Cuando llego a la casa, Octavio estaba en el jardín, fumando. En cuanto estaciono y apago el auto, se acerco y abrió la puerta. Por su cara, era obvio que sabia a donde fue, solo que ya no le importaba. Su madre estaba a salvo, así que, nada de lo que pudiera decir la haría sentir mal. —¡Te lo advertí, Larissa! La tomo por el brazo y la bajo del coche con rudeza. Esa rutina ya la sabia de memoria, ni siquiera hizo intentos por evitar que la jaloneara. —¿Dónde y que, exactamente, estuviste haciendo con Orellana? Larissa estaba completamente apática, ni siquiera lo miraba, solo tenia cara de fastidio y esperaba que en cualquier momento se cansara y la dejara irse a su habitación como siempre. Solo que Octavio hizo algo inverosímil, sorprendiéndola se acerco a su cuello y la olió, si, p