20

1608 Words
Eleonor.   A la perfección iba siguiendo el auto de Ever pero al entrar al residencial creí haberlo perdido de vista hasta verlo entrar a una gran casa como alma que lleva el diablo.   Tan de pronto como pude estacionarme lo hice, no estaba segura de lo que haría pero tenía que ir por él. No sé cómo no se dió cuenta de que lo llevaba siguiendo desde la heladería, aunque lo más probable es que si lo hiciera y no le importara detenerse. Le estuve marcando a su celular pero ya saben, no me contestó.   Me tragué todas mis inseguridades y al salir de mi auto caminé con dirección a la puerta de la casa por donde Ever había entrado. Con un poco de nerviosísimo toqué el timbre rezando porque se tragará su orgullo y no me dejara fuera.   Duré unos segundos allí así que volví a tocar apenada.   —Hola— una mujer joven me atendió finalmente en la puerta. Ella me miró extrañada.   —Hola... estoy buscando a Ever— le dije tratando de sonreír amablemente.   —¿A mi hijo?... Tú eres? — se sorprendió.   Ouh... era su madre. Mi suegrita.   —Soy Eleonor, es un placer, señora. — le tendí mi mano.   —Yo soy Lucia, mucho gusto— intercambiamos saludos. —Ever...— iba hablar pero el boxeador apareció detrás de ella.   —A ella la puedes dejar pasar, mamá — me miró con mala cara por las espaldas de su madre.   —¿Es tu amiga, mi amor? — le preguntó la señora Lucia a su hijo.   —No, mi novia— me tomó del brazo para pasarme casi por encima de su madre. Estaba super cabreado, incluso por su forma de mirarme y tomarme ya sé que está como ardiendo en el infierno.   —¡¿Tu novia!? — la mujer casi chilla muy fuerte. Su cara de asombro era muy graciosa.   Yo sonreí apenada.   —¿Que pensabas mamá? — le cuestionó Ever.   —No lo sé, lo primero es que se me hizo muy extraño ver una chica en la puerta preguntando por ti. Nunca en tus veinticinco años eso había ocurrido, como tampoco que tuvieras novia— al final terminó sonriendo.   Me miró con gran sonrisa y quitándome el agarre de Eve, me abrazó.   —Esto es un milagro — la escuché decir provocándome una risilla.   —Estoy aquí presente, mamá — espetó Ever bufando.   —Que preciosa eres, ¿es tu color de pelo natural? — no se contuvo a decirme.   —Muchas gracias, si lo es— me reí.   —¿Por que no me la habías presentado nunca, Ever? ¿Cuanto tiempo tienen saliendo? Por Dios... que aislada me tienes de tu vida— su madre se mostró ofendida.   —Mamá...— lo interrumpí.   —Tenemos poco tiempo la verdad. Que conste que su hijo no me ha invitado, yo le he venido siguiendo para lograr hablar con él. Se ha enojado conmigo y no he tenido de otra que llegar como una inoportuna — por lo menos si algo sabia era arreglármelas, los libros me tienen la cabeza llena de cuentos para toda ocasión.   Ever me atacó con la mirada.   —No, no eres inoportuna. Es más, como él no te ha invitado lo hago yo, quédate a cenar mi niña— Que linda es... con gran sonrisa me invitaba a quedarme a cenar.   Yo miré a Ever quien de brazos cruzados nos miraba a las dos sin ninguna expresión en su rostro.   —Ni me mires eh, has venido a verla a ella— su madre rio a carcajadas al escucharlo decir aquellas palabras.   —¡Pero que celoso es! Yo soy tu madre, no te la voy a quitar— exclamó entre carcajadas a las cuales yo también me uní.   Metí mi mano por los brazos de Ever y me recosté de su musculatura.   —Si, si quiero quedarme, acepto la invitación— le dije sonriéndole.   —Perfecto entonces, llévala a tu cuarto hijo. Espero que puedas contentar ese tremendo roble, mi querida Eleonor. Sin travesuras, eh— nos apuntó con su dedo índice mientras yo sentía mis mejillas arder.   Ever apenas bufó y tomándome del brazo otra vez, me subió a su habitación.   —Me gusta que me tomes de la mano, no por el brazo. — cerró la puerta detrás de él.   Un bonito cuarto con un gran juego de habitación n***o, de colchas y cortinas blancas, hacia lucir una habitación varonil muy llamativa. Su olor invadió mis fosas nasales, todo olía a él. Tenía un lujoso y coqueto escritorio con unos que otros libros, papeles y una lamparita sobre el cristal, en medio de una alfombra unos sofás de color gris apartado al lado del balcón y un espejo de cuerpo completo en la pared en donde de inmediato me fui a ver para verificar que la suegrita no me vio tan fea.   