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1184 Words
Eleonor.   —Voy a querer un helado de vainilla y dulce de leche, muchas gracias— yo fui la última en pedir cuando el chico de la heladería tomó mi orden. Los boxeadores habían pedido dos malteadas. Después que almorzamos comida china vinimos por algo dulce, ¿y que mejor que una buena barquilla?   —Ya regreso— emitió luego de tomar las órdenes mirándome fijamente muy amable, le regalé media sonrisa.   Volteé a mirar a los chicos que sin quitarme la mirada de encima llevaban sus rostros muy serios.   —Que amable y sonriente eres, Eleonor— mi hermano fue el primero en tirar su ironía.   —La nena es coqueta— Ever carraspeó. Se echó hacia delante recostándose de la mesa y su puño lo llevó a su barbilla reposando su cabeza.   —Bastante, muy coqueta y también sensual— pronuncié esas palabras con énfasis pero de manera muy lenta.  Los ojos negros de Ever me atacaron de manera sublime.   Quería reír pero estaba enojada. Las chicas en el gimnasio se acercaron a él para pedirle su número y Ever no se mostró grosero. Tan solo les dijo que no usaba w******p ni r************* , fue una manera muy cómica de rechazarlas pero aun así me molesta que les haya hablado, además, si él y Michael no las hubieran mirado anteriormente ellas no hubiesen entendido que ellos estaban interesados en ellas.   Y como quiera, él tiene culpa por estar tan bueno.   —Eleonor... ¿puedes calmar tus hormonas? — Michael se pasaba.   —No me da la gana. Ustedes se han pasado el día mirando traseros planos en el gimnasio, porque esas desesperadas ni bien lucían como para que casi se les saliera la baba — le contesté.   —¿Estas celosa, nenita? — me hervía la sangre cuando intentaba joderme con ese sarcasmo.   —Mira Ever, cierra la boca— me emputé.   —Ustedes dos me tienen los oídos sangrando. Todos los que se viven peleando terminan siendo novios y ustedes no pueden terminar así — en ese momento observé como Ever miró a Michael, yo también lo hice.   —Explícale a tu hermana por que no podemos ser novios? Lo digo pues, a ver si así le dejo de gustar— utilizó mucha psicología inversa, fue una excelente pregunta sin levantar sospechas.   Sin embargo, mi hermano no había hablado y ya tenía un nudo en la garganta al ver que dijo que no podíamos ser novios.   —¿Como voy a dejar que un boxeador al igual que yo esté con mi hermana? — se preguntó mi hermano.   —¿Y cuál es el problema? — le pregunté.   —¿A que le temes? ¿Acaso te consideras tu mala persona, que dices "un boxeador al igual que yo" o no me digas que después de que tanto te han juzgado tú mismo te juzgas también? — le cuestionó Ever.   Me encantaba cuando hablaba porque hacía temblar el espacio, había ímpetu en sus palabras, firmeza, seguridad. Nada me enamoraba más que un hombre seguro de sí mismo, con agallas, de carácter.   Michael miró a Ever.   —¿Para que le vaya a golpear? ¿Para que la maltrate? —Creo que mi hermano no contaba con argumentos.   —¿Acaso tú golpearías a tu novia? Porque yo no, así que no me incluyas ahí. Soy un boxeador en el ring, no tengo por qué darle golpes a una mujer. Mejor dime que no quieres que tu amigo salga con tu hermana y se entiende mucho mejor— le dió una buena... mejor dicho, excelente respuesta.   Michael le miró extrañado y luego me miró a mí.   —Aquí tienen su orden — el joven de hace rato les llevó las dos malteadas sobre una bandeja y a mí me tendió la barquilla.   —Aquí tienes linda — me sonrió.   ¿Acaso es que hay personas que no temen por sus vidas?   —Linda, grande y dura la tengo yo. ¿Quieres ver? Si tan necesitado estas para que me la chupes— Ever no se contuvo en decirle. Entreabrí mi boca sorprendida.   —Emm...yo...lo.. con permiso— se esfumó más rápido de lo que canta un gallo asustado y avergonzado luego de tartamudear.   Lo que salvó ese momento fue que el móvil de Michael sonó y este se levantó de la mesa para tomar su llamada.   —¿Puedes calmarte? — le susurré a Ever aprovechando que era nuestro único momento a solas.   —No me da la gana de calmarme j***r. No sé qué me ha cabreado más, si verte toda simpática con ese idiota o las barrabasadas que ha dicho tú hermano. — me contestó super enojado.   Era la primera vez que me hablaba pesado.   —Yo no he sido simpática, simplemente le he dado las gracias cuando me asistía. No tienes que hacerle caso a Michael... — me interrumpió.   —Me vale mierda, el idiota te ha llamado linda y te ha hecho ojos bonitos. Con lo de tu hermano te aviso que vas a tener que hacer algo porque si no se lo dices tú, se lo digo yo. ¿Qué cree? ¿Que no vas a tener novio nunca? — fue fuerte conmigo.   —Baja la voz que te va a escuchar— miré hacia detrás, Michael seguía hablando al teléfono.   —Que me escuche, que me importa. Te dije que no me gustan los secretos, mucho menos me siento cómodo teniendo mi relación a sus espaldas, no es de hombres esa maricada. Y que quede bien claro, que yo sea un boxeador no me hace mala persona, allá el con la mierda que le hayan metido sus papás en la cabeza. Tengo los cojones bien puestos como para saber quién soy, que no se equivoque porque se me va a olvidar que soy su amigo y que es tu hermano. — me abrió los ojos como platos mientras me ponía en mi lugar.   Bufó dejando de mirarme cuando vio que Michael se acercaba a la mesa otra vez.   —Tengo que irme. Me llevaran unos muebles al departamento y tengo que ir a recibirlos. — nos habló.   —Yo también tengo que irme, nos vemos luego— se levantó de la mesa Ever y salió de la heladería en un dos por tres.   Yo sin mirar a Michael a la cara, sin decirle nada, también me levanté de la mesa y salí de la tienda.   —¿Qué diablos sucede? — se preguntó el mismo sin entender.   —Nos vemos pronto, Michael. — pulsé el control de la alarma de mi auto.   —Te estaré llamando— fue lo que escuché que me dijo antes de que yo me subiera al coche y por mucho tiempo saliera del estacionamiento a muy alta velocidad solo para alcanzar el BM de Ever y de esa forma en donde se detenga hablar con él.   Iba como diablo encendido en candela. No estaba bromeando, su tono de voz no era suave, no me miraba con paz y sus venas resaltaban en su cuello.   Había problemas, el boxeador estaba enojado.  
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