Mi mente se esforzó cuanto pudo, por recordar algo de lo sucedido, estaba en blanco, solo tenía las marcas de mi cuerpo.
El domingo por la tarde recibí una llamada de mi jefe, al celular del trabajo, de las dos líneas que yo tenía.
La primera llamada la dejé perder, viendo como sonaba a mi lado. Segundos después llamó al otro número, para después enviar un correo.
“Contesta.” Era todo lo que decía.
El teléfono volvió a sonar.
— Buenas tardes, señor Wilson.
— Archer, ¿estas muy ocupada que no contestas?—creo que sonaba algo molesto.
— No, señor. Estaba… en el baño.— fue lo primero que se me ocurrió. Excusa vieja y barata. Poco creíble.
— Solo quiero saber cómo estás. No se nada de ti desde el sábado.— quizás su tono se había relajado un poco.
— Estoy bien, gracias por su interés.
— ¿Podrás ir al trabajo mañana?
— Por supuesto que si, no se preocupe. Mañana mismo empiezo sus trámites del divorcio y me encargaré de todo mi trabajo, como cada día. No se preocupe por eso, señor Wilson.
Guardó silencio y yo comencé a morderme las uñas. Sería descortés si cortaba la llamada, tenía que dejar que lo hiciera el.
— Tus manos, ¿Cómo están?
— Han sanado con rapidez, solo queda una delgada línea roja.
— ¿Y el resto de tu cuerpo?
— Me siento bien. — dije despacio, aun con la esperanza de saber qué pasó esa noche o al menos porqué pasó. ¿A caso me gustaba mi jefe? Solo teníamos una relación laboral, ¿no? — No recuerdo nada de esa noche, salvo que me estaba desnudando sobre la cama. ¿Qué es lo que pasó después? Señor Wilson, quizás debe decirme, intento recordar algo más y todo está borroso. Es frustrante. Dígame algo.
— Tuv…No se que decirte, yo…
— Por favor.
— Tuvimos sexo. — fue más un murmullo que algo en sí.
— Eso lo se. —miré las marcas en mi muñeca izquierda, mientras con la otra sostenía el teléfono. Era muy obvio que habíamos tenido sexo, no era esa la respuesta que pedía. — ¿Pero de qué manera? No se que significaba girasol. Quizás yo no recuerde nada , pero creo que podría verse en la obligación de decirme que pasó.
Solo hice terminar esa oración para que el colgara.
Encendí la televisión y puse un programa de porquería, de esa manera podría dormir, así fue.
Pantalones largos, que cubrieran mis piernas, camisa larga, que cubriera mis brazos, un collar, rubor y a trabajar.
Como si nada hubiera pasado.
— Buenos días, señor Wilson. — no tener ningún recuerdo era mortificante, pero gracias a eso podía actual con cierta normalidad frente a mi jefe, lujo que por lo visto el no se podía permitir. Entré a la oficina detrás de el, con su periódico, taza de te y bolígrafo azul, ya que le gustaba hacer el crucigrama que venía en el periodo y no se porqué, pero el nunca encontraba su bolígrafo, a pesar de que el cajón del medio siempre estaba lleno de ellos. Tropezó con la pata de la mesa, soltando una maldición, coloqué las cosas sobre el escritorio y salí de allí, dejándolo con su dolor de pie.
Contacté con los abogados para gestionar el proceso de divorcio del señor Wilson con Ashley, de alguna manera me sentía feliz, pero eso no se debía a que me había acostado con el; ya era hora de que ellos, o de que él se liberara de ella.
— Archer. — aquella mañana no parecía muy de buen humor. Corrí hacia dentro, yo siempre estaba corriendo de un lado a otro, detrás de su voz. — Quiero un almuerzo en el Beverly Dreame, para hoy, no me importa lo que tengas que hacer. Exactamente para la una y cinco de la tarde.
— A esa hora tiene la junta que hemos estado posponiendo.
— Pues sigue posponiéndola. Otro día será, quiero ese almuerzo hoy, en Beverly Dreame.
— Si, señor. Ahora mismo. — volví a retirarme. Después de unas diez llamadas, contestaron, siempre sonaba ocupado. Pedí una reservación para el día de hoy, mas solo tenia para dentro de dos meses, en horario de la noche. — Señora, no me esta entendiendo. No me interesa para dentro de dos meses. Lo quiero para dentro de cuatro horas.
— Disculpe, usted es la que no me está entendiendo. Esto no es un lugar al que usted llama a la hora que usted quiera. Damos las reservaciones los días que tengamos libres y solo hay un hueco cercano dentro de dos meses. Lo toma o lo deja a la siguiente llamada.
— Lo dejo. — ¿Cómo iba a tomar algo para dentro de dos meses cuando lo necesitaba para dentro de unas horas? Busqué en internet su sitio web.
Era un lugar de gran prestigio que había tomado mucha fama en los dos últimos años, no se trataba de un restaurante común, era un hotel, una cabaña, un todo. Podías comprar o alquilar una habitación, en la que podías dormir, obtener un servicio de lujo a la habitación y otros servicios que ellos describían como “Personales”. Era algo muy extraño.
Comencé a leer algunas reseñas, para ver que ponían sobre ella, pues no tenia del todo claro que era lo que tenía de especial, habían mejores restaurantes a los que mi jefe le gustaba y frecuentaba. Quizás esto era solo por seguir la moda.
“Un grupo de amigos y yo hicimos un esfuerzo exagerado para pagar una noche allí, después de esperar alrededor de tres meses, llegó el día. Estábamos tan nerviosos que esperamos listos desde muchas horas antes de nuestro turno. ¡Fue alucinante! ¡Y el servicio especial, como también le llaman “Personal” es una locura! Es lo que quieras. Literalmente, lo que quieras.”
Esa era la reseña mas popular, seguí leyendo otras mas e iban de lo mismo. Por lo visto muchas personas se endeudaban para pasar una noche allí, no había un solo que hablara de almuerzo, todos repetían lo mismo, había que esperar meses para una reservación.
Investigué sobre el alquiler de las habitaciones, mas estas estaban agotadas. Miré lo precios de compra, con esto se compraba una en el verdadero Beverly. Era ridículo el precio que tenia. Lo raro de todo esto era que no mostraban el interior de las habitaciones, ni las que se vendían, menos las que se alquilaban.
Que misterio.
— Archer. — seguía con aquel tono de voz. Jamás le había durado tanto tiempo. Cuando entré a la oficina el tenia el periódico en las manos y el bolígrafo entre los labios. —¿Ya tienes mi reservación? Pasa el tiempo. — lo mordió un segundo y luego lo retiró de su boca.
— Espere un segundo. — volví a mi escritorio y traje mi tablet, entrando nuevamente al sitio web. — Resulta que solo hay un hueco para dentro de dos meses.
— Rio mas largo de Estados Unidos, seis letras. — apoyó el periodo y comenzó a escribir. Aun seguía con el crucigrama.— Te dije para la una, no dentro de dos meses. ¿Qué te han dicho?
— Parecer ser imposible conseguir una cita para hoy. — miré las habitaciones de alquiler y las de ventas, solo eran puertas de colores, ¿Cómo se lo mencionaba si no había nada que mostrar? Solo fotos de puertas sin ni siquiera ver su ubicación o su interior, tamaño o diseño.— Por otro lado, también tiene habitaciones de alquiler, hay algunas también en ventas, solo que los precios son exagerados.
— ¿Es la única manera de tener un almuerzo allí hoy a la una de la tarde?
— Me temo que si, pero tampoco se que incluyen exactamente esas habitaciones, no tiene ninguna especificación. Es todo my raro.
