Capítulo 37

1315 Words
Orión —¡Vi! ¡Abre la maldita puerta o la voy a tirar abajo! —Sam gritaba desde afuera mientras intentábamos recuperar el aliento. Octavia rio debajo de mí y me alejé un poco. —Lo dice de verdad. Ábrele, por favor. —me pidió Octavia entre jadeos. —No estoy en condiciones de abrir la puerta, mi amor. —le susurré, bajando la mirada hacia mi entrepierna que aún latía con deseo. Octavia me miró con una mirada lasciva y sugirió: —Entonces, déjame levantarme para hacerlo yo. Gruñendo, la liberé de la cárcel que había hecho con mis brazos y mis manos. Me recosté sobre mis brazos flexionados, observando cómo mi hermosa compañera se colocaba nuevamente mi camiseta. Se movía de manera seductora hacia la puerta y, al llegar, se dio la vuelta para mirarme con lujuria en sus ojos. Le susurré en su mente con mi mejor voz seductora: "Si siquiera piensas en morderte el labio una vez más, te arrastraré de nuevo a la cama." Ella negó con la cabeza y abrió la puerta para recibir a Sam. —Mierda, Vi ¡estaba loca de los nervios! —Sam agarró a Octavia entre sus brazos con demasiada fuerza, sus uñas apretando los hombros de Octavia, como si temiera que se desvaneciera si la soltaba. Sus ojos mostraban una mezcla de alivio y enojo, y su voz temblaba por la preocupación. —¡No puedes salirte sin avisar, estúpida! —Ya, ya, cálmate, ¿quieres? Estoy bien, de verdad. —Octavia respondió, con un suspiro de alivio. "Te dije sin interrupciones", le gruñí a Lucas, mi voz cargada de frustración. "Lo siento, Alfa, me patearía las pelotas hasta que no la viera", respondió Lucas, agachando la cabeza y expresando un remordimiento genuino. "¿Pues qué crees? Ahora yo te las patearé con mucho gusto", murmuré entre dientes, dejando en claro mi descontento por la interrupción en nuestra intimidad. "Y yo te las morderé hasta arrancarlas", agregó Ciro, furioso por la misma razón. Lucas se aclaró la garganta y habló con Sam, su voz cargada de calma y paciencia. —Bien, Sam, mi amor, ya la viste. Está bien, y gracias a la Diosa Luna que está a salvo. Vamos a desayunar, por favor. —Lucas hizo un esfuerzo por sacar a Sam, su voz suave y amorosa. —Sí, me muero de hambre —respondió Octavia, dejando claro que quería centrarse en algo positivo en ese momento y aliviar la tensión en la habitación. "¿Por qué no me lo dijiste? Habría pedido que nos trajeran algo aquí", pregunté preocupado por el bienestar de Octavia. "Vamos, Orión. Quita esa cara de bebé Alfa al que le han sacado un dulce y compórtate como un adulto que tiene responsabilidades...", me regañó Octavia en tono juguetón, intentando aliviar la situación con su humor. "Me han quitado un dulce, de hecho, me han quitado el mejor dulce que he probado en mi vida", ronroneé, expresando mi deseo y descontento por haber sido interrumpidos. Sus mejillas se volvieron rojas al instante, y una sonrisa cómplice bailó en sus labios. Se separó de Sam y corrió al baño. Luego, salió ya vestida, indicándome que los acompañara. "Dame unos minutos, princesa, ya iré contigo", susurré en su mente, permitiéndome un momento a solas para recuperarme antes de enfrentar la realidad exterior. Salir de la cama fue una tarea difícil, mi mente seguía llena de pensamientos eróticos sobre Octavia. Me sumergí en una ducha de agua helada, luchando por enfriar los deseos que quemaban mi piel. Vestirse fue una lucha interna conmigo mismo tratando de no pensar en el cuerpo semi desnudo de Octavia en mi cama. No podía permitirme otro baño si quería unirme a todos en el comedor. Cuando finalmente llegué al comedor, Octavia ya estaba sentada en su lugar de la noche anterior. Sam y Lucas estaban frente a ella, absortos en una conversación animada. Sin embargo, nada de