Hablar o callar. Ése es el dilema… ~•~•~ Estaba amaneciendo. Eduardo estaba en la camilla de una malhumorada y burlesca doctora, que no parecía tomarse muy en serio las heridas de su pierna. —Es sólo un rasguño superficial, no deberías tener complicaciones después de la inyección antirrábica —dijo la mujer con escasa paciencia—, los antibióticos y la venda… —¡¡Acaso no entiende lo mucho que me duele!! —comenzó a vociferar, preso de angustia—. ¡¡Debería hacer algo mejor que quedarse ahí y burlarse de mí!! La doctora chasqueó la lengua, poniendo los ojos en blanco. —Exageras… ya deberías irte a tu casa, tengo más personas que atender —dijo la rubia mujer. —¡¡USTED NO ME ECHARÁ DE AQUÍ HASTA QUE YO PUEDA CAMINAR BIEN Y SE ME QUITE ESTE MALDITO DOLOR!! —gritó el rubio, en una especie d