Alison seguía parloteando sin parar, de hecho, no sabía que estaba haciendo ahí con él, se acercó a la puerta siguiendo a su alucinación y de pronto ella apareció hablando hasta por los codos. Tenía que calmarse, se obligó a hacerlo ¿que era ese sentimiento posesivo que le surgió por una extraña? Ni siquiera sabía si tenía novio o era casada y si lo fuera, no tenía derecho a sentirse celoso. ¿Celos? ¡Por Dios! Estaba perdiendo la cabeza, jamás el deseo por una mujer lo perdió de esa manera y ella ni siquiera se daba por enterada. De hecho, no se daba por enterada sobre ningún hombre, no había notado las miradas hambrientas que muchos de los tipos en el lugar, tan sólo hablo con la familia anfitriona y con él imbécil de Octavio Jasso. El imbécil se la comía con los ojos, incluso se había relamido los labios cual depredador hambriento, la había escaneado de arriba abajo con los ojos llenos de lujuria y ella no se había dado cuenta, solo parecía algo incomoda con la forma en que la miraba y él había sonreído con incredulidad sobre algo que ella le dijo. Después Bastian se la llevó tomándola por la espalda con aire posesivo. Si no estuviera casado y completamente enamorado de su mujer, pensaría que había algo entre ellos. Aunque Larissa mantenía su distancia con él, se veía relajada, como cuando estas al lado de un buen amigo, daba cierta sensación de que solo era aprecio el que sentían el uno por el otro, ademas, Bastian se fue en su auto y ella se quedó a esperar el suyo. Una vez que subió al auto y se alejó, desvió la mirada hacia Alison, no supo en qué momento se había quedado callada y lo observaba atentamente.
—¡Te hemos perdido! – levantó la copa ceremoniosamente – Mi más sentido pésame para todas las z0rritas que andan por ahí con las bragas húmedas – se bebió el contenido dramáticamente.
—¡No se de que estás hablando! ¿Tu padre sabes que usas ese léxico tan vulgar?
—¿Quién crees que me lo enseño? ¡Y claro que lo sabes! Ari te ha dejado impresionado.
—¡Por favor, no la llames Ari!
—¿A quien? ¿a Ari? - vio su mueca de disgusto - Ari, Ari, Ari – le sacó la lengua.
—¡Perdón! ¿Cuántos años tienes? – ella le puso los ojos en blanco y le volvió a sacar la lengua - ¡Ya madura, niña!
—No puedo, seré pediatra. Bueno, pero tú ya deja de sufrir. Esa camioneta la envió Bastian para que la trajera y la llevara de regreso. Camila solo confía en su mejor amiga para estar con Bastian, ella le pido que lo acompañara al evento. Solo que él tuvo que irse, por que Cami se sintió un poco mal y él no puede concebir la vida sin ella, así que se fue y le dijo a Ari que se fuera a casa también, no quiere que Octavio tenga oportunidad de nada con ella. Ya sabes como se quieren esos dos.
—Pues Bastian hizo muy bien. Jasso es un imbécil mujeriego, no es para Larissa.
—Supongo que algo le conocen ustedes dos. Pero, en lo de mujeriego…. tú no te quedas atrás.
—Si, pero yo no voy por ahí, dejando… - se cayó antes de cometer una indiscreción.
—Dejando, ¿qué? – lo miro directo a los ojos, olía un buen chisme a kilómetros de distancia, pero él se quedo callado y ya no dijo nada.
—Nada. Perdón, tengo una chica esperando en la barra. ¡Adiós, enana! – se fue rápido y le despeinó el cabello, ella le enseñó el dedo medio, era igualita que Susi.
Larissa había volteado discretamente y vio a Alison cerca de la puerta, estaba platicando con un tipo muy guapo, pero no lo vio muy bien, ¿sería ceniciento? No se atrevió a voltear abiertamente, no quería ser indiscreta, mejor cuando se vieran le preguntaría por él. El chofer de Bastian la acompañó hasta la puerta del apartamento, ella le agradeció y le dijo que no era necesario, pero insistió, porque la Sra. Cami se lo pidió en persona. Larissa sonrió ante lo mandona y exagerada que era su amiga, le dio las gracias y entró al departamento. El teléfono parpadeo cuando lo saco de la bolsa, la habitación estaba a oscuras, era un mensaje de su madre para avisarle que su padre iba para allá, a verla. Se sobre salto cuando escuchó que alguien se aclaraba la garganta en la oscuridad. La luz del salón se encendió y ella miró al hombre con desconfianza.
