El intercomunicador lo sacó de sus lúgubres pensamientos. La Srita. De Alba localizó al detective y estaba en camino a la oficina con la copia del expediente que solicitó. Había perdido el maldito expediente de Larissa — imbécil enamorado — recordó que le había pedido verse personalmente para discutir detalles del caso y estúpidamente confió en que ella era distinta, que no había nada en ese expediente que pudiera hacerlo dudar de ella. Tocaron a la puerta y la secretaria le pidió autorización para hacer pasar al detective privado. Solo asintió y ella se hizo a un lado para que el hombre entrara. —Sr. Orellana. El detective le ofreció la mano y después se sentó donde él le indico, saco una carpeta y se la entrego, era la copia del expediente de Larissa. —Y dígame Sr. Collado ¿que hay d