Capítulo 9

1800 Words
Octavia Había perdido de vista a Sam hace aproximadamente media hora, pero en medio de las luces parpadeantes y la música atronadora del club, no me preocupaba demasiado. Seguro se encontraría en algún rincón oscuro del lugar, entregada a un apasionado beso con algún chico. Sabía que había bebido más de la cuenta; sus risas alegres y la forma en que se tambaleaba al caminar lo confirmaban. Mientras dejaba que la música se adueñara de mi cuerpo, un desconocido se acercó, invitándome a bailar. No pude resistirme a la atracción de la pista de baile y la emoción de moverme al ritmo de la música. Nuestros cuerpos se unieron en un baile sensual, su cercanía era intrigante. Sus manos me sostenían con firmeza mientras nuestras caderas se movían al compás de la música, creando una conexión efímera pero emocionante. De repente, percibí un olor inusual, algo que no encajaba en el ambiente del club. Era un aroma dulce y etéreo, casi pecaminoso. Mis sentidos se vieron inundados por esa fragancia, como si estuviera envuelta en un hechizo. Las luces parpadeantes se volvieron más intensas, y la música parecía perder fuerza frente a ese olor hipnótico. El chico con el que estaba bailando quedó rígido por un segundo, como si algo en él hubiera cambiado de manera instantánea. Sin mediar palabra, se dio media vuelta y se alejó de mí. Así de simple... Había algo en ese nuevo aroma que había desencadenado una reacción en él, y no tenía idea de qué era. "Mío" gruñó Darcy en mi mente, dejándome sin aliento con su intensidad. "Juro por Dios, Darcy, que si vuelves a gruñirme..." No pude terminar la frase, ya que en ese momento sentí unos brazos que se apretaban con firmeza alrededor de mi cuerpo. Cada contacto de su piel con la mía se sentía como chispas eléctricas, enviando un escalofrío de placer por mi columna vertebral. El aroma que emanaba de esta nueva presencia era abrumador, inundándome con una mezcla de sensaciones irresistibles. Era una delicia y un placer difíciles de describir. Me dio vuelta para mirarlo, y no pude evitar acercar mi nariz inmediatamente a su pecho, inhalar profundamente. Cerré los ojos por un instante para saborear completamente el aroma que se desprendía de su piel. Era una experiencia sensorial abrumadora y emocionante. —Qué bien hueles —murmuré por lo bajo, maravillada por la fragancia que envolvía a este misterioso hombre. Estaba segura de que era un perfume de alta calidad, uno de esos que prometían atraer y conquistar a las chicas. Los chicos de hoy en día parecían creer en todo tipo de artimañas para llamar la atención. Sentí que se reía, el sonido de su risa fue una melodía para mis oídos, un eco encantador que llenó el aire a nuestro alrededor. Era una risa cálida y vibrante, como si estuviera disfrutando de un secreto compartido entre nosotros. Pero, en medio de la discoteca con la música atronadora y los murmullos de la gente, la pregunta surgió en mi mente. ¿Cómo mierda podía escuchar su risa en un lugar tan ruidoso? "Vocabulario, Octavia," dijo Darcy, más como una corrección amable que como un sermón. Era como si estuviera recordándome la importancia de elegir mis palabras cuidadosamente y pensar con claridad, incluso en medio del caos de la discoteca. —Hermosa, en este momento, eres la única en mi mundo. No hay nadie más que me importe —respondió, y juro que mi corazón se saltó un latido al escuchar su voz, profunda y seductora. Un escalofrío recorrió mi espalda, y una urgencia inexplicable me invadió. Levanté la vista hacia su rostro. Santa mierda, no esperaba enfrentarme a este espécimen de hombre. Era alto, en realidad, un gigante en comparación con mi estatura. Su rostro era una obra maestra de proporciones perfectas. Sus ojos, de un verde con toques de azul, me miraban con una intensidad que solo había leído en mis novelas de romance apasionado. Sus labios formaban ahora una sonrisa engreída que le quedaba deliciosamente bien junto con la barba bien cuidada que tenía. Me dejó sin aliento su mandíbula cincelada, marcada y masculina. Cada ángulo de su rostro estaba esculpido a la perfección, y sus facciones irradian una virilidad que era imposible de ignorar. Diosa santísima, este hombre era una obra maestra viviente. "Si, Diosa santísima" murmuró Darcy con un toque de sensualidad en su voz. Sin duda, ella estaba disfrutando más de la situación que yo. —Eres encantador, me imagino que le dices eso a todas —respondí, sintiéndome un poco avergonzada por lo empalagosa que había sonado. Sin pensarlo dos veces, me di la vuelta y seguí bailando al ritmo de la música, si es que estaba sonando algo estilo "Earned It" de The Weeknd. Él volvió a abrazarme por detrás, y su contacto hizo que cada parte de mi cuerpo cobrara vida. Su cercanía provocaba una mezcla de emociones en mí: excitación, anticipación y un toque de incredulidad por lo que estaba ocurriendo. Sentir sus brazos rodeándome me hizo estremecer. Cada roce avivaba el fuego que ardía dentro de mí. Cuando sus labios rozaron mi cuello, un escalofrío recorrió mi espalda, y un suspiro incontrolable escapó de mis labios. No entendía de dónde venían estas sensaciones y deseos de ser sensual, pero en ese momento, simplemente me dejé