Orión Despertar con Octavia en mis brazos fue la mejor sensación del mundo. Desperté antes que ella, lo cual me permitió robar un momento para mirarla bien. La luz del amanecer se filtraba por las cortinas, pintando delicados destellos dorados en su piel. Su cabello se extendía como una cortina de ébano sobre la almohada, y no pude resistir la tentación de acariciarlo suavemente con los dedos, sintiendo la suavidad de sus hebras oscuras. Sus pestañas largas y oscuras se movían ligeramente mientras soñaba, y su respiración era tranquila y serena. La paz en su rostro me llenó de calidez y gratitud. Era una visión que nunca me cansaría de contemplar. Octavia yacía a mi lado, con una de mis camisetas cubriendo su delicado cuerpo. Sonreí al verla con esa prenda, sabiendo que mi olor impregna