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1132 Words
Ever.   La dejé sobre la mesa mientras sin soltar sus labios le acariciaba su cabello, una de mis perdiciones en ella. Podía sentir lo acelerado que estaba su ritmo cardíaco y cuanto me gustaba saber que estaba así por mí.   Llevé mis manos a sus piernas descubiertas, pues hoy llevaba un vestido que no era ceñido a su cuerpo, sino más bien holgado en la parte baja, lo que me hacía mucho más fácil el trabajo. Estos no eran lugares como para desnudarla y admirarla por completo, simplemente un delicioso "rapidito".   De inmediato al ella sentir mis manos subiendo por su piel, me abrió la entrada, dándome permiso a que siguiera explorando más allá. Hice a un lado su braga y pasé las puntas de mis dedos por su zona caliente y desde ya, mojada.   —Dime algo, ¿esa lubricación tan fantástica que tienes se debe a la excitación que te causo o por tu propia imaginación? — dejé sus labios unos segundos y la miré a la cara.   Sus ojos ya estaban dilatados, su rostro se mostraba relajado y me mostraba que apenas comenzando ya disfrutaba en cantidad lo que le hacía.   —Tú culpa. El libro que leí esta mañana no era de sexualidad, hablaba de las cosas que uno quiere hacer cuando tiene pareja. Yo me mojé porque pensé en ti haciendo fantasías. — maldición, había utilizado su psicología inversa para calentarme.   Sonreí ampliamente.   —j***r Eleonor, ¿por qué eres así? No me cabe dudas de que me encantas, de que estas hecha para mí. — volví a retomar sus labios con deseo, con pasión, con lujuria.   ¿Habían visto eso? Era lo suficientemente sabia como para envolverme mentalmente. Ella lo que quería de mi lo obtenía, y yo ni cuenta me daba.   Siendo suficiente de tanto roce adentré mi dedo índice y el mayor dentro de su v****a escuchándola gemir en medio de nuestro beso. Con gran facilidad mis dedos resbalaban en su interior, mordí sus labios al soltarla para verle la cara mientras la masturbaba.   Ella trataba de esconderse para que no le mirara, así que la tomé del cuello para ver cada expresión suya a las malas.   Mordió sus labios ante mi acción, era bellaca y eso me encantaba, no se oponía a nada, era abierta y con todo y timidez arriesgada.   Perfecta para un boxeador, o mejor dicho, este boxeador.   Empezó a gemir muy fuerte y eso no me convenía para nada, sus gemidos solo me hacían encender más, calentarme más, enloquecerme más y me ponían rápido a la hora de querer ponérselo.   Solté su cuello al ver que estuvo a punto de rodar sus ojos, de igual manera que saqué mis dedos de ella rápidamente. No era hora de que explotara de placer aún, todavía no.   Me miró sin entender, sin embargo, yo me ocupé de desabrochar el botón de mi pantalón y de bajarlo en conjunto con mi ropa interior por la mitad hasta sacar mi m*****o.   La vi por si sola recogerse el pelo, quitarse las bragas y recostarse en la mesa abriéndome sus piernas.   Por Dios...   —Que rica estás, Eleonor— me posicioné en su medio, saqué de mi bolsillo un gorrito y lo introduje en mi tronco.   Ella me miraba muy atenta, mientras jugaba con un mechón de su cabello como prueba de nerviosismo.   No tardé mucho en colocar mi mano en su abdomen y luego entrar lentamente con cuidado. Todavía su cuerpo no estaba acostumbrado y me preocupaba lastimarla. Conecté con sus ojos, sus labios se entreabrieron, sus pupilas se dilataron aún más que antes y llevó su dedo a su boca para morderlo. La posición hacía que se sintiera a más profundidad.   Sin embargo yo, no sentía su pared con mi piel al igual forma que nuestra primera vez. Hoy nos cuidábamos, pues no iba a permitir que se tomara otra pastilla, no a ella. Yo soy quien tengo que cuidarla y proteger su salud, no quiero descontrol en sus hormonas, que se descontrole su periodo o que tenga peores reacciones al medicamento.   El amor del hombre debe comenzar por el cuidado hacia su mujer, si tu novio no piensa en cuidarte entonces no te quiere, no se preocupa por ti y no le importa lo que te suceda.   No importa si no sé cómo se siente mi novia cuando está en sus días, por esa misma razón debo de cuidar o prevenir que no se sienta peor. Las contracciones en el útero se agravan, dicen por ahí que el medicamento vuelve los síntomas más agudos y a algunas mujeres le causa vómitos, mareos, diarrea y cólicos horribles. Por ello soy consciente de que no debo nunca más hacerle tomar una pastilla del día después. Incluso, si tengo que inyectarme yo por ella también lo haré, no quiero que le suceda absolutamente nada.   —Ever...— gimió mi nombre entre penetraciones que yo ya había aumentado la velocidad y que sin hacerle muy duro tampoco iba muy suave.   Mi mano la buscó en su barriga y allí entrelazamos nuestros dedos mientras ella me apretaba muy fuerte. Su boca se ensanchó, sus ojos los viró, su espalda la arqueó y su grito inundó toda la biblioteca causándome un placer infinito lo que me provocó venirme junto a ella.   Sin sacarlo de su interior la tomé por la cintura haciéndola sentarse sobre la mesa y primero le besé la frente. Dejé un casto beso allí permitiéndonos calmar nuestra respiración, ella se aferró a mí y me abrazó con fuerzas.   —Eres increíble— le susurré al oído.   —Tú sí que lo eres, Ever. ¿Te quiero sabias? Mi corazón late muy rápido por ti y no quiero alejarme de tu lado por nada en el mundo. Me encanta ser tu nena, me encanta estar entre tus brazos— me habló muy de prisa. Le tomé el rostro entre mis manos y le miré a los ojos.   Me había dicho que me quiere, nadie nunca me había dicho eso antes. Tan solo mi mamá y mis abuelos, ¿pero una chica? Jamás.   —Yo también te quiero mi vida, porque eso eres, mi vida. No hay razón por la que tengas que irte de mi lado o al menos yo no lo voy a permitir. Si un día por algún motivo quieren arrancarte de mis brazos, repito, yo no lo voy a permitir, sea quien sea. Eres mía pequeña, solo mía y a quien le cueste entenderlo pues que se joda, no ha sido un error conocernos, el error hubiera sido no hacerlo. No fue coincidencia que chocáramos, era nuestro destino—   Sus ojos aguados mientras le hablaban me hicieron ver sus puros y reales sentimientos, así que no dude en envolverla en mis brazos.   La adoro.
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