— Dame el número, le marco. — giré la tablet y el marcó el número que aparecía en pantalla.— Una habitación, Ángel Wilson, no. Alquiler no. Comprarla esta bien. — Miraba la tablet en mis manos y luego sonrió. — Quiero que incluya todo. No me interesa saber cuales sean los servicios, todos. Si. — giró el bolígrafo entre sus manos. —No se preocupe, la más privada y aislada está bien. De todos modos solo pretendo usarla una vez a la semana. ¿Rosa o rojo?— se quedó en silencio y luego me señaló. — ¿Rosa o rojo, Archer? Elige.
— Rojo. —conteste con rapidez, sin la mas mínima idea de qué elegía.
— Rojo. Amplia, si. No tengo muchas exigencias, creo que mi acompañante tampoco. Esta bien. Estaremos allí a la una y cinco de la tarde, agradecería que no tuvieran ninguna demora. Si. — dijo su número de tarjeta y después colgó. Seguía sonriendo, parecía un tanto feliz. — ¿Cómo van los tramites del divorcio?— ya no tenía aquel tono.
— Los abogados ya están en ello.
— Llámalos, diles que no quiero durar una semana mas atado a Ashley, no me interesan su rabietas, no la quiero ni cerca. Prohíbe su entrada aquí, manda a cambiar todas las cerraduras de mis casas y que dejen sus cosas en la puerta, no se merece mucho mas de mi. Has eso, después regresa aquí, rápido Archer.
Llamé a los abogados, di aviso a los trabajadores de cada casa para que cambiaran los cerrojos y sacaran las cosas de ella, ahora regresé a su oficina. Tenía mucho papeleo, trabajo verdaderamente de oficina que se iba acumulando y que al final tendría que llevarme a casa, como siempre. Desvelos.
— He hecho lo que me ha pedido.
— Toma asiento, antes cierra la puerta. —la puerta de cristal sonó un poco al cerrarse, tomé asiento frente a el, el señor Wilson se puso de pie, se quitó su chaqueta que aún traía puesta, retiró su corbata, dejándola entre sus manos y tensándola un poco. —¿Ya recuerdas lo que pasó el viernes en la noche?
Mi cuerpo se estremeció al hacer mención de aquello, no recordaba nada y por el día de hoy tampoco lo estaba intentando. Tenía mucho trabajo como para detenerme a eso.
— No. — cerré mis ojos cuando el se colocó detrás de mi. — aun no recuerdo nada.
— Yo si. —sentí un cosquilleo en mi cuello cuando el me habló tan cerca. Me estremeció. — ¿Quieres… saber?
Ahora mismo no estaba segura de querer hablar sobre ello.
— Señor Wilson.
— Ese nombre ha perdido mucho respeto en tus labios, nunca imaginé que detrás de aquel escritorio tenia durante todos estos años a una pervertida como tu. — lamió mi cuello y yo me incorporé, manteniéndome lejos de el.
— ¡No soy una pervertida!— quizás no estaba tan segura de eso. Se movió con suma lentitud hacia mi, provocando que mi respiración se agitara, aún traía la corbata en sus manos, se paró frente a mi, escasos centímetros nos separaban.
— ¿No? Dime una sola cosa que hayamos hecho esa noche, ¿recuerdas a que hora te dormiste? ¿Sabes algo de lo que dijiste o … pediste?— solamente pestañeé un segundo, solo eso bastó para que mis manos quedaran envueltas en la corbata, tiró de mi con ella y me obligó a sentarme en su silla.
— Señor… Wilson, no…
— ¿No qué?
— Estamos en la oficina.
— ¿Y?— separó sus piernas y quedó como sentado en las mías , pero yo no sentía su peso. Colocó la corbata que me sostenía entre sus labios y la mordía con fuerza, sin soltarme, sus manos recorrieron mis pechos por encima de la tela, buscaban mis pezones. — ¿Sabes lo que me pediste esa noche?— ¿Por qué? ¿Por qué me sentía excitada y lo dejaba hacerme aquello? Me gustaba lo que hacia, la forma en que me tenia y todo lo que vendría después. Sentía un fuerte cosquilleo y una reciente humedad. ¿Por qué? — Caroline, despertaste un interés extraño en mi, esa noche te hice cosas que me pedías y que jamás me había pasado por la mente hacérselas a nadie mas. ¿Qué mas hay en esa cabecita tuya? Muero… por saber. — encontró mis pezones y ahora presionaba sobre ellos. Fue aumentando la presión hasta que yo solté un gemido. — Archer, dime por favor que me detenga. — me rogó, sus dedos seguían girando sobre mis pezones, aplastándolos entre sus dedos y estirándolos, mi… mi excitación iba en aumento y el rostro del señor Wilson se iba tornando de un color rojo pálido.
