—¡Maldita sea, Bruno! ¡Déjate de rodeos y cuéntame ya! – él se acercó y le puso un vaso en la mano, le tomó la otra con sumo cuidado para llevarla hasta el sofá. —Todo está bien ¿crees que estaría tan tranquilo si no fuera así? Toma tu trago, te ayudará relajarte. Larissa obediente ingirió el líquido de un solo trago, tosió al sentir el que el alcohol quemaba su garganta, le dio el vaso vacío a Bruno y le quitó el suyo, también lo ingirió de un solo trago, volvió a toser, tenía los ojos llorosos cuando Bruno levantó su rostro, le limpió las lágrimas y le dio un suave beso en los labios. —No se que intentas hacer, cariño. —No-no quiero… — tosió porque la voz apenas salía estrangulada de su garganta — no quiero que-que sigas, perdiendo el ti-tiempo. —Ok. Ni un solo trago más para ti,