Capítulo 22

1693 Words
Octavia —Entonces tenemos tiempo de ir de compras, ¿no? —preguntó Sam, su entusiasmo era evidente, sus ojos brillaban. —¡Claro que sí! Almorzaremos fuera hoy, luego iremos de compras y en la noche nos vamos, ¿les parece bien? —añadió papá. —¿Estás dispuesto a pasar la tarde comprando ropa con tres chicas? —pregunté con una sonrisa, sabiendo que a papá no le emocionaba la idea de pasar horas en tiendas de ropa. Siempre terminaba siendo nuestra mula de carga y se aburría, aunque no quisiera admitirlo. Sin embargo, eso solo lo hacía más encantador a nuestros ojos. —No me voy a perder pasar la tarde con mis tres chicas favoritas en el mundo por nada —juró papá, su amor por nosotras era palpable en sus palabras y gestos. —¡Eres el mejor papá! —chilló Sam emocionada y saltó hacia él para abrazarlo, mientras yo sonreía, agradecida por tener una familia tan unida y cariñosa. —Lo sé, lo sé, ahora vayan a correr, las esperamos para ir a almorzar juntos. —papá nos despidió con una sonrisa y un gesto de la mano, y Sam y yo nos apresuramos a salir de la casa, sintiéndonos afortunadas por todo lo que teníamos. Mientras comenzábamos nuestra rutina de correr, la brisa fresca acariciaba nuestros rostros y los primeros rayos de sol se filtraban entre las hojas de los árboles, creando un ambiente lleno de promesas. Sam no paraba de hablar sobre las cosas que planeaba comprar: botas, abrigos, bufandas, vaqueros, zapatos. Su entusiasmo era palpable, y sus palabras estaban cargadas de emoción. Ya había empezado a hablar sobre cómo empacar todo para el campamento cuando la voz de Darcy irrumpió en mi mente con tres palabras que me helaron la sangre. "Nos están siguiendo." "¿Qué? ¿Quién?" Me estaba por girar cuando Darcy gritó: "Mantén los ojos en el camino Vi. Aumenta la velocidad. Los perderemos de vista" "Tengo que decirle algo a Sam..." "Ya le avisé a Nessy, ellas lo saben..." Mis músculos se tensaron, y un escalofrío recorrió mi columna vertebral. Sam miró hacia adelante, su rostro reflejando una tensión creciente, y asintió en respuesta a mi preocupación. —¿Una carrera? ¡Claro! La que llegue por último lava los platos de la cena —gritó Sam, tratando de mantener una apariencia de normalidad mientras actuamos como si estuviéramos disfrutando de una competencia amistosa. Sin una palabra más, aceleramos el paso, nuestras zapatillas golpeando el suelo con fuerza en cada zancada. Corrimos a toda prisa por el parque, normalmente lleno de personas que practicaban deportes y disfrutaban del aire libre. Pero hoy estaba inusualmente desierto, lo que aumentaba nuestra ansiedad. "Vamos por el sendero a la izquierda, los emboscaremos entre los árboles", me habló Sam en la mente mientras cambiamos de rumbo. Después de unos diez minutos de carrera intensa, nos escondimos detrás de un tronco caído en el bosque cercano. El aroma de la tierra húmeda y la maleza llenaban el aire. Escuchamos pasos acercándose a nosotras, y una oleada de tensión recorrió mi cuerpo. Controlé mi respiración, tratando de no delatar nuestra ubicación. Sam y yo nos miramos, compartiendo un silencio lleno de preocupación y determinación mientras esperábamos a nuestros perseguidores, sin saber quiénes eran ni cuáles eran sus intenciones. Mientras permanecimos ocultas detrás del tronco caído en el bosque, escuchamos las voces de los hombres que nos seguían, sus palabras cargadas de seguridad y desprecio. —No pueden estar muy lejos; aún siento su olor. Solo son dos cachorras sin experiencia —dijo uno de los hombres con desdén, sus palabras llenas de arrogancia. Con cuidado, me acerqué a un agujero que había en el tronco para observar a los hombres sin ser vista. La tierra húmeda bajo mis manos y el murmullo del bosque circundante parecían aumentar la tensión en el aire. "Son dos", le informé a Sam a través de nuestro vínculo mental. "Deben tener entre 20 y 25 años. Son robustos, uno tiene la piel oscura, el otro parece ser de ascendencia latina. El latino tiene una cicatriz enorme que va desde el ojo hasta el cuello." Necesitábamos esa descripción para identificarlos en caso de que lograran atrapar a una de nosotras. "Tenemos la ventaja del factor sorpresa, Vi. Debemos atacar y averiguar qué diablos quieren de nosotras", me susurró Sam con determinación, el aliento cálido de su respiración rozando mi piel. "En este momento, los atacaría solo por el placer de hacerlos tragar su estúpida creencia de que somos cachorras sin experiencia. ¿Quién demonios se creen que son?", expresé con rabia, mis músculos tensos, preparándome para lo que venía. "¿Preparada? Yo me encargo del latino, tú ve por el otro", dijo Sam con una mirada feroz en sus ojos. Asentí, compartiendo su determinación, y salimos sigilosamente de nuestro escondite, preparadas para enfrentar a los desconocidos y desafiar su subestimación hacia nosotras. Sam y yo actuamos con una sincronización casi perfecta. Mientras ella propinaba