Estaba en shock al ver a Aurora, a estas horas, después de tanto tiempo y de esta manera tan extraña. La puerta fue abierta, cerrada de golpe. Yo esperaba en el sofá, al verla otra vez, fui para abrazarla. —Este es un encuentro muy extraño, lo sé. — comenzó a decir, para luego sollozar, terminando en llanto total, la llevé para que se sentara y le brindé un vaso de agua. —¿Puedo quedarme aquí esta noche?— me preguntó, secando sus lágrimas. Me parecía que no lloraba por nuestro reencuentro, que lo hacía por otra cosa. —Claro. Puedes quedarte. Estoy feliz de verte. — para ser sinceros, éramos compañeras, casi familia, porque nos estábamos criando juntas, a la espera de ser adoptadas. A pesar de yo ser mayor que ella, Aurora siempre fue más grande que yo, más todo. No solíamos llevarnos