La puerta se abrió de golpe, y mi esposo entró seguido por Valery y por varias sirvientas.
—¡¿Cómo te atreves?!
Alfonso me agarró por los hombros y me sacudió mientras me gritaba, pequeñas gotas de saliva se estrellaron contra mi rostro.
«Creo que tendré moretones»
Su agarre aumento, sus dedos se clavaron en mi piel podía sentir sus uñas rasgándome.
—Pa… para por… por favor.
—Deja de estar haciéndote la víctima, te vez patética.
Alfonso se cansó de sacudirme y me empujó contra el suelo, perdí el equilibrio debido a la fuerza y caí, golpeando mi cabeza contra el mueble que estaba detrás de mí.
—¿Por qué me haces esto?
—¡Deja de actuar! ¡Sé lo que hiciste!
—¡No sé de qué hablas! —No podía creerlo, por primera vez en mi vida le había gritado a alguien cubrí rápidamente mis labios con temor de decir algo más, Alfonso parecía ofendido, más que ofendido parecía indignado, su rostro estaba morado y sus ojos lanzaban fuego.
*Sap*
La fuerte mano de Alfonso había aterrizado contra mi mejilla tirando me una vez más al suelo, lleve mi mano a mi mejilla sin atreverme a decir nada.
—Jodida zorra, ¡¿Cómo te atreves a hablarme así?!
Alfonso levantó su pie y estaba listo para golpearme con él, hasta que una nueva voz se hizo escuchar, tenía los ojos cerrados, el sabor metálico en mi boca me daba nauseas.
—¿Qué haces Alfonso?
—Madre...
—Aún si es solo una sucia rata, no puedes tratarla de este modo.
—Sí madre, y tú, más te vale vivir como una rata muerta, no quiero que causes más problemas o sino...
Solo atiné a asentir apresuradamente, mi esposo, mi hermana y mi suegra salieron sin mirarme. El sonido de la puerta cerrándose es todo lo que se podía escuchar.
Cuando la puerta finalmente se cerró no pude seguir conteniendo mis sollozos, tenía tanto frío y me sentía tan sola. Unos cálidos brazos me acunaron mientras acariciaban mi cabeza.
—¿Ana?
—Todo está bien Princesa, si quiere llorar lloré, yo siempre estaré a su lado.
Eso fue todo, no puede seguir conteniendo mi llanto, en aquel cálido regazo deje salir todo lo que se había acumulado por diecisiete años en mi corazón.
Cuando abrí mis ojos mi pecho de sentía más ligero, a un lado de mi cama, sentada bordando se encontraba Ana, la forma en la que lo hacía de veía tan delicada y refinada, siempre quise aprender.
—¡Qué bonito!
—¿Le gusta mi Lady?
—Sí, es muy hermoso.
— ¿Le gustaría aprenderlo?
— Solo soy un sacrificio, aún si lo hago nada cambiará y no servirá de nada.
—Aún si su vida tiene fecha de caducidad, puede aprender y no sería mejor hacer todo lo que quiera antes de fallecer.
—Bueno... sí, quiero aprender —le dedique mi mejor sonrisa, aquella que casi nunca usaba.
Ana movía sus dedos de manera ágil, la luz que entraba por la ventana era brillante, iluminaba toda la habitación sin ningún problema.
«Espera un segundo, ¿Por qué la habitación está tan iluminada? ¿Qué hora es?»
—¿Ana?
—Si Princesa.
—¿Qué hora es?
—Es pasado el mediodía, durmió toda la mañana.
«¡Medio día!»
—¿Qué haces aún aquí? —Ana dejo de bordar, colocó su bordado en la mesita de noche y me miró directamente.
—Mi lady, la puerta está cerrada, no podemos salir
—¿Qué?
—Poco después de que se durmiera intenté salir para no incomodarla, pero no pude, la puerta está cerrada por fuera.
Levanté mi vestido y corrí a la puerta, necesitaba saber que pasa, sin importar cuanto lo intentará la puerta no se movía, las risillas del otro lado no se hicieron esperar
—¿Qué pasa? ¿No puedes salir?
———De regreso al presente ———
—Señorita, hemos llegado.
El lugar al que llegamos no podía llamarse casa, después de casi dos meses de viaje, había llegado al que sería mi nuevo hogar, una pequeña casucha en la frontera sur.
Era una pequeña casa de madera que a duras penas lograba mantenerse en pie, incluso llamarla casucha era demasiado bueno, era un cuchitril que había sido abandonado hace mucho tiempo.
«Esto tiene el nombre de Valery por todos lados»
No me importaba que prácticamente estuviera en la calle, ahora soy libre. Dudaba si entrar o no, pero para cuando me di cuenta ya había atravesado el enrejado, la puerta se quedó en mi mano, al soltarla cayó levantado una cortina de polvo que ensucio mi vestido, mientras limpiaba mi falda giré para sacar mi maleta, y la encontré tirada en el piso, quedándome completamente sola.
«Gracias Ana»
Arrastre la maleta lo mejor que pude por la maleza que había en la entrada, los escalones crujían y se hundían, daban la impresión de querer romperse y dejarme caer.
El interior no fue mucho mejor que el exterior, la única diferencia que pude encontrar era la cantidad de polvo en el interior.
Apestaba a humedad y tierra, las telarañas cubrían cada esquina y las cubiertas de las ventanas estaban rotas.
Busqué una habitación en buenas condiciones, estaba por renunciar hasta que llegué a la habitación del fondo, era un cuarto pequeño, no era muy diferente del resto de habitaciones, pero al menos esta aun mantenía su persiana intacta.
Dentro de la maleta solo había un par de vestidos, incluyendo el que había llevado el día del baile, saqué todo lo que había en su interior, no era algo que importará realmente ya que los vestidos estaban sucios, sacudí mi vestido favorito, ese que me había regalado Ana hace ya dos años en mi cumpleaños.
*Achi*
«No debí sacudirlos aquí dentro»
Durante todo el viaje evité usar este vestido.
*Plop*
Una pequeña bolsa de tela cayó a mis pies con un ruido sordo, era pesada y del tamaño de mi puño. Mi curiosidad me venció y abrí la bolsa, dentro varias monedas doradas relucían bajo la escasa luz.
—Ana…
*Snif*
En poco tiempo, todo lo que había estado dentro de mi maleta, ahora estaba disperso por el suelo de madera.
—¿Qué es esto?
Al fondo de la maleta, había un bolsillo escondido un anillo, y nada más.
«Pensé que habría más dinero»
El anillo era un simple aro plateado, sin ninguna gema y obviamente no era de oro, no estaba segura de su valor, pero no debía de ser mucho, aunque era bastante bonito.