Señoras, la primera impresión cuenta bastante, créanme.   —A tu hermano que te tome de la mano, ya que al parecer te reserva para el— con gran enojo pronunció esas palabras.   Me acerqué a él con pasos cortos y rodeé su cuello con mis brazos recostando mi cabeza de su pecho. No recibí sus brazos también rodearme.   —Al final de cuentas quien me tiene eres tú. Michael es mi hermano, por ende me cuida y me protege, sin embargo, soy mayor de edad como para tener un novio, el que quiera y ese eres tú. Deja los celos, me tienes aquí para ti, vine detrás de mi boxeador, porque tú eres el que me gusta, el que me encanta. —le hablé elevando mi mentón y mirándolo a sus ojos fríos.   Siento que sus celos son crecientes, miren que hasta con su madre me acaba de celar, literal.   Se quedó callado.   —Otra cosa, no fui coqueta con el heladero. No tengo culpa alguna de que ...— me interrumpió   —No tendré culpa alguna cuando le parta la vida a quien sea que le parezcas coqueta. ¿Okay? — intentó moverse pero hice uno que otro esfuerzo porque se quedara quieto junto a mí.   —Te recuerdo que hoy tú también estuviste siendo mirado y acosado por las zorras del gimnasio. ¿Se te olvida? ¿Acaso tengo yo que hacer como que no me molestó eso y solo enfocarme en contentarte sin yo hacer nada? — le pregunté mirándolo fijamente.   Esos malditos ojos suyos me hacían siempre querer pecar.   —Mujeres a las que rechacé. Y no, no tienes que contentarme, lo que tienes que hacer es organizarte y poner tus puntos claros. Si eres mi novia lo va a saber el puto mundo entero, o si no dejamos esto. A Michael le cuentas tú la verdad o se la digo yo, ya te lo dije. No somos dos niños como para tener nuestra relación a escondidas. — tenía razón en lo que me decía. Su tono era muy duro.   Le solté porque en parte si me sentí mal.   Me alejé de él e incluso dejé de mirarlo dándome vuelta y mirando por las ventanas que daban salida a su balcón.   —Le voy a decir en cuanto nos volvamos a ver, Ever. Lo siento— me encogí de brazos.   —No tendrás que volverme a decir nada más sobre el tema. Discúlpame por hacerte molestar, Zeus— esta vez lo llamé por su apodo.   Sentí sus pisadas detrás de mí.   —¿Zeus? — repitió muy cerca de mi oído.   —Quien me ha estado hablando estas últimas horas ha sido Zeus. No mi Ever— me di vuelta.   Retiró un mechón de mi cabello hacía atrás.   —Tu Ever puede enojarse contigo, Ever puede regañar a Eleonor, lo que está mal, está mal. — me habló despacio.   —Al menos no te vayas cuando te hable, no cuando quiera calmarte y huyas de mí. Mira que he tenido que venir detrás de ti porque tenía temor de que ...— me interrumpió   —Nunca temas de mí, ni de nada en cuanto a mí. ¿Okay? — llevó su mano a mi rostro.   Sentí una cosquilla en mi garganta, algo como ganas de llorar.   Pude ver sus ojos analizar los míos.   —Ven aquí mi pequeña — me envolvió en sus brazos. Lo abracé cerrando mis ojos y dejándome llenar de él.   —Lo último que quiero es que peleemos, es solo que me enoja que tu hermano invente razones absurdas como para que no sea tu novio. Fueron estupideces las que dijo, y me molesta que crea que tiene cierto poder en ti. Eres lo suficiente mujer para saber lo que quieres, y sin temor alguno tienes derecho a elegir con quien estar. Al menos que consideres que yo no soy el tipo que mere...— no lo dejé terminar.   —Shshshsh eres justamente lo que merezco. Eres justamente lo que me completa, eres todo lo que quiero, eres mi Ever, y yo súper orgullosa de ser tu novia, de ser tu nena. —   —Se que puedes estar nerviosa, nunca has tenido un novio oficial y tus padres...— volví a interrumpirlo.   — Yo con uñas y dientes lucharé por nuestro amor. Mis padres y mi hermano tienen su propia vida, yo soy responsable y dueña de la mía. Solo depende de mí, mi felicidad. Y por supuesto, ahora aunque suene cliché, mí estabilidad emocional depende de cómo esté contigo, así que en realidad te necesito para ser feliz. Necesito tenerte conmigo, necesito sentirte, sentirme mimada por ti, protegida por ti, cuidada por ti, querida por ti—
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD