Capítulo 10

1520 Words
Orión Alguien me agarró con fuerza de los brazos y tiró de mí. Mis instintos me hicieron dar un paso atrás antes de que pudiera reaccionar. Iba a destrozar al chico que había quedado en el suelo si no me hubieran apartado a tiempo. —Mierda, Orión, ¿qué diablos te pasa? —Era Lucas quien me mantenía en su agarre, y su voz sonaba preocupada mientras me tenía cerca —¿Qué estás haciendo? Aun luchando con mi ira y mis emociones, intenté encontrar las palabras adecuadas. No podía explicar lo que estaba sucediendo, y ni siquiera yo lo entendía completamente. "Se fue" me increpó Ciro en mi mente. Su voz sonaba más urgente ahora. Miré en todas direcciones, pero no estaba en ningún lado. Diosa, esa chica, mi chica se había ido. Me encontraba en medio del bullicio de la discoteca, rodeado de gente que seguía bailando y divirtiéndose ajena a mi desesperación. Las luces parpadeantes y la música ensordecedora creaban un ambiente de caos. La sensación de pérdida se apoderó de mí, y mi mente se llenó de preguntas sin respuesta. "¿¡Por qué no me avisaste, maldición!?" grité a Ciro, cuya voz resonaba en mi mente como un eco enfurecido. "¡Estabas muy ocupado metiendo la cabeza en tu propio culo, idiota!" rugió en mi cabeza Ciro, su tono lleno de reproche. "¿¡Como si tú no hubieras tenido nada que ver con este arrebato!?" ladré sarcásticamente, culpándolo por nuestra situación. "La asustaste, la hemos perdido antes de tenerla..." gimió Ciro con dolor en su voz, y esa verdad me golpeó como un puñetazo en el estómago. Habíamos perdido a esa misteriosa chica que había aparecido de la nada y se había desvanecido en la multitud. Era mi deber encontrarla y averiguar quién era, pero había cometido un error que amenazaba con alejarla de mí para siempre. —¿Qué está pasando? —Ah sí, Lucas estaba aquí todavía. —Ella estaba aquí, la tuve entre mis brazos, estaba aquí conmigo y se fue. Necesito encontrarla —solté las palabras una tras otra sin pensar siquiera si tenían sentido, estaba totalmente turbado ahora que no la tenía conmigo. La desesperación me aplastaba, una angustia abrumadora que amenazaba con desgarrarme por dentro. En mi mente, imágenes fugaces de ella se agolpaban, su sonrisa, su mirada, cada momento que compartimos. La sola idea de que se hubiera ido me llenaba de un terror paralizante, como si hubiera perdido algo irreemplazable. —¿De qué mierda estás hablando? —¿Quién es ella? Dijeron Lucas y Samuel al mismo tiempo, su voz llena de confusión, incapaces de comprender la magnitud de lo que estaba sucediendo. —Ella... Mi compañera... Ambos me miraban con la mandíbula casi tocando el suelo, sus ojos reflejando la sorpresa y la incredulidad que sentía en ese momento. Estaban tan desconcertados como yo mismo me había sentido al darme cuenta de quién era realmente ella, quién era para mí, quién era para la manada. —¿Tu...? ¿Tu... Compañera? —Lucas tartamudeaba, algo inusual en él. —Sí, Beta, tu Luna estuvo aquí y ya no está. —No es posible... No puedes ser compañero de una humana... —Sam mantenía mi mirada con ojos suspicaces, incapaz de comprender completamente la situación. Esto era algo totalmente desconcertante y desafiante para todo lo que conocíamos hasta ese momento. —Es mi compañera, no es solo una humana, tiene a su loba, Darcy, así se llama su loba. Tuve a mi compañera en brazos, casi beso a nuestra Luna si Ciro no me hubiera interrumpido con un comentario que hizo que arruinara el momento. "Tú lo arruinaste solito, Orión", rio él en mi cabeza. "¿Tienes el coraje de reírte de nuestra pérdida en este momento?" gruñí en respuesta. "Ella volverá. Darcy nos la traerá de vuelta", dijo con tanta seguridad que me aferré a su esperanza, un pequeño rayo de luz en medio de la oscuridad que sentía en mi interior. La idea de que Darcy, su loba, pudiera ayudarnos a encontrar a nuestra compañera me llenó de determinación. —Tenemos que irnos —dijo Lucas con la voz tensa. Como Beta, era su obligación y responsabilidad cuidar y proteger a nuestra Luna tanto como la mía. —Sí —suspiré—, su olor casi no se siente por aquí. Tenemos que salir a buscarla... —No, nos vamos a casa. —¿¡Qué!? No, tenemos que ir a buscar a nuestra Luna —Sam gritó tan fuerte que varias personas se voltearon para mirarnos. ¿Qué le pasa a Lucas? ¿Cómo es que no quiere correr tras nuestra Luna? —Podremos volver por ella más