Capítulo 13

2395 Words
Octavia —Vamos, Vi, es un viaje corto, está a solo dos horas de aquí, y necesitamos esa tienda para los vestidos de la fiesta de graduación. Me niego a comprar uno en la tienda de la ciudad. ¿Has visto las fotos de la fiesta del año pasado? ¡Ufff, me dan escalofríos! —Sí, Sam también es la reina del melodrama. —A ver, Sam, nunca dije que no fuéramos a ir. Solo que me des unos minutos para levantarme de la cama, ir al baño y vestirme. Eres muy dramática cuando quieres. —¡No soy dramática! ¡Es el día más importante de nuestra vida! —Eso dijiste el primer día de secundaria, también el primer día de primaria, también lo dijiste el día que te hiciste tu primer tatuaje, y también... —dije levantando un dedo por cada punto mencionado. —Está bien entiendo tu ironía, pero esa noche tenemos que deslumbrar Vi, así nos recordarán todos los demás. Tenemos que estar bellísimas. —Entiendo tu razonamiento, ¿podrías simplemente darme unos treinta minutos? Sam levantó sus manos con un gesto de resignación. —Espero no llegar después de Adriana y Gala, no quisiera que encontraran mejores vestidos que los nuestros, y no tenemos tanto tiempo para el baile. ¡Es mañana, por el amor de la Diosa! Siempre dejando todo para el último momento, suspiré. Esperé a que una Sam muy ansiosa saliera de la habitación y me dirigí corriendo al baño. Fuera, el día se extendía en toda su gloria. El sol pintaba el cielo de un azul brillante, sin una sola nube que empañara su esplendor. Abrí la ventana del dormitorio, un cálido abrazo de los rayos solares acariciaba mi piel mientras una suave brisa de primavera jugueteaba con mi cabello. El aire estaba impregnado del fresco aroma de las flores recién florecidas, y el canto alegre de los pájaros completaba la sinfonía de un día perfecto. Así que decidí vestirme cómoda para disfrutar del clima maravilloso. Opté por una blusa de tirantes, unos vaqueros ajustados que abrazaban cada curva de mis piernas y zapatillas bajas que me permitirían moverme con agilidad. Con una chaqueta colgando de la silla, estaba lista para enfrentar este día soleado y agradable. Bajé las escaleras y vi a Sam tomando las llaves, dejando la puerta abierta para que saliera mientras nos despedíamos de nuestros padres. —¿A dónde creen que van? —Habló mamá desde la cocina. —Ya te lo dije, mamá. Vamos a ver los vestidos. —¿Sin mí? Ni hablar. Dame las llaves, Sam. Es un derecho de mamá participar en la elección de los vestidos para la graduación de sus hijas. —Salió caminando hacia nosotras con determinación. Noté una chispa de emoción en los ojos de mamá mientras se acercaba. Ella siempre había sido parte fundamental de nuestras vidas y nuestras decisiones, y ver a sus hijas crecer la llenaba de orgullo. El hecho de que se uniera a nuestra excursión para elegir vestidos era un recordatorio de su apoyo constante y amor incondicional. —Por mí no hay problema, mamá. ¡Pero tenemos que salir ya! Mamá se subió al auto, y Sam se detuvo del lado del acompañante. —No hay tiempo para piedra, papel o tijeras. Voy al frente, tú vuelves al frente. —Trato —le respondí, agitando su mano a modo de acuerdo. —¡Bien, vámonos! —Me reí de la intensidad de Sam. Sin duda, este viaje sería toda una travesía. Mamá se sentía tan cerca de nosotras, como siempre, una roca en nuestras vidas, y eso nos reconfortaba mientras comenzábamos nuestro viaje hacia la elección de vestidos para la graduación. *** El viaje duró más de dos horas. Llegamos a la ciudad, una metrópolis bulliciosa llena de gente caminando de un lado a otro y automóviles pitando en todas direcciones. Las calles estaban abarrotadas, y la ciudad parecía tener vida propia, como si nunca se detuviera. Finalmente, llegamos a la tienda que estábamos buscando. Tenía una fachada impresionante y ventanales en el frente que mostraban una amplia variedad de vestidos de colores vivos. La tienda destacaba en medio de la bulliciosa ciudad, y estaba claro por qué necesitábamos una reserva previa para entrar: era un lugar muy exclusivo. Nos sentimos emocionadas por la perspectiva de encontrar los vestidos perfectos para la graduación, pero la tardanza nos hacía temer que hubiéramos llegado tarde. Las puertas se abrieron, y con los corazones latiendo rápidamente, entramos a la tienda en busca de ese vestido especial que nos haría deslumbrar en la fiesta de graduación. —Bien chicas, ¿en qué tipo de vestido están pensando? ¿Cuál será la temática de este año? —Mamá estaba tan emocionada como Sam, y