—¿Se puede saber qué hace un… hada en una escuela de primaria? —pregunta Daniel con un claro tono despectivo viendo como Irene no dejaba mirarle con temor. Daniel no podía creer lo que estaba sucediendo, era imposible y hasta incluso absurdo que esa misma hada que salvó hace cinco años cuando no estaba en su mejor momento de su estabilidad emocional, se encontrara ahí frente a él. Como era evidente, no había envejecido ni un poco, tenía el mismo rostro que recordaba, el mismo tono de cabello, y hasta el mismo largo, esos enormes ojos azul verdosos lo miraban con una mezcla de temor y preocupación, mientras que él la miraba con desprecio y asco, ya que no deseaba que un hada fuera la maestra de su hija. —Este es mi trabajo, ¡Soy maestra de primer grado de primaria! La misma con quien ha e