−Sin embargo… ¡lo lograste!– sonrió el Marqués. −Siéntate, Willoughby, y cuéntanos todo– intervino el Primer Ministro–, sabes que ardemos de curiosidad. −Tengo mucho que contarle, señor Pitt– dijo el Mayor Willoughby−, por eso es que vine hasta aquí, en cuanto llegué a Dover. −¿Y cómo cruzó el Canal?– preguntó el almirante. El Mayor Willoughby sonrió. −Pensé, señor, que tendría que esperar a que Merlyn o la Marina me rescataran, pero una banda de contrabandistas fue lo bastante amable como para traerme hasta aquí. Me dejaron esta mañana temprano a unos dieciséis kilómetros de aquí, en la costa. −¡Caramba! ¿No habrá manera de detener a esos pillos?– exclamó el Almirante. −Yo, por mi parte, estoy muy agradecido de sus servicios– bromeó el Mayor Willoughby. −¿De qué están hablando?– p