su entusiasmo resonaba en su voz. —El tema es fantasía, mamá, y sobre los vestidos, no lo sabré hasta que los vea —Sam empezó a explorar la tienda junto a mamá, lo que era mi señal para sentarme y esperar a que ella eligiera nuestros vestidos. Sam sostenía que no tenía "buen gusto" en ropa, así que me acomodé en un sillón cerca de la ventana que daba a la calle. Hubiera sido una buena idea traer un libro, pensé mientras observaba afuera. "Tal vez podríamos dar un paseo por la ciudad en busca de una librería que venda esos libros que tanto te gustan, los que puedes leer durante horas. Nessy me contó que Sam suele pasar mucho tiempo comprando" comentó Darcy en mi mente. Ella tenía razón; una vez que Sam tenía algo en la cabeza, pasaba horas en ello. Eso se aplicaba a todos los aspectos de su vida, no solo a la ropa. Recorrería este local hasta bien entrada la tarde antes de tomar una decisión. "Espera un momento, ¿cómo que Nessy te lo dijo? ¿Puedes hablar con Nessy?" pregunté sorprendida, sentándome más erguida en el sillón. "Claro que sí, así como tú y Sam pueden hablar entre ustedes," respondió Darcy. "Pero, ¿cómo es posible?" Reflexioné, dándome cuenta de que su comentario podría haber estado destinado a ofenderme de alguna manera. "¿Y qué problema tienes con los libros que leo? No te sentí tan molesta con la escena de Rowan y Aelin en la playa... O con Rhysand y Feyre en la cabaña... O cuando Bryce calmó el poder de Hunt dentro del submarino... O cuando Lance llevó a Darcy al sótano de la biblioteca... O..." "¡Vale! Ya entendí, Octavia. Gracias por el recorrido literario, pero no quiero pasarme horas aquí sin hacer nada", me cortó, visiblemente sonrojada. "Por suerte tengo mi teléfono, podría buscar una de esas páginas donde las personas escriben libros sobre hombres lobo y seres místicos, también sé que te gustan", sugerí con una sonrisa en los labios, dejándola expuesta con sus propios gustos personales. Darcy suspiró pesadamente y rodó los ojos, al menos eso pareció a través de nuestra conexión mental. "De acuerdo, ganas, Octavia. Y sí, me gustan mucho los libros sobre hombres lobo", confesó con una carcajada en mi mente. "Ya te darás cuenta..." "Sí, como digas, Darcy..." le estaba respondiendo mientras sacaba el teléfono de mi bolsillo trasero cuando una sombra se proyectó sobre mí. Me giré rápidamente hacia la gran ventana a mi izquierda. Frente a la tienda, mientras miraba por la ventana, una chica morena de alta estatura apareció, y su rostro irradiaba una sonrisa de oreja a oreja. Sus ojos eran de un color avellana profundo que capturaban la atención de cualquiera. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, agitó la mano rápidamente en un gesto amigable. Sin perder tiempo, abrió la puerta de la tienda y entró con la campanilla sonando tras ella. Aquella misteriosa chica se instaló en el espacio frente a mí, su presencia llenó la habitación con una energía intrigante y vibrante. Era hermosa de una manera sutil y natural, sin la necesidad de maquillaje llamativo o accesorios ostentosos. Su cabello moreno caía en cascada alrededor de sus hombros, acentuando su tez luminosa y su sonrisa genuina. Su mirada intensa era como un abrazo cálido que invitaba a la conversación. Vestía con un estilo único, mezclando la comodidad con la elegancia de una manera que parecía característica de su personalidad. En ese momento, me intrigaba quién era esta chica, qué la había llevado a aparecer de la nada en la tienda y por qué estaba sonriendo de esa manera. Su presencia era un enigma que estaba deseando descifrar. —¡Por la Diosa! Sabía que te encontraría aquí, espero que no lleves mucho tiempo esperando. ¡Diosa! No puedo creer que al fin estés aquí, mírate, ¡eres de carne y hueso y estás frente a mí! No es que no supiera que Sam pasaría horas rebuscando cada rincón de la tienda por los vestidos perfectos para las dos, pero verte aquí... Mientras ella seguía hablando a toda velocidad, mi rostro pasó de la sorpresa inicial a una expresión de perplejidad. Sus palabras eran un torrente ininterrumpido y, por un momento, me sentí como si estuviera en medio de un vendaval verbal. —Disculpa, creo que no te conozco —murmuré, finalmente encontrando una pausa en su discurso. Poco a poco, traté de recuperar el control de la conversación. —Bueno, cierto, que tonta que soy, tú aún no me conoces, ¡no puedes saber que seremos las mejores amigas por siempre! Aunque si Sam me escucha decir eso, seguramente querrá arrancarme la lengua