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Eleonor.   Me desperté muy temprano hoy, anoche cuando llegué a casa lo único que quería era dormir plácidamente luego de lo ocurrido entre Ever y yo, aunque mi deseo real hubiera sido amanecer junto a él otra vez, pero ya saben, no podía. Tenía que en mi casa aparentar que nada fuera de lo normal estaba ocurriendo.   Les juro que no me creía ser la novia de un tipo como él. Me encanta su personalidad, esa liga que tiene de chico malo, rudo, temible pero dulce, cariñoso, y respetuoso que me vuelve loca.   Aunque si, todas sabemos que Ever no era así y es lo que valoro de él, que ha cambiado del cielo a la tierra solo por mí. Me pone la piel chinita y el corazón que se me quiere salir por la boca cuando intenta hacer las cosas por agradarme, por tratarme como se debe. Cada vez que recuerdo que no sabía lo que era una caricia y que yo he sido la que le he enseñado, me hace sentir especial. ¿Como olvidar la primera vez que me tomó por la cintura? ¿Como olvidar cuándo delicadamente me hizo suya, me desnudó y no solamente el cuerpo, también el alma? ¿Como olvidar que me cuida como lo más preciado que tiene? Como olvidar que teme lastimarme, he notado que se tiene miedo el mismo muchas veces al pensar en que soy un cristal y puede romperme con su tacto, ¿y saben qué? No lo veo como algo del otro mundo, tampoco lo veo como demasiado, simplemente como lo que me merezco, como lo que toda mujer se merece, un tipazo como él.   No diré de manera cliché que no merezco tanto como otras locas que no saben lo que merecen. Ever es justamente la pieza que encaja conmigo.   —A penas te fuiste ayer y ya se siente la casa vacía — le hablé a Michael sentados los dos en unas bancas dentro de un gimnasio de boxeo.   Les cuento que yo fui a su departamento, un pequeño piso con dos habitaciones, una cocina, una sala, un baño y un pequeño balcón. Me contó que eligió ese lugar con dos habitaciones solo para que cuando lo vaya a visitar yo tenga mi propio cuarto. Me derretía por completo, aun no entiendo como hay hermanos que se odian.   Pero siguiéndoles con el cuento, resulta que no pudimos hablar del todo bien porque Ever le llamó para quedar en este gimnasio a entrenar. Nos terminamos viniendo para acá aunque mi novio no llegaba, lo que solo me ponía nerviosa. Yo aún no le contaba a Michael sobre nosotros.   —Yo te extraño un montón también. Sobre todo extraño entrar a tu cuarto y encenderte la luz mientras estabas acostada solo para escucharte gritarme. —los dos nos estallamos a carcajadas.   —Eres un tonto— espeté.   —Tenía que irme, ya soy un hombre que sabe lo que quiere y es lamentable que papá y mamá no acepten mi carrera ni me apoyen en lo que soy bueno. No puedo estar dentro de una casa en donde solo me juzgan. — tenía toda la razón.   —Y te entiendo perfectamente, no es sano un ambiente como ese— lo acepté.   Por más que yo adorara a mi hermano y me gustara su compañía, sobre todo esas noches bromistas que teníamos solamente él y yo, nuestras conversaciones sobre chicas y sus ligues tan extraños, y por supuesto, sus asfixiantes preguntas sobre si alguien me pretendía. Las iba a extrañar pero son los ciclos de la vida, los hijos se mudan, los hermanos se separan, la vida continua y ya la familia se unen solo los domingos para comer, celebrar los cumpleaños y pasar la navidad ... o al menos es lo que hacen muchas personas con un estilo de vida normal, no sé si mi familia lo haga después de que para ellos nos convertimos en sus decepciones, y me incluyo allí porque yo sé que me van a juzgar cuando diga que Ever es mi novio. No sé si luego mamá y papá querrán ver a su hijo el boxeador y a su hija con un novio boxeador.   —Nuestra relación de hermanos no tiene por qué cambiar. Yo voy a estar para ti siempre y tu para mí. Siempre que quieras puedes dormir en mi departamento y pasamos la noche entre bromas y charlas de esas que sabemos iniciar— es un sol.   —Mientras en esas noches no lleves chicas a casa y tengas relaciones con ellas y yo tenga que escuchar tu desastre, todo bien— ambos reímos a carcajadas.   —Sabes que no, solo tú y yo, mi pequeña—algo en común que tenían Ever y Michael es que me llaman por su pequeña, y una de mis razones por la que tengo un poco de nervios al decirle a mi hermano que Zeus es mi novio es que es celoso y sobreprotector conmigo.   "Tú no eres de él, Eleonor" las palabras de Ever se repitieron en mi cabeza. No quería discordia entre ellos dos, son amigos.   De pronto escuché unos cuantos murmullos de unas chicas que estaban entrenando en una esquina del gimnasio, tenían la mirada puesta en nada más y nada menos que Ever. Había hecho su entrada con un bulto en mano, una camiseta sin mangas muy ancha que permitían ver con gran claridad parte de su grandioso pecho y unas bermuda deportiva negra.   Su mirada se fijó en mí, él no sabía que yo estaría con Michael, no le avisé nada.   Michael y él se saludaron como siempre, mientras que a mí solo me miró.   —¿Andas de niñero hoy, Kid? — se refirió a mi hermano.   No hice más que rodar los ojos, eso ya no funcionaba conmigo.   Mi hermano rio graciosamente.   —Ustedes tienen que tratar de llevarse bien, por el amor de Dios— oh, sí que nos llevamos bien hermanito, no te imaginas lo bien que nos llevamos.   —Él no se lleva bien con nenas y yo no me llevo bien con idiotas salvajes— le continué el juego.   —¡Eleonor! — mi hermano exclamó mi nombre entre carcajadas. Yo sé que Ever se aguantó las ganas de no reír por no verse menos varonil y pesado, y por supuesto, no ceder ante mi burla.   —Mejor vamos a entrenar unos treinta minutos antes de irnos a comer, creo que con ustedes dos mi tarde será divertida. Mira esas chicas que babearon por ti cuando entrabas, tienen buenos traseros viejo— oh no Michael, no me pongas al boxeador a ver otros culos que no sean el mío.   —No son para nada grandes como uno que tengo el placer de admirar estos días — vi a Ever dar una miradita a las chicas de la esquina. Hice una o con mi boca y lo miré fijamente.   —Yo sé que tú siempre te das buenos traseros, de eso no hay duda— mi hermano todo se lo celebraba.   —¿Se quieren largar a entrenar y quitarse de mi medio? Yo también quiero disfrutar de la vista de en frente. Esos chicos de esas máquinas de allí están llamativos — sentí la mirada de Ever puesta en mí. La mía la fijé en los chicos candentes a propósito.   —Ever y yo estamos mucho más sexys, vamos a entrenar, Zeus. De todas formas no dejaría nunca a Eleonor estar con uno de esos— yo tan solo miré a mi hermano.   Si supieras...   —Adelántate al saco, yo dejaré mi bulto aquí y tomaré agua — le dijo mi novio a mi hermano.   Michael se adelantó y Ever tiró su bulto en la banca muy cerca de mí.   —Ninguno de los que presencian este gimnasio te coge tan rico como yo ni tampoco te van a tratar como yo. Pero ándale, mira mucho, de todas formas eres solo mía—   AHHHHHHHH!
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