eso importaba cuando Octavia me recibió con una amplia sonrisa en el rostro. Extendió su mano hacia mí, invitándome a acercarme a su lado. Al sentarme a su altura, ella me atrajo hacia ella y me besó en la mejilla. La calidez de su saludo y su sonrisa iluminaron mi mundo, disipando cualquier pensamiento oscuro que había estado plagando mi mente. La forma en que Octavia me estaba afectando ya era oficialmente un problema, un excitante y delicioso problema. Lucas me informó que estaba preparando a las chicas para la ceremonia de hoy. Traté de mantener la calma y serví un poco de fruta y café. —Bien, cualquier detalle lo pueden hablar con Lucas entonces —respondí mientras me concentraba en mi desayuno. Entonces, Octavia habló, y su tono de voz me advirtió que lo que venía no me gustaría. —Hay algo que me gustaría hacer antes... —sus palabras resonaron en el aire, llenas de inquietud. —Bueno, dos en realidad... —Dímelo, princesa. —Le hablé con delicadeza, pero la preocupación se filtraba en mi voz. —Quisiera que Sam y yo nos hiciéramos la prueba de ADN... hoy. —respondió insegura y preocupada. —Bien, considéralo hecho... ¿y lo segundo? —pregunté enarcando una ceja curiosa. —Iremos a casa a por nuestras cosas. Si salimos en 30 minutos volveremos a tiempo para la ceremonia —dijo Sam. En ese momento, noté que Octavia evitaba mi mirada, y la ansiedad comenzaba a apoderarse de mí. Me incliné hacia ella, tratando de comprender lo que estaba pasando. —¿Ocurre algo, mi amor? —Susurré en su oído, tratando de entender su preocupación. La miré fijamente. —Sé que no podrás ir con nosotras, eso me pone un poco nerviosa, discúlpame —dijo Octavia, con la voz ligeramente temblorosa. Mis emociones se mezclaron, y un nudo se formó en mi estómago. —Pídeme que vaya y ahí estaré... —susurré, queriendo asegurarle que estaría dispuesto a hacerlo. —No puedo hacer eso, tienes responsabilidades aquí, ya te he ocupado demasiado tiempo Alfa. —Dijo Octavia, evitando mi mirada y bajando la vista a sus manos entrelazadas en su regazo. Me sentí impotente al no poder tranquilizarla y mostrarle que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para apoyarla. "¿Otra vez con lo de Alfa entre nosotros? ¿Qué cambió ahora? Tu y solo tú puedes llamarme por mi nombre, mi amor," le susurré, buscando comprender su perspectiva. "En privado, eres mi Orión, mi bebé Alfa, pero en público no. Aún no..." respondió Octavia tímidamente. La curiosidad se abrió camino entre mis emociones, y la inseguridad me hizo sentir vulnerable. "Acabas de besarme en público, princesa, ¿qué ocurre?" Sin embargo, mi conversación con Octavia se vio interrumpida por una aclaración de garganta, y al darme la vuelta, vi a mi madre en la puerta. "¿Es por ella?" Pregunté, cuestionando si su elección tenía algo que ver con la presencia de mi madre. Octavia respondió con una preocupación palpable, y su voz temblorosa dejó en claro que se sentía incómoda con mi familia. "Eres su Luna, Octavia, puedes hacer lo que quieras..." Le hablé con firmeza, tratando de darle la seguridad que necesitaba. "¡No! ¿Cómo crees? Me avergüenza muchísimo mi comportamiento con tu familia, ¿y si por eso no me quieren en tu vida? Realmente lo entendería..." dijo nerviosa y asustada. Me reí, aunque no para burlarme de ella, sino para aliviar la tensión en la habitación, y respondí con picardía: "Por lo menos no has negado que eres su Luna." La miré con un ardor creciente en los ojos. Sentía una intensa atracción hacia ella. "Ya para, ¿sí? Tus emociones me están excitando..." Octavia dijo de una manera tan sexy que mi deseo por ella creció aún más. Sí, definitivamente, Octavia sería mi perdición.
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