tarde. Ahora debemos irnos de inmediato —Lucas miraba fijamente, sus ojos clavados en un punto por encima de mi hombro. Me giré para comprender por qué tenía esa expresión. Maldición. Cinco lobos de la manada de las Sombras Oscuras nos tenían en su mira. Si hubiéramos estado en cualquier otro lugar, los habríamos destrozado, pero en el club había demasiada gente inocente que no sabía de la existencia de los lobos. No podíamos simplemente pelearnos frente a tantos testigos. Teníamos que salir del club de inmediato. Mientras Lucas y Samuel discutían sobre el siguiente paso a seguir, aproveché un momento para mirar a mi alrededor, evaluando las posibles salidas y rutas de escape. Mi mente funcionaba a toda velocidad, calculando las opciones y diseñando estrategias rápidamente. El pulso de la situación latía fuerte en mis venas, pero no me dejé llevar por el pánico. Era mi deber como Alfa mantener la calma y tomar decisiones fundamentadas. Estaba rodeado de personas que no sabían nada sobre nuestro mundo, y no podía permitir que nuestra verdadera naturaleza quedara al descubierto. Sintiéndome seguro, tomé el control de la situación. Le hice un gesto a Lucas para que mantuviera la vista en los lobos enemigos y le di un apretón de hombro a Samuel para asegurarle que todo estaría bien. —Salgamos por la puerta de atrás entonces —dije a Sam y Lucas, mientras comenzábamos a abrirnos camino por la pista de baile. A nuestro alrededor, la gente se apartaba, claramente intimidada por la tensión en el aire después de la escena en la que habíamos participado minutos antes. Las luces parpadeantes y la música atronadora parecían alejarse a medida que avanzábamos hacia la salida trasera del club. Mi mente seguía trabajando a toda velocidad, calculando cada movimiento. A través del vínculo, Lucas me envió una promesa reconfortante. "Volveremos a por ella, Orión, te lo prometo". Aunque estaba agotado y mi corazón anhelaba desesperadamente a mi compañera, no me quedaban energías para responder. La sensación de vacío sin ella a mi lado me pesaba, pero confiaba en que encontraríamos la forma de recuperarla y mantenerla a salvo. *** —Aún están detrás de nosotros. —Sam murmuró desde el asiento de atrás. Habíamos salido del club y nos habíamos subido al auto, pero sabíamos que nos estaban siguiendo desde entonces. Mientras conducíamos por la carretera en medio de la noche, el paisaje a nuestro alrededor era digno de una película de terror. La oscuridad se cernía sobre el frío y sombrío bosque que rodeaba la carretera. Los árboles se alzaban imponentes a ambos lados, sus ramas parecían querer atrapar la luna que brillaba en el cielo estrellado. La luna, un faro en medio de la oscuridad, derramaba su luz plateada sobre el paisaje, pintando el bosque de sombras misteriosas. La carretera, apenas visible por la luz de los faros del auto, se extendía como un camino hacia lo desconocido. El viento frío soplaba a través de la ventanilla, y podía sentirlo acariciar mi piel, recordándome la cruda realidad de la noche. A pesar de la belleza del bosque bajo la luz de la luna, no podíamos permitirnos distracciones. La persecución seguía, y debíamos asegurarnos de llegar a salvo a nuestro territorio antes de que nuestros perseguidores entraran en él. —Unos kilómetros más, y entrarán en nuestro territorio, Orión —dijo Lucas con la mandíbula apretada. —Cuento con eso. —Aproveché el momento para vincularme con Ryan y Jake, dos de nuestros lobos que patrullaban la entrada de nuestro territorio por esa zona. "Ryan, Jake," los llamé, y su respuesta fue rápida y sincronizada. "Sí, Alfa." "Estamos a solo unos pocos kilómetros de entrar en el territorio, y un auto nos está siguiendo. Prepárense para interceptarlo y tomar a los pasajeros como prisioneros." "Sí, Alfa," confirmaron, mostrando su lealtad y obediencia a pesar de que faltaban solo dos días para la transición de Alfas. Todos en la manada me trataban como el Alfa en funciones, lo que facilitaba la transición de heredero a líder. —En la entrada al territorio, estarán esperando para interceptar el vehículo —informé a los chicos—. Una vez que los atrapen, no serán un problema. —Bien, necesitamos averiguar por qué esos lobos estaban en la discoteca de una ciudad humana. No es algo normal —dijo Lucas, compartiendo mi inquietud.
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