un fuerte golpe en la cabeza al hombre de ascendencia latina con una patada precisa, yo pateaba a mi agresor detrás de las rodillas, haciendo que cayera al suelo. Sin embargo, no tuve en cuenta lo rápido que podría ser mi oponente. Se giró velozmente, agarrando mi brazo y tirándome al suelo. En un abrir y cerrar de ojos, estaba sobre mí, sus manos apretando mi cuello, creyendo que me tenía inmovilizada. Mantuve la calma y actué con rapidez. Crucé mi mano derecha bajo su brazo izquierdo, mientras llevaba la otra mano a su cuello por encima. Mi pie izquierdo encontró su cadera, y con un esfuerzo desesperado, lo desequilibré. No estaba preparado para la resistencia que le ofrecí. En el momento en que lo desestabilicé, coloqué mi pierna derecha sobre su cuello y con la otra levanté su brazo izquierdo, aplicando una llave de defensa personal que habíamos aprendido. Tenía su brazo a mi merced, y sin dudarlo, hice palanca, levantando mis caderas y quebrando su codo. Un grito agudo y desgarrador resonó entre los árboles mientras él se retorcía de dolor. Me puse de pie sobre él, una mezcla de furia y satisfacción recorriendo mis venas. Golpeé su rostro dos veces con puñetazos certeros hasta que la sangre comenzó a brotar de su boca. Mi mirada se desvió hacia Sam, quien estaba controlando al otro agresor con destreza. Sonreí ante el alivio de que ambas estuviéramos a salvo y en control de la situación. —¿Quién diablos son ustedes? —le ladré a mi agresor, mi voz temblorosa, sintiéndome al borde de perder la cordura. —¿Qué demonios quieren de nosotras? Mi agresor apenas pudo articular una respuesta, su voz en un susurro entrecortado. —Él... Él viene por ustedes —respondió antes de desmayarse. —Vaya par de inútiles —escuché a Sam detrás de mí. Volteé la cabeza para mirar al otro agresor, quien estaba tendido en el suelo con ambas piernas visiblemente fracturadas. Sam siguió mi mirada y resopló. —Creo que le rompí tres huesos —dijo mientras me ayudaba a levantarme —así que creo que gané, ¿no? Veo un codo roto y una mandíbula dislocada en tu cuenta. Buen trabajo, Vi. —¿Lograste que dijera algo? —pregunté mientras luchaba por recuperar el aliento. —No, apenas tuvo tiempo para decir nada. Lo siento, ¿qué dijo este? —preguntó Sam señalando al hombre inconsciente en el suelo. —Dijo que él venía por nosotras. Podría estar refiriéndose a Orión, Sam. Él me contó que era el líder de una organización... —no quería creerlo, pero tenía sentido. "Él nunca nos haría daño..." Darcy gruñó en mi mente. "Me importa un carajo lo que pienses, D. A los hechos me remito." Le respondí con dureza, sabiendo que esta situación complicaba aún más nuestra relación con el misterioso Orión. —¿Qué hacemos con ellos? —preguntó Sam, mirando a los dos hombres heridos en el suelo. —Podríamos dejarlos aquí; el latino no va a caminar por un buen tiempo —le dije, señalando al hombre de piel oscura. —Y a este podríamos atarlo... —¿En serio? ¿Llevas una cuerda en tus pantalones? —bufó Sam. Rebusqué entre la ropa del hombre y encontré lo que necesitábamos. Levanté triunfalmente un trozo de cuerda que estaba en su chaqueta. —Bueno, estos tipos venían claramente preparados para algo siniestro. La escena a nuestro alrededor era un caos, con sangre derramada, miembros rotos y dos hombres atados y ocultos en medio del bosque. Sin embargo, no nos sentíamos asustadas ni horrorizadas. En ningún momento vacilamos, ni un solo segundo dudamos en defendernos mutuamente. Estaba decidida a proteger a Sam, y ella también estaba dispuesta a hacer lo mismo por mí. Éramos capaces de luchar y, si fuera necesario, matar para mantenernos a salvo. —Malditos psicópatas, tendremos que limpiarnos antes de volver a casa. ¿Qué te parece si decimos que nos caímos en el río? —¡Diablos señorita! Me apunto. Después de dejar a esos dos lunáticos en el bosque, Sam y yo nos dirigimos al río cercano. Necesitábamos limpiarnos y eliminar cualquier evidencia de la pelea. El agua estaba fría, pero nos sumergimos sin dudarlo. Mientras el agua fluía a nuestro alrededor, nos ayudó a sentirnos purificadas de alguna manera. Nos lavamos la sangre y la suciedad, y nos aseguramos de que no quedara ningún rastro de la lucha en nuestras ropas. Las emociones seguían ardiendo en nuestros ojos, pero la frialdad del agua parecía apaciguar a nuestros espíritus. Nos miramos la una a la otra, entendiendo que habíamos cruzado una línea, que habíamos demostrado ser capaces de protegernos mutuamente a toda costa. Finalmente, salimos del agua y regresamos a casa. A medida que nos acercábamos, comenzamos a formular un plan sobre cómo abordar la situación. Sabíamos que no podíamos ignorar el hecho de que nos habían perseguido, y teníamos que ser cuidadosas al respecto. También nos inquietaba la misteriosa mención de "él" que quería llegar a nosotras. Aunque bien sabíamos, estaríamos preparadas para enfrentarlo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD