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1366 Words
Eleonor.   Hacia una semana del encarcelamiento de mi hermano. No ha habido un día en el que no le he ido a ver y aunque se molesta porque no quiere que le vea así, soy quien logra sacarle aunque sea una sonrisa.   Les cuento que con Ever todo marcha bien, las cosas han sucedido rápidas aunque no del todo. Cuando me refiero a rapidez hablo sobre que nos lanzamos uno al otro y nos besamos tan pronto como nuestros cuerpos lo pidieron, sin embargo no se ha propasado conmigo. A veces siento que teme por tocarme, ni siquiera me ha tomado por la cintura. Cuando salgo de clases nos juntamos, cenamos y pasamos el momento muy a gusto. Sin embargo, siento que guarda dolor y que su rostro duro, sus manos pesadas, su inseguridad con él mismo ante el temor de poder dañarme tienen que ver con todo lo del boxeo. Es cerrado pero a la vez lo noto en disposición de aprender a sentir y a ser sensible con la mujer.   Me ha contado que nunca ha tenido novia, y se lo creo. Es tan solo un playboy, uno que conmigo se comporta para babear, y no digo qué este siendo romántico, pues no utiliza muchos gestos tiernos como caricias o palabras lindas. Va a su ritmo, poco a poco.   Hoy el día había sido algo agitador. No me vi con Ever porque tuve clases hasta las nueve y me gané tremendo dolor de cabeza con un maestro. Además de que él estaría ocupado con su madre. Me ha contado que es hijo único y que su padre no vive con ellos. Quise indagar sobre qué ocurría con su familia pero mientras lo conozco me doy cuenta de que tal vez boxee por problemas sentimentales asociados a sus padres. Pero bien, el tema es que ya estaba con la pijama puesta aplicándome la cremita en el rostro para tratar de acabar con los barrotes de espinillas que me salían cada rato por hartarme de chocolates y mantequilla.   Un buenas noches de su parte me había texteado hace pocos minutos. Él era culpable de traerme pegada a la pantalla del celular, siento que le gusta tenerme controlada o estar al pendiente de mí, Madeline dice que los boxeadores son celosos con sus mujeres... y a ver, no es que ya me considere su chica... ¿mierda a quien engaño? Yo me encontraba obsesionada por Ever, y pensar que lo llegué a creer un animal, y ahora es con quien mejor me la paso y por supuesto, con el único por el cual mi corazón late a millón. Pero no me vayan a mal interpretar la obsesión, hablo de que me encuentro sumamente interesada por él. Si vieran los tatuajes de sus brazos, los de sus nudillos... es un hombre ardiente y yo delante de el soy una tonta inexperta, una tímida y vergonzosa joven la cual tiene ovarios para retarlo pero no los suficientes para asumir las consecuencias que mis propios actos hagan.   Acá estábamos iguales, yo soy una inexperta en la cama y el todo un rey. Él es todo un inexperto en el amor y yo puedo dar clases de amor.   Vi a mamá entrar a la habitación sin tocar. Ella tomó asiento en su cama.   —¿Entonces ya no soy tu madre? — me preguntó.   Yo me quedé sentada en mi tocador y la miré a través del espejo.   —¿Te sigues considerando madre de Michael? — fue la pregunta que le hice.   —El nunca dejará de ser mi hijo, ¿que sucede? No es mi culpa que haya caído preso, fue la consecuencia de sus actos—   —Pues qué bueno que lo sigues considerando como tu hijo porque de no ser así yo no me consideraría hija tuya tampoco. Y ya deja de hablar como si Michael estuviera en cosas malas, porque no es así — me incomodaba tanto que ellos quisieran que el fuera otra persona.   —¿Resulta que tú lo apoyas en el boxeo cien por ciento? Eso es dañino para su vida, ¡para su salud! Entiendo que lo defiendas como tu hermano que es, pero amor no quita conocimientos, Eleonor—   —Michael es muy bueno mamá, si tan solo lo vieran luchar— realmente era deslumbrante.   —¿Te metiste a ese chiquero? ¡¿Fuiste a verlo?!— se exaltó.   —Fui y no una sola vez mamá, varias. — su cara era de asombro y también mostraba dolor.   —¿Estas contribuyendo a la muerte de tu hermano? ¡¿Si lo mataban peleando que?! ¡Debiste ir presa junto a él para que entiendas que eso está mal hecho! ¡Y más en un lugar ilegal! —   —¡Si hubieras visto su cara cuando estuve ahí apoyándolo! Estaba feliz! No te hartas de saber que tu hijo está triste porque no lo apoyas en sus preferencias! ¡Fue lo que escogió! ¡Tienes que aceptarlo te guste o no! Y yo me hubiese ido tras las rejas muy contenta por apoyar a mi hermano. — ella me miró boquiabierta.   —Creí que eras más pensante—   —Y yo creía que eras más comprensible, mamá— me crucé de brazos.   —Te has estado juntando con esos maleantes y ahora te han llenado la cabeza de estupideces y rebeldías como a tu hermano— eso me dolió.   —Muchos de ellos pueden ser incluso mejores personas que tu — no dudé en contestarle.   Se paró de la cama, caminó hacia mí y me estampó una cachetada en la mejilla.   —¡A mí me respetas! Ustedes son mis hijos y yo solo quiero lo mejor para ustedes! No acepto a Michael como un boxeador porque eso no es una carrera! No hay futuro ahí! Y tú solo eres una segundera ingenua que no sabe sobre la vida de esos tipos violentos. A Michael le hemos pagado los mejores colegios al igual que a ti para que sean grandes en el mañana, no un bueno para nada. Me enoja que tu tan sabia y defensora de los libros ahora seas el defensor de algo que no sirve como tu hermano. — me gritó.   Me puse de pie, y me alejé de ella buscando ropa en mi armario.   —Papá es estudiado, dueño de un bufete de abogados muy exitoso, tuvo buen futuro, se preparó muy bien, tuvo una familia y es cierto que nunca nos ha faltado nada, sin embargo papá no sirve, ¿se te olvida que te pegó los cuernos? Y eso, que papá no es boxeador. No quieras tapar el sol con un dedo. Michael te aseguro que será mucho mejor que papá, así sin futuro como dices tú. No quieras aparentar lo que no es, MADRE. — su rostro fue un poema triste. En cambio yo, me metí al baño cerrando la puerta con pestillo y me coloqué la ropa que saqué del armario.   Al salir, ella todavía permanecía en la habitación en shock, mirando un punto fijo en la pared. Sin hacerle caso tomé mi móvil y mi billetera.   —¿A dónde vas? — con su voz casi inaudible me preguntó.   —A donde Madeline o tal vez a donde un sin futuro igual que mi hermano. No pienso amanecer aquí hoy — sin dejarla hablar salí corriendo de la habitación, bajé las escaleras y tomé las llaves de mi coche dentro del jarrón de la repisa en la entrada. Me subí a mi auto y arranqué casi rechinando las llantas del parqueo.   Mientras conducía marqué el número de la única persona que me haría sentir bien en este momento.   —¿No puedes dormir? — contestó al teléfono. De tan solo escuchar su voz me daban ganas de llorar.   —¿Podemos ir a tu lugar tranquilo? Me he ido de casa tras una pelea con mi madre, ¿crees que podamos vernos ahora? Voy conduciendo hacia allá— le hablé al teléfono.   —Joder.... claro que sí. Solo, por favor conduce con cuidado y sea lo que sea mantén la calma. En unos cinco minutos estaré ahí para ti, nena—
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