—¡Buenas noches, mi niña! – él le sonrió y le abrió los brazos, pero para ella era como cuando un depredador le sonríe a su presa. Aun no olvidaba la bofetada que le dio, delante de toda la junta directiva de la empresa, el cómo se había burlado en su cara e incitado a todos los demás a burlarse también, por su atrevimiento. Se quedó donde estaba, prefería mantenerse a una distancia prudente – Hija, ¿todavía no me perdonas? Me sentí muy mal después de haberte golpeado y echarte de casa. Por eso he venido a verte, estaba preocupado por ti, pero por lo visto te ha ido muy bien. ¿Tienes algo de beber? Solo encontré cerveza sin alcohol en el refrigerador.
—Yo no bebo. ¿Cómo entraste? – Colgó sus llaves y se quitó los zapatos, él la recorrió de arriba abajo con la mirada, cosa que le hizo sentir miedo y asco.
—Soy tu padre, solo tuve que mostrar mi ID, son muy estrictos en este edificio. Me preguntó... ¿Qué has estado haciendo para poder pagar este departamento?
—¿A que te refieres con esa pregunta? - su insinuación la hizo sentirse denigrada y le hizo mala cara.
—Me refiero a que sí le estás dando el cul0 a alguien para que pague tus gastos. Este departamento, la ropa, las joyas. Con tu trabajo no podrías pagar esto.
Larissa sintió arcadas, era su padre, ¿cómo podía decirle esas cosas? Sentía el estómago revuelto y deseaba con toda su alma que se callara, no hablara más y se largara. Quería decirle que se fuera de su casa. El la seguía mirando, esperando una respuesta.
—El departamento es de Camila, la ropa, zapatos y joyas también. Hubo un evento formal de la empresa.
—¡Ohh, sí! La bellísima Camila. No me extraña nada que quisieran grabarla, ese video hubiera sido la sensación en internet y la página para la que trabajaban esos chicos, se habría caído por tantas vistas.
—¿Cómo puedes decir eso? La vi0laron. ¿Qué crees que hubiera sentido si ese video saliera a la luz?
—No lo sé y no me importa. Lo que creo, es que eres una estúpida, ella es muy hermosa, pero tú también tienes lo tuyo. Podrías haberte quedado con Bastian, ahora serías la Señora Moore y no tendrías que vivir de su caridad.
—Ellos se aman - le espeto en el tono autoritario de quién es experto en la materia.
—¡El amor no existe, no seas tonta! Bueno, pero allá tú, es el mejor consejo que te puedo dar. C onsigue un millonario como Camila.
—¿Has venido solo a eso? A darme un consejo.
Se acercó al refrigerador y sacó una cerveza, la abrió y después de darle un trago hizo gestos.
—¡Esto sabe horrible! – bebió otro trago – Se que tú madre ha estado enviándote dinero. Ella dice que ha sido poco, pero no le creo.
Larissa palideció al escucharlo, claro que no era poco, pero tampoco era mucho. Ella convenció a su madre de hacerlo, porque sabía que, en algún momento, su padre arruinaría la empresa y su madre necesitaba un seguro. Planeaba llevarla a vivir con ella, si él no la dejaba, trataría de convencerla para que ella lo abandonara.
—No es….. no es mucho. No se cuanto piensas que me ha enviado, pero te aseguro que…..
—No te creo, le has estado metiendo cosas en la cabeza a tu madre – le gritó y arrojo la botella contra la pared, se rompió en mil pedazos cerca de sus pies descalzos, apenas alcanzó a esquivarla, sus ojos llorosos y la respiración entrecortada delataban el miedo que sentía. Su padre jamás fue muy cariñoso, pero tampoco fue así de agresivo – ¡Quiero ver la cuenta! Eres una desgraciada, pidiéndole a tu madre que me abandone.
—¿La cuenta?
—Si, tonta. ¡Abre la aplicación del banco! – dio un paso hacia ella, ocasionando que retrocediera y chocara con el muro – Nunca creí que fueras retrasada – le arrebató el bolso y cuando sacó el celular arrojó el bolso al piso. Se lo puso en la cara para desbloquearlo, busco la aplicación del banco, después le pidió la contraseña, ella se negó, pero la tomó del brazo y se lo retorció, gritó de dolor - ¡Estúpida! es por face ID – la aplicación abrió y los ojos se le abrieron como platos, le dijo sonriendo – Esto es todavía mejor de lo que esperaba.
Le soltó el brazo y se apartó de él. Se resguardo detrás de la encimera de la cocina.
—No es solo lo que mi madre ha enviado, también están mis sueldos ahí y las ganancias de lo que se ha puesto en inversión.
