Paula llegó temprano al bar. Esa vez no le tocaba estar junto a su amiga Susana, ésta le había enviado un mensaje de que estaría libre ese día y que luego le contaría los detalles de lo que había ocurrido con Marco. La pelinegra frunció los labios, pero decidió discutirlo más tarde con la castaña. Tendría que soportar ese odioso turno intermedio sola. Los jefes a cargo serían Eduardo y Martín, que parecía que últimamente vivía en el bar. No sería tan complicado, al parecer, Karen tampoco iría en su turno. Serían sólo ella y ese extraño chico nuevo llamado Daniel. Comenzó sus tareas cotidianas, y poco a poco comenzó a entrar gente al bar. Esa noche saldría a las nueve y esperaba que las horas pasaran rápido. Miró el reloj… sólo eran las cuatro. Faltaba demasiado para salir, a pesa