Estiben no paraba de trabajar, estaba muy motivado por buscar la forma de regresar a su dimensión; también lo angustiaba que los ejércitos de Altares llegaran a masacrarlos. Aunque muchas veces su mirada se perdía en la hermosa doctora Yací, era imposible no verla. Su presencia era como un poderoso imán para el que cuando se miraban se podía sentir energía por el aire. Comenzaron a intercambiar sus vidas tan parecidas; sin embargo, con fuertes diferencias como estas de las que se dieron de cuenta cuando la doctora le dijo esto:
—científico Estiben lo felicitó por su hermosa familia. Ciertamente, es muy difícil conservar una familia hoy en día. Al menos en esta dimensión, no sé cómo será en la suya. Ahora, gracias a que hay más libertad, que ya no estamos tan aferrados a la religión, las parejas no tienen que aguantarse por apariencias o dogmas; ya a una mujer no se juzga como una cualquiera por dejar al esposo. Tampoco tendrá castigo religioso; al final es mejor así. La vida es una sola y toca vivirla sin amarguras. Pobrecitas nuestras abuelas que se aguantaron 50 años junto a un mal marido por temor al qué dirán o miedo de quedarse solas y morir de hambre. Es como yo, ya he tenido tres matrimonios; no soy mala mujer, lo que pasa es que soy muy mala para escoger.
Estiben hablaba poco, aunque hacía lo posible para tratar de agradarle. Aunque siempre lo interrumpía la imagen de su esposa en su mente, bueno, él le contestaba muy cariñoso:
—Es cierto, ahora las cosas son mejores. Te puedes separar sin que te juzguen mucho. Es que al principio una pareja misteriosamente se enamora o por necesidad de satisfacer necesidades fisiológicas; luego, a medida que transcurre la convivencia, se van desvaneciendo estos velos, el amor se vuelve odio y las necesidades se convierten en hastío. Razón tienen los que dicen que solo el amor de Dios es verdadero, a propósito. Doctora, ¿por qué aquí le dicen doctores los científicos? Y ¿qué pasó con sus maridos?
Ella le contestó sonrojándose:
—Me cansé; me aguanté sus malos tratos porque mis hijos no crecieran en hogares separados. Hasta que un día no aguante, esperé que se fuera a trabajar, le cambié las chapas a las puertas, envié los niños a donde mi mamá, y también me armé con un bate de baseball. Aunque las cosas no salieron como planeaba, preciso el tonto me trajo serenata. Estuve a punto de caer, alcancé a cantar con los mariachis y casi le acepté que nos casáramos por segunda vez. Menos mal tuve una epifanía del futuro en el que él me seguía maltratando, así que le quité a un mariachi la guitarra, rompiéndosela en la cabeza a él. Con esto provoque su furia; agarrándome a golpes muy violentos, me deje pegar; es más, disfrute cada golpe. Para cuando llegó la policía, había tantos testigos que su culpabilidad era irrefutable. Me quedé con la casa, con los hijos, hasta que al crecer decidieron irse con él. Hay comprendí que uno tampoco debe vivir por los hijos; uno lo tiene que hacer es por uno, uno tiene que estar uno lo mejor posible, así sea egoísta, pero al final solo te tienes a ti mismo. Aunque de pronto es que no he conocido a la persona indicada como tú, cómo tú la tienes.
Estíben, encogió sus hombros, torció sus labios para responderle:
—En la oscuridad todos los gatos son pardos. La verdad, cuando éramos novios todo fue magia; ella era casi perfecta hasta que tuvo el primer hijo; ahí cambió, eso fue la pócima de Mr. Hade, reveló su verdadera personalidad. Es como si se hubiera sentido segura de que ya me tenía amarrado, dejando de fingir. Fue un infierno con lapsos de tranquilidad.
