Las piernas de Irina estaban temblando, sus muslos tenían marcas de los dientes de Jasha, algunos morados por su cintura, su cuello estaba lleno de chupones y marcas de labios, mientras que sus manos estaban atadas por sobre su cabeza y los labios de Jasha jugaban con su humedad, era como una tortura, ella no podía mover sus piernas a libertad porque el las tenían retenidas e inmovilizadas con sus manos, y ella estaba siendo devorada por la boca del jefe de la mafia rusa. Jasha no pensaba en nada más, estaba concentrado y obsesionado en escuchar gemir a Irina. Ese hombre amaba los gemidos de su rubia, eran suaves, delicados, medio imperceptibles, pero muy profundos. De vez en cuando buscaba los ojos de Irina y cuando se ponían blancos arremetía más y más con su lengua oprimiendo ese pun