—No lo creo, no puedes estar ganando tanto dinero. Este dinero pertenece a la empresa, con razón estamos en crisis, ella ha estado desfalcando a la compañía. Siempre supe que era una tonta, pero jamás imaginé que tanto. ¿Acaso no sabe que sacar dinero de las cuentas de la empresa sin justificante es un robo?
—Te estoy diciendo que ella no hizo eso. Me enviaba cada semana una parte de sus ganancias como accionista de la empresa.
—No, eso no es verdad, porque ese dinero lo manejo yo – seguía mirando la pantalla del teléfono, lo ojos relucían de ambición y avaricia – Tienes que entregarme el dinero.
—¡No! – el levantó la vista, ahí podía ver odio, rencor e ira – No puedo hacer eso, es todo lo que tengo, mis ahorros y los de mi madre, los he puesto en inversión varias veces, esas son ganancias, la mayoría.
—¡Eso es una estupidez! No puedes ser tan inteligente ¿Como sabes dónde y cómo invertir? Es muy difícil sacar ganancias en las inversiones en la bolsa, ni siquiera yo pude hacerlo.
—Bastian me ha asesorado. Ese dinero no es de la empresa, papá. Y tengo como demostrarlo, todo esta digitalizado, se pueden rastrear las transacciones.
—¡Estas mintiendo para salvar a tu madre! – se acercó, ella se apartó y corrió detrás del sofá, se enfureció más - ¡Quiero las claves bancarias, las contraseñas, las tarjetas, todo! Tengo que devolver el dinero a la empresa, si no lo hago, a tu madre la van a meter a la cárcel por desfalco.
—¡No pueden acusarla! Ella no hizo nada.
Se descuidó y su padre la tomó por el cabello, la obligó a sentarse en el sofá, ella lloraba, el dolor en el cuero cabelludo era tan intenso que no podía ver bien. Le dio el teléfono y le soltó el cabello, pero mantenía su agarre en el brazo. Para obligarla, le dijo que si no le daba toda la información de la cuenta, él mismo denunciaría a su madre y se encargaría de que le dieran la pena máxima para los desfalcadores. Larissa hizo lo que le pidió, el fruto de su trabajo y los ahorros de su madre. El hombre que decía ser su padre le soltó el brazo, le besó la coronilla y le acarició la mejilla.
—Pensaba irme a un hotel, pero el departamento está de lujo, no quiero gastar innecesariamente. Me quedare en el cuarto de huéspedes, ya tengo mi maleta ahí. Solo saldré a cenar y regreso. ¡Dame las llaves! – le señalo el porta llaves al lado de la puerta.
—¡Necesito mi teléfono!
—¡Lo siento, nena! Perdí el mío y necesito hacer unas llamadas. Te lo devolveré mañana.
Tomó su americana, las llaves, el teléfono y salió del departamento. Larissa se derrumbó en el sillón llorando a mares. Se preguntaba si ese horrible hombre de verdad era su padre y por primera vez agradeció parecerse tanto a su madre. Siempre deseo parecerse más a él y quizás así, él podría quererla un poquito más. Se levantó del sillón y fue a su recámara, se quitó el vestido, noto unas manchas rojas y se dio cuenta que sus pies sangraban, pequeños fragmentos de vidrio se habían incrustado en sus pies descalzos y el vestido se había manchado. Debía enviarlo a la tintorería, no podía regresárselo en esas condiciones a Camila. Se metió a la ducha y se quedó un buen rato, al salir desinfecto las pequeñas heridas y se fue a la cama, no sin antes cerrar con seguro la puerta, incluso puso una silla trabando la perilla. No supo que fue lo que la orilló a hacer eso, solo que tenía un mal presentimiento.
Eran las 3:30, apenas había logrado conciliar el sueño, cuando escuchó que alguien trataba de abrir la puerta, se sobresaltó cuando escuchó los fuertes golpes en la puerta, era su padre. Quería entrar a la habitación, estaba aterrada debajo de los cobertores de la cama, suplicando y rogando que no entrara, le gritó y golpeó varias veces la puerta hasta que el timbre del teléfono la sobresalto, su padre contestó y les dijo que no fueran entrometidos y los dejaran en paz, la administración le pidió hablar con la dueña de la casa, debía dar la palabra de seguridad, su padre estaba ebrio y les dijo que su hija estaba dormida, que no estuvieran molestando. Después de que les colgó, ella marcó a la recepción y les dijo la palabra de seguridad, pero les pidió que no llamaran a casa de Camila, solo les dijo que estuvieran al pendiente, era su padre, pero estaba borracho y algo agresivo, después de unos minutos escuchó que se iba a su habitación y se encerraba. Respiro un poco más tranquila.