Ella le habló, riéndose, agarrándose con ambas manos la barriga:
—ja-ja-ja, Me recuerdas mucho a mí, con la diferencia que no soy tan servicial como tú. Es lo que te digo “primero uno”, tú eres el protagonista principal de la obra; no tienes que dejar que el antagonista te opaque, tienes que hacer que tu luz brille cada vez más fuerte.
Él metió sus manos en los bolsillos, balanceándose a manera de mecedora. Le preguntó:
—Lo que dices es verdad, aunque aplicarlo es difícil; también tengo mis compromisos morales con mis hijos, no puedo dejarlos a la deriva; mi papá fue un gran padre, yo no puedo denigrar su ejemplo; él estuvo casado con mi madre hasta su último día. ¿Cómo no tratar de ser como él?
Yací levantó sus hermosas cejas; una suave sonrisa se le dibujó en su rostro para contestar su pregunta boba:
—Las cosas son simples; prefieres vivir de apariencias que, por tu felicidad, te mides por estándares ajenos. Aunque en parte tienes razón, uno como padre debe buscar lo mejor para los hijos, lo que indica que un ambiente de peleas no va a ser lo mejor para su desarrollo. Debes de evaluar hasta qué punto es tóxica tu relación. Tus sentimientos encontrados no son los mejores consejeros. A veces, el miedo a cambiar, o a quedarnos solos, son nuestra cadena que nos hace auto prisioneros. Lo que tú dices, la moral o el honor a veces son ejecutables, dependiendo si tú dependes de ello. Me parecen estúpidos los samuráis o kamikazes que se matan por ideales de otros. Quién sabe cuántas viudas y huérfanos dejaron a la suerte. Pues aunque tú quieras ser correcto con los demás, lo cual está bien, pero primero tienes que ser correcto contigo mismo… Primero tú.
En esas instancias llegó un imponente ser lleno de medallas; era su excelencia Pólux, quien sin ni siquiera saludar les fue proclamando:
—Bueno, bueno, menos charla y más trabajo, necesitamos esas armas; mis espías nos informan que se dirigen más de 100.000 soldados de Altares a matarnos. Ustedes son la única esperanza de este pueblo; después se pueden conocer o hacer lo que se les dé la gana; ahora debemos de ganar la guerra para salvar a nuestro pueblo. Venía a decirle al señor Estiben que el emperador Rodríguez le hizo el favor a su esposa de liberar al hermano de ella, para que se motive más.
A Estiben se le subieron los colores al rostro. Empuñando las manos, apretando los dientes, enfurecido, hablando muy enredado, articuló:
—¿Por qué liberaron a ese tramposo? Hablando de honor, ese no tiene ni un poquito; fue capaz de robar hasta a su madre, nos robó a nosotros; esa porquería merecía cada segundo en la cárcel, es más, la peor mazmorra es poco para él.
La doctora interrumpió:
—Es que las personas confunden conceptos, no es que tenga que tener honor o ética, es que uno tiene que ser lo más correcto posible, lógicamente primero uno, pero también los demás y más cuando lo que tú le haces a los demás te puede afectar, como que te envíen a la cárcel.
Estiben le contestó:
—Lo que pasa es que él se creía que por ser pobre, todo el mundo tenía que darle dinero; se consideraba humilde, pero era un pedante, chicanero y embustero.
Pólux alzó sus hombros y, abriendo las manos, le expuso:
—Entonces confundimos los conceptos; pensamos que le gustaría que su familiar estuviera libre; si quieres, Rodríguez lo puede desaparecer. Aunque su esposa sí está muy feliz, sería una pena romperle el corazón más de lo que lo tiene debido a que su amado esposo está atrapado en otra dimensión, en donde es solo posible verlo con un visor especial y que lo vea como un feo monstruo.
Estiben fue el que esta vez alzó sus hombros hablando.
—Algún día se acostumbrará a estar sin mí, pues aún no tenemos ni idea de cómo hacer para que yo vuelva al otro lado.