—Olga —saludo Irina a la abuela de Alek que entraba en la habitación justo cuando ella lo estaba arropando. —Irna —fue simple al saludar. —Yo... La dejaré con el pequeño. —Pero si no vine por mi nieto querida —dijo acariciando un mechón del pelo de Irina—. No soy tonta y sé que estás huyendo de mi, todo el día he intentado darte caza y eres demasiado esquiva. —Es que yo... —No tienes de qué avergonzarte, son jóvenes y están enamorados —Olga la tomó de la mano y la sacó de la habitación de Alek, enredo el brazo de Irina en el suyo y emprendió una caminata lenta junto a la rubia. —Si le molesta, yo puedo... —No me molesta para nada, se estaban tardando demasiado y por poco tengo que encerrarlos en una habitación hasta que aceptaran sus... —¡Olga! —Chillo en un intento de indignación