— Estamos en la oficina. — ¿era una excusa? Porque no sonaba como una.
— Detenme. — no quiero, quiero que siga, que tome mas mis pechos, si es necesario que los introduzca en su boca, que me toque, que sus manos no se retiren. Espera… entonces ¿Yo fui la pervertida esa noche? No… no podía ser cierto. — Caroline.
— Siga… un poco mas. — aquello pudo parecer fácilmente una súplica. Quitó los botones con delicadeza, metió la mano en mi sostén y sacó mis pechos. Miré sus ojos grises, tomó la corbata y me la puso en la boca, yo la mordí al igual como el hacia antes. Levantó mis brazos y agachó la cabeza, tomando mi primer pezón entre sus labios, la humedad de sus labios me hizo estremecer. Sentí sus dientes morder mi pezon, me removí en la silla y el sujetó mis hombros, la corbata acalló mi gemido, el señor Wilson no pensaba despegarse de el, llevó mi cabeza hacia atrás, deslizó sus dedos en mi pelo y tiró un poco de ellos, cambiando ahora de pezon, en este no hizo lo mismo que el otro, chupaba con delicadeza, dejó mi cabello libre, sus manos liberaron las mías, acercó su cintura sobre mi y tomando mi mano izquierda la puso entre sus piernas, había algo muy duro allí, se movió entre mis manos, ¿Por qué sus ojos grises no dejaban de mirarme? Parecía esperar algo más de mi, ¿Qué?
— Archer, ¿vas a negar ahora que eres una pervertida? Estas tomando en tus manos el pene de tu jefe, en la oficina, a la luz del día, con riesgo de que venga cualquier persona, ¿te excita?— lo cierto era que si. Todo mis nervios estaban desubicados, haciendo que mi cuerpo mandara, mis deseos, no me interesaba en lo más mínimo el exterior, tenia la mano sobre el m*****o de mi jefe y esto era algo que no podría olvidar. — Pervertida. — dijo contra mis labios. Su boca húmeda tomó la mía, en aquel memento se me olvidó como besar, ¿cuánto hacía que no lo hacía? Aunque tal vez nos besamos aquella noche en su casa, pero mis labios estaban separados y era el quien devoraba los míos. Mis ojos se mantenían cerrados y yo iba flotando en una nube, aquel beso era maravilloso, seguro que si yo participa terminaba arruinándolo. Se alejó de los míos y comenzó a arreglar mi camisa. Mis labios siguieron entreabiertos, húmedos por aquel beso, no sabía dónde poner mis manos, pero sobre su pene estaban muy bien. Arregló el cuello de mi camisa y después pasó la mano por mi cabello. — Ve a tu escritorio y hazme una lista de todas tus fantasías sexuales. Solo te he complacido en una. Quiero saber cuales son las demás. La quiero sobre mi escritorio antes de irnos a la habitación que he comprado para los dos. Asegúrate de detallarlas y ponerlas por orden de necesidad. Tus necesidades. — se retiró de mis pierna, se colocó la corbata y me ayudó a ponerme de pie, llevándome hasta la puerta. — No tardes, casi tenemos que irnos.
No se que había pasado, tal vez si, pero aún no lo procesaba del todo, era como “¡¿Queeeeeee?!”
Acaba de tener un toqueteo de lo más cliente con mi jefe en la oficina, ahora me pedía que hiciera una lista detalladas de mis fantasías sexuales.
¿Era un sueño? ¿Un sueño húmedo? Porque yo estaba mas mojada que una fuente.
¡Alguien que me pellizque!