para que no vuelva a decirlo —parecía estar reflexionando para sí misma esto último. Inhaló (bueno, al menos necesitan aire para vivir) y continuó mientras me tendía la mano —Soy Alice, disculpa mi abrupto comportamiento, Luna, es que he visto fragmentos de tu vida a lo largo de los años y ya te siento como si fueras mi familia. Mis ojos se agrandaron ante su declaración y, por un momento, me quedé sin palabras. ¿Cómo podía alguien decir que me conocía y que seríamos mejores amigas por siempre basándose en fragmentos de mi vida? Eso sonaba absolutamente absurdo. —Yo no soy Luna, te has equivocado de persona. Yo me llamo... —Estaba a punto de decirle mi nombre, dispuesta a pedirle amablemente que parara con toda esta locura y me dejara en paz, cuando Darcy gruñó en mi mente con disgusto. "Bruja", escuché su voz clara en mi cabeza, y en ese momento, me di cuenta de que había algo mucho más extraño en esta situación de lo que inicialmente había imaginado. La conversación de Alice se volvía cada vez más extraña e inquietante. —Sé quién eres, Octavia, sé lo que has perdido y sé que no estás preparada aún para conocer la verdad. Pero tendrás que abrir los ojos pronto, los planetas se están alineando y tu destino te llama para volver a colocarte en tu lugar, a ti y a Sam. —Alice se inclinó hacia adelante y puso una mano sobre su boca, como si compartiera un secreto —Hola a ti también, Darcy. Sé que te costará un poco más confiar en mí debido a nuestros antecedentes, pero seremos buenas amigas. Hice un rápido recuento mental de todo lo que estaba sucediendo: una conciencia llamada Darcy vivía en mi cabeza, un chico guapo me volvía loca sin motivo aparente, una chica misteriosa aseguraba haberme visto toda su vida y considerarme su familia. ¿Me faltaba algo? ¡Ah, sí! ¡Todos parecían conocer a Darcy! Miré nerviosa sobre el hombro de Alice hacia la puerta, esperando que en cualquier momento se abriera y aparecieran los enfermeros del manicomio en el que me internarían de por vida. La sorpresa y el asombro me dejaron sin palabras cuando Alice tomó mi teléfono y marcó su número para ponerse en contacto conmigo. En la pantalla, vi su nombre y un emoji de bruja. Intenté hablar, pero mi mandíbula parecía haberse trabado de tanto permanecer abierta. Mi mente estaba en un caos mientras trataba de procesar toda la información que acababa de recibir. —No estás loca, Vi —dijo Alice con una sonrisa mientras me entregaba el teléfono. —Sé que aún no estás preparada, pero no pude contenerme y tenía que verte en persona. Ahora tienes mi número para que podamos estar en contacto. No puedo comunicarme contigo de mente a mente como haces con Sam o Darcy, así que esto tendrá que bastar. Mi mente estaba en blanco, pero asentí lentamente. No podía negar que tenía muchas preguntas y que necesitaba respuestas. Alice se levantó de su asiento, me tomó de la mano y me ayudó a ponerme de pie. La seguí, sin saber muy bien qué estaba sucediendo. —Vamos, sé que no quieres pasar horas aquí —dijo mientras me llevaba a la sección de vestidos para embarazadas. —Menos mal que vine ayer a la tienda y escondí los vestidos que tanto le gustaron a Sam. Si no lo hubiera hecho, posiblemente no habría podido verte hoy —rio mientras me entregaba dos vestidos y me guiaba cerca de donde mamá y Sam estaban hablando y tocando diferentes telas. —Con esto resuelto, podrán ir a almorzar al restaurante que está a dos tiendas de aquí. La situación era surrealista, pero Alice parecía saber mucho más de lo que yo podía comprender en ese momento. Con los vestidos en la mano, me dirigí hacia donde estaban mamá y Sam, sintiendo que mi vida estaba dando un giro inesperado y desconcertante. —Espera —dije finalmente, encontrando mi voz mientras observaba a Alice con una expresión de incredulidad en el rostro. Ella me miró con una amplia sonrisa, esperando con ansias lo que tenía que decir. —¿Qué demonios está pasando? —exclamé, incapaz de comprender del todo la situación. Alice estalló en risas, como si mi reacción fuera completamente predecible. —Cuando estés lista, querida Luna, estaré a tu servicio —dijo con un tono enigmático acompañado de una leve inclinación de su cabeza. Luego, sin más preámbulos, se dio la vuelta y salió de la tienda. Me quedé mirando la puerta por donde había desaparecido Alice, tratando de asimilar todo lo que acababa de ocurrir. Mi vida se había vuelto mucho más extraña de lo que jamás habría imaginado.
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