llevar por la intensidad del momento. Se separó de mí demasiado pronto para mi gusto, y extrañé la sensación de su cuerpo contra el mío en cuanto se alejó unos milímetros. Luego, me volvió a dar la vuelta, y en ese momento, no podía creer que mi corazón siguiera latiendo, considerando lo cerca que estábamos y lo lejos que nos sentíamos al mismo tiempo. Anhelaba probar sus labios, sentirlos sobre los míos. Había pasado de estar relativamente cuerda hace unas horas a declararme oficialmente loca de remate. —Darcy —me susurró en los labios, y en ese instante, toda sensación de demencia irracional, así como cualquier sentimiento de pasión que hubiera experimentado en ese momento ilógico, se desvaneció. —¿Qué? ¿Cómo me has llamado? —pregunté sin aliento, mi mente luchando por comprender cómo sabía ese nombre, entre todos los posibles, en medio de esta experiencia tan desconcertante. Vi el arrepentimiento en sus ojos en cuanto nos separamos. Su mirada reflejaba una mezcla de pesar y confusión, como si estuviera buscando desesperadamente la forma de explicar lo que acababa de suceder. Pude percibir cómo giraban los engranajes de su cerebro, trabajando a toda velocidad para formular las palabras que iba a decir. En ese momento, mil excusas y escenarios posibles pasaron por mi mente, dejándome en vilo y preguntándome qué saldría por sus labios a continuación. —¿Qué? —respondió con una expresión perpleja. Realmente, no podía creerlo. ¿En serio? Parecía como si su cerebro se hubiera quedado sin batería. Me di la vuelta para irme, apresurándome sin mirar a mi alrededor, cuando de repente tropecé. Había perdido la noción del espacio debido al hechizo previo y a la sorpresa del momento, y a medida que giraba poco a poco, fui recordando dónde me encontraba. Justo en ese instante, tropecé en los brazos de Liam, quien me miró con una expresión confundida a causa del inesperado accidente. —Liam, sácame de aquí por favor —solté sin darme cuenta de que tenía las manos apoyadas en su pecho, mientras él me sujetaba con firmeza de la cintura. —¿Qué ocurre, Vi? —preguntó con preocupación. Lo siguiente que vi fue cómo el extraño chico que me había llamado Darcy apartaba a Liam de un empujón brutal, tan fuerte que Liam cayó y arrastró a otras personas con él. El chico con el cerebro evidentemente chamuscado le gruñía en la cara, sí, le gruñó como un puto animal enrabietado. La agresividad en ese momento era palpable, una chispa que podía prenderse en cualquier instante. "Vocabulario, Octavia, estás hablando de nuestro..." "Basta" le grité a Darcy. Esta noche era una locura, y creo que he dicho "locura" y "loca" todo el día. No quería ni pensar cuántas veces lo había repetido. Estaba exhausta. Escuché a este chico gritándole y amenazando a Liam, sus palabras llenas de posesividad vibrando en el tono de su voz y reflejándose en su postura corporal. —Ni se te ocurra volver a poner un dedo sobre mi compañera o te arrancaré las manos —Mierda, si eso no fue excitante... No, no, borra eso. ¿Quién se cree que es? Necesito salir de aquí. Giré hacia el lado opuesto de la pelea que se estaba gestando y corrí hacia la salida lo más rápido que pude. Aparté a la gente que se agolpaba a mi alrededor, algunos deseosos de presenciar la pelea y otros buscando bailar más apretados con sus compañeros. El club estaba repleto de personas, las luces parpadeantes creando un mar de colores que me confundían. La adrenalina corría por mis venas mientras trataba de escapar de ese caos. Alguien me agarró del brazo, y me di la vuelta en un estado de terror total. —Vi, ¿qué pasa? —Sam preguntó con preocupación, examinando mi rostro. —Sam, tenemos que salir de aquí ya, por favor. —Sollocé, incapaz de contener mis emociones. No sé si fue por lo que vio en mi rostro, el reflejo de pánico que reflejaba, o el hecho de escuchar mi voz quebrarse al final de mi súplica, pero ella tomó mi mano y me sacó del club. El aire frío chocó contra mi piel, una sensación bienvenida que calmó el calor inexplicable de las emociones que había experimentado hace solo unos minutos. Un relajante suspiro de alivio recorrió mi cuerpo, y no me di cuenta de cuánto lo necesitaba hasta que lo sentí. Finalmente, encontramos el área del estacionamiento al aire libre, donde una multitud de autos estaba aparcada. El lugar estaba abarrotado, con luces intermitentes que iluminaban la escena, y la música amortiguada del club aún era audible en la distancia. Sam se dirigió hacia nuestro automóvil y se sentó en el asiento del conductor. El sonido del motor arrancándose se alargó, como si ese pequeño intervalo fuera necesario para recuperarnos de la agitación de la noche. Sam me miró de reojo y preguntó: —¿Quieres hablar de lo que sucedió? —Sacudí la cabeza en respuesta, sin sentir la necesidad de revivir los eventos de la noche. Ella conectó su teléfono al sistema de sonido del auto, y la canción "Tattoo" de Loreen comenzó a llenar el espacio. Las notas musicales envolvieron la atmósfera del vehículo, y me sumergí por completo en la letra de la canción. Cerré los ojos y me dejé llevar por la música, tratando de escapar temporalmente de los acontecimientos recientes.
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