes que conserva en el cerebro como vivo retrato de la sensualidad.
—El nombre te queda perfecto, pareces un ángel. —Esas palabras salieron más de mi yo sarcástico, mientras ella me miraba confiada.
—Necesito un favor suyo, deseo volver al convento, pensara que estoy loca pero ayer algo parecido al diablo entro y me rapto, yo me desmaye y no supe más de mí, hoy me levante en la casa de un buen hombre, me imagino que él me rescato, pero no deseo abusar más de su cortesía, lo mejor será marcharme ya…—Mientras esta hablaba como cotorra, se me ocurrió un plan, no le diría la verdad del porque estaba aquí, simplemente me presentaría como el héroe que la rescato.
—Estabas en mi casa, ayer mi amigo Elioth y yo te encontramos en el bosque y quise ayudarte, por ahora será mejor que estés en mi casa, hay mucho peligro en el bosque y posiblemente eso que llamas diablo te está buscando. —Sus ojos se abrieron súbitamente del espanto, para luego notar la gratitud en su rostro, tuve una sensación de vergüenza y pereza al no tener el suficiente valor para decirle la verdad, que era mía y jamás volvería al convento,la estrategia era ganar tiempo, en pocos días estaría tan enamorada y complacida entre mis brazos que